¿Cómo identificar una neuralgia por estrés?
La neuralgia por estrés es un fenómeno cada vez más común en nuestra sociedad moderna, caracterizada por un ritmo de vida acelerado, presiones constantes y una falta creciente de descanso reparador.
Este tipo de dolor nervioso, a menudo subestimado o mal diagnosticado, puede afectar significativamente la calidad de vida de quienes lo padecen.
En este artículo, exploraremos en profundidad qué es la neuralgia por estrés, cómo identificarla, sus síntomas principales y qué estrategias puedes seguir para abordarla desde una perspectiva psicológica cognitivo-conductual.

¿Cómo identificar una neuralgia por estrés?
¿Qué es exactamente la neuralgia por estrés?
La neuralgia por estrés es un tipo de dolor neuropático que se produce debido a la irritación, compresión o disfunción de uno o varios nervios, en contextos donde el estrés emocional o psicológico juega un papel fundamental.
A diferencia de otros tipos de neuralgia como la del trigémino o el ciático, esta no tiene un origen puramente físico o mecánico, sino que está profundamente vinculada a la tensión emocional prolongada.
El cuerpo humano reacciona al estrés crónico liberando una cascada de hormonas —como el cortisol y la adrenalina— que, si se mantienen elevadas durante demasiado tiempo, pueden sensibilizar el sistema nervioso y contribuir al desarrollo de dolores punzantes, ardorosos o similares a una descarga eléctrica.
Esta activación sostenida puede generar hipersensibilidad neural, provocando lo que conocemos como neuralgia por estrés.
¿Cómo se manifiesta la neuralgia por estrés?
Los síntomas de la neuralgia por estrés pueden variar dependiendo del tipo de nervio afectado y la intensidad del estrés que la persona experimente.
Sin embargo, existen algunas manifestaciones comunes que pueden ayudarte a identificarla:
- Dolor agudo o punzante que aparece sin causa física evidente.
- Sensación de ardor o quemazón localizada (en rostro, cuello, espalda o extremidades).
- Aumento del dolor en momentos de tensión emocional o mental.
- Dolor que fluctúa con síntomas de ansiedad o preocupación.
- Hormigueo o entumecimiento sin causa médica clara.
- Dificultad para dormir debido al dolor o la incomodidad nerviosa.
Desde un enfoque cognitivo-conductual, es fundamental observar cómo los patrones de pensamiento negativos, la rumiación constante y los estados de hiperalerta pueden aumentar la percepción del dolor y dificultar su gestión.
En muchos casos, las personas que sufren neuralgia por estrés también presentan otros síntomas psicosomáticos, como fatiga persistente, cefaleas tensionales o problemas digestivos.
Causas psicológicas y fisiológicas de la neuralgia por estrés
La relación entre el estrés y el dolor físico está ampliamente documentada en la literatura científica.
En el caso de la neuralgia por estrés, las causas pueden dividirse en dos grandes bloques:
1. Factores psicológicos:
- Ansiedad crónica no tratada.
- Tipos de depresión no tratados.
- Estilos de pensamientos catastroficos.
- Problemas interpersonales sostenidos en el tiempo.
- Pérdidas significativas (laborales, familiares, económicas).
2. Factores fisiológicos:
- Activación prolongada del sistema nervioso simpático.
- Alteración de los umbrales del dolor.
- Disfunción en la regulación del sistema inmunológico.
- Cambios en la plasticidad cerebral relacionados con el estrés.
Lo interesante de este fenómeno es que no necesariamente existe una lesión nerviosa visible.
En muchos casos, los exámenes neurológicos o de imagen no muestran alteraciones claras, lo que lleva a que el diagnóstico sea difícil y, a veces, frustrante para el paciente.
Sin embargo, la ausencia de lesiones visibles no invalida la experiencia real del dolor.
Diagnóstico y abordaje desde la psicología cognitivo-conductual
Diagnosticar una neuralgia por estrés requiere un enfoque interdisciplinario.
Primero, es importante descartar causas físicas o neurológicas con especialistas médicos.
Una vez que se ha confirmado que no existe una patología estructural evidente, se puede explorar el componente psicológico del dolor.
Desde la psicología cognitivo-conductual, se trabaja con herramientas que permiten modificar las interpretaciones disfuncionales del dolor, reducir el estrés emocional y enseñar estrategias para manejar la ansiedad que perpetúa los síntomas físicos.
Algunas de las estrategias más eficaces incluyen:
- Reestructuración cognitiva: Identificación y modificación de pensamientos intrusivos negativos vinculados al dolor.
- Técnicas de relajación: Respiración diafragmática, relajación muscular progresiva y ejercicios para la atención plena.
- Entrenamiento en solución de problemas: Abordar los estresores vitales que mantienen la activación nerviosa.
- La activación conductual: Recuperar rutinas de autocuidado, movimiento físico y placer.
La terapia cognitivo-conductual ha mostrado evidencia sólida para el tratamiento del dolor crónico con base en factores emocionales.
La clave está en comprender que el dolor no es imaginario, sino real, y que el estrés puede ser su principal activador.
Sugerencias prácticas para el lector
- Registra tus síntomas: Anota cuándo aparecen, cuánto duran y qué emociones los acompañan.
- Evalúa tu nivel de estrés diario: Usa escalas sencillas como la Escala de Estrés Percibido de Cohen.
- Aplica técnicas de relajación diaria: Dedica al menos 10 minutos al día a prácticas como mindfulness o respiración consciente.
- Busca apoyo terapéutico: Un psicólogo con enfoque cognitivo-conductual puede ayudarte a identificar el vínculo entre tus pensamientos y tu dolor.
- Reduce los factores que estresan y que sean evitables: Aprende a decir no, organiza tu tiempo y delega tareas cuando sea necesario.
- Evita el aislamiento social: Compartir tus experiencias con personas de confianza puede aliviar la carga emocional.
- Cuida tu cuerpo: Dormir bien, alimentarte de forma saludable y moverte con regularidad son pilares fundamentales.
Conclusión
La neuralgia por estrés es una condición real, con manifestaciones físicas concretas, pero de origen psicológico o emocional.
No se trata de “algo inventado” ni de exageraciones del paciente.
Al contrario, es una señal de que el cuerpo y la mente están sobrecargados y necesitan atención integral.
Comprender esta relación entre el dolor y las emociones puede marcar una diferencia importante en el proceso de recuperación.
Con un abordaje terapéutico adecuado, es posible mejorar significativamente la calidad de vida y reducir o incluso eliminar los síntomas.
Recursos útiles a explorar
- Terapia para el estrés en terapiaconrazon.com
- Artículo de la Clínica Mayo sobre dolor crónico y estrés
- Guía de manejo del estrés por la Asociación Americana de Psicología (APA)
Referencias bibliográficas
- Gatchel, R. J., Peng, Y. B., Peters, M. L., Fuchs, P. N., & Turk, D. C. (2007). The biopsychosocial approach to chronic pain. Psychological Bulletin, 133(4), 581–624.
- McEwen, B. S. (2007). Physiology and neurobiology of stress and adaptation: central role of the brain. Physiological Reviews, 87(3), 873–904.
- Turk, D. C., & Okifuji, A. (2002). Psychological factors in chronic pain: evolution and revolution. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 70(3), 678–690.