Trastorno por consumo de estimulantes
El trastorno por consumo de estimulantes se ha convertido en una preocupación creciente para los profesionales de la salud mental.
Sustancias como la cocaína, el crack, las anfetaminas y metanfetaminas provocan un aumento de la energía, la euforia y la actividad psicomotora, pero también generan consecuencias graves en el plano psicológico, social y físico.
El consumo prolongado puede derivar en cuadros psicóticos, ansiedad intensamente, paranoia, deterioro cognitivo y alteraciones emocionales persistentes.
Desde la psicología cognitivo-conductual, el tratamiento debe centrarse en identificar los factores de mantenimiento del consumo, desarrollar estrategias de autorregulación emocional, modificar creencias disfuncionales y trabajar activamente en la prevención de recaídas.
El presente artículo desarrolla un enfoque clínico basado en evidencia, desde los criterios del DSM-5 y la CIE-11, junto a un caso clínico, recomendaciones prácticas y recursos útiles para quienes acompañan a personas afectadas por este tipo de trastorno.

Estrategias para el trastorno por consumo de estimulantes
Diagnóstico y perfil clínico del trastorno por consumo de estimulantes
El DSM-5 define el trastorno por consumo de estimulantes como un patrón problemático de uso de sustancias como la cocaína o las anfetaminas, que lleva a un deterioro significativo en la vida personal, laboral o social.
Entre los criterios diagnósticos se incluyen:
- El deseo persistente de consumo
- El fracaso en los intentos por dejar de usar la sustancia
- La tolerancia
- La abstinencia
- Uso continuado a pesar de sus consecuencias negativas.
La CIE-11, por su parte, clasifica este trastorno dentro del grupo de “trastornos por uso de sustancias psicoestimulantes”, destacando la naturaleza compulsiva del consumo, su impacto funcional y las consecuencias neurológicas.
Además, subraya la alta asociación con:
- Conductas de riesgo
- Impulsividad
- Violencia
- Trastornos afectivos
Intervenciones conductuales para el trastorno por consumo de estimulantes: estructura, activación y contingencias
Una de las primeras tareas en el abordaje conductual es restablecer rutinas estructuradas y fomentar la activación conductual, ya que el consumo suele estar vinculado a contextos de desorganización, ocio improductivo o evasión emocional.
Algunas estrategias efectivas son:
- Planificación de actividades diarias significativas, que reduzcan el tiempo libre sin propósito. Aprende a crear un programa de relajación personalizado.
- Análisis funcional del comportamiento, para detectar patrones de activación del consumo.
- Refuerzo positivo por conductas adaptativas, como asistir a terapia, retomar el trabajo o mejorar vínculos familiares.
- Exposición gradual a situaciones que disparan el deseo de consumo, con apoyo profesional.
Estos métodos permiten disminuir la impulsividad, incrementar la percepción de control personal y reorientar la conducta hacia objetivos saludables.
Reestructuración cognitiva para el trastorno por consumo de estimulantes: del pensamiento impulsivo a la toma de decisiones
Las personas con trastorno por consumo de estimulantes suelen presentar distorsiones cognitivas como “puedo controlarlo cuando quiera”, “me ayuda a rendir más” o “todos lo hacen, no es tan grave”.
Estas creencias alimentan el ciclo de consumo.
La intervención cognitiva se orienta a:
- Identificar pensamientos intrusivos relacionados con el deseo de consumo.
- Desarrollar habilidades para debatir ideas irracionales o peligrosas.
- Trabajar la conciencia de enfermedad y el insight sobre las consecuencias reales del consumo.
- Practicar la toma de decisiones a través de ejercicios de solución de problemas.
Este enfoque fortalece la capacidad de anticipar situaciones de riesgo y responder con estrategias más funcionales y seguras.
Regulación emocional y entrenamiento en habilidades sociales en el trastorno por consumo de estimulantes
El abuso de estimulantes suele estar asociado a intentos de controlar emociones intensas, como ansiedad, frustración o vacío existencial.
Además, muchas personas presentan dificultades en el manejo interpersonal, lo cual aumenta la vulnerabilidad al consumo. Por eso, es esencial:
- Entrenar en regulación emocional, usando técnicas como ejercicios para la atención plena, respiración diafragmática o escritura terapéutica.
- Reforzar la identificación y expresión de emociones, en especial aquellas que suelen estar reprimidas.
- Desarrollar habilidades sociales básicas y avanzadas, incluyendo asertividad, manejo del rechazo y vínculos seguros.
- Construir redes de apoyo, que favorezcan una vida más estable y protegida del consumo.
Al fortalecer estos aspectos, la persona logra afrontar mejor sus dificultades y reduce la necesidad de recurrir a la sustancia como escape.
Caso clínico el: Mariana y su camino de reconstrucción
Mariana tiene 28 años y acudió a terapia tras un episodio de psicosis inducida por metanfetaminas.
Había comenzado a consumir a los 19, durante sus estudios universitarios, para mejorar el rendimiento académico.
Con el tiempo, el uso recreativo pasó a ser diario, generando aislamiento, paranoia y un intento de suicidio.
En la evaluación se trabajó con la escala de severidad del DSM-5 y se detectó un trastorno moderado.
Se diseñó un plan de tratamiento cognitivo-conductual centrado en:
- Reestructuración de creencias como “sin eso no funciono”.
- Técnicas de autocontrol y exposición.
- La activación conductual mediante voluntariado y cursos breves.
- Entrenamiento emocional y grupos de apoyo.
A los seis meses, Mariana había logrado mantener la abstinencia, reconstruir su red social y reducir los síntomas de ansiedad y también síntomas de depresión.
Su caso evidencia que el cambio es posible con un abordaje integral y personalizado.
Sugerencias para el lector
- No subestimes los efectos de los estimulantes: aunque se asocien a rendimiento o euforia, sus consecuencias pueden ser graves.
- Busca ayuda profesional: los tratamientos basados en la terapia cognitivo-conductual son efectivos y adaptables.
- Identifica tus patrones de consumo: observar cuándo, cómo y por qué consumes es clave para el cambio.
- Desarrolla habilidades de regulación emocional: aprender a sostener el malestar sin recurrir a sustancias es un paso fundamental.
- Rodeate de personas que apoyen tu bienestar, no de quienes refuercen tu conducta adictiva.
Conclusión
El trastorno por consumo de estimulantes requiere una mirada clínica profunda, sin estigmas, y con estrategias concretas para promover el cambio.
Desde el modelo cognitivo-conductual, el tratamiento se basa en la comprensión del contexto de vida, el análisis funcional del consumo, la reestructuración de pensamientos y el fortalecimiento emocional.
Con acompañamiento adecuado y compromiso, es posible salir del círculo de dependencia y construir una vida más plena y significativa.
Recursos a explorar
- National Institute on Drug Abuse – Cocaine and Methamphetamine
- Organización Panamericana de la Salud – Estrategias para abordar trastornos por consumo
- Trastornos por consumo de sustancias según criterios DSMV
- Estrategias para el trastorno por consumo de cocaína
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association. (2013). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5).
- Organización Mundial de la Salud. (2019). Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11).
- Rawson, R. A. (2013). Treatment for Stimulant Use Disorders. Substance Abuse and Mental Health Services Administration.