Etapa del duelo
El duelo es una experiencia emocional profundamente humana, inevitable cuando enfrentamos pérdidas significativas como la muerte de un ser querido, una ruptura amorosa o incluso el final de un proyecto vital.
Aunque cada persona vive el duelo de forma única, existen patrones comunes en su desarrollo. Comprender cada etapa del duelo nos permite reconocer nuestras emociones, validarlas y actuar con mayor claridad frente a lo que sentimos.
Desde la psicología cognitivo-conductual, es posible identificar pensamientos automáticos, respuestas conductuales y emociones dominantes que emergen en cada fase del proceso, para luego intervenir de manera funcional y compasiva.

¿Qué hacer en cada etapa del duelo?
1. Negación: cuando la pérdida aún no es real
La primera etapa del duelo suele estar marcada por la negación.
Aquí, la mente protege al individuo del impacto abrumador de la pérdida.
Es común escuchar frases como “no puede ser” o “esto no está pasando”.
Desde la perspectiva cognitivo-conductual, esta etapa puede estar acompañada de pensamientos de incredulidad y comportamientos de evitación emocional o física.
¿Qué hacer en esta etapa del duelo?
No se trata de forzar la aceptación, sino de permitir que la mente procese gradualmente la realidad.
Actividades como escribir lo que se siente, hablar con alguien de confianza o simplemente dar espacio al silencio interno pueden ser muy útiles.
Reconocer la negación como una defensa temporal es el primer paso para transitarla sin quedarse estancado.
2. Ira: cuando emerge la protesta emocional
Con el paso de los días o semanas, la negación suele dar lugar a la ira.
En esta etapa, se produce una reacción emocional intensa ante la impotencia de lo vivido.
Se pueden experimentar pensamientos del tipo “¿por qué a mí?” o “esto es injusto”.
Esta ira puede dirigirse hacia uno mismo, hacia los demás o incluso hacia la persona que ya no está.
¿Qué hacer en esta etapa del duelo?
Desde la terapia cognitivo-conductual, se trabaja con la identificación de distorsiones cognitivas (como la sobregeneralización o el pensamiento dicotómico) que alimentan esta rabia.
Lo recomendable en esta fase es permitir la expresión emocional sin juzgarla: canalizarla a través del ejercicio, la escritura emocional, o conversaciones guiadas puede prevenir que se convierta en rumiación o aislamiento.
3. Negociación: buscando acuerdos imposibles
La tercera etapa se caracteriza por intentos mentales de revertir o mitigar la pérdida.
Las personas pueden fantasear con escenarios alternativos (“si hubiera hecho esto, aún estaría aquí”) o con intercambios simbólicos (“prometo cambiar si esto se arregla”).
Aunque puede parecer irracional, este proceso refleja un intento de recuperar control.
¿Qué hacer en esta etapa del duelo?
Desde lo cognitivo-conductual, esta fase implica trabajar con la tendencia a la culpabilidad retrospectiva y la idealización.
La técnica del “detente y reformula” puede ser útil para frenar pensamientos no funcionales y reemplazarlos por otros más realistas y compasivos.
Es un buen momento para buscar espacios de terapia, donde estas ideas puedan examinarse sin juicio.
4. Depresión: el peso emocional de la pérdida
La etapa depresiva no equivale a un trastorno depresivo mayor, pero sí se manifiesta como una tristeza profunda, acompañada de pérdida de interés, apatía o incluso pensamientos sobre el sentido de la vida.
Aquí se toma conciencia plena de la pérdida, sin filtros ni ilusiones.
¿Qué hacer en esta etapa del duelo?
La intervención cognitivo-conductual en esta etapa se centra en evitar el retraimiento conductual y promover pequeñas acciones significativas (activación conductual).
Establecer rutinas, reconectar con actividades placenteras, y desafiar pensamientos de desesperanza puede ser decisivo para no cronificar esta etapa.
El objetivo no es evitar la tristeza, sino caminar a través de ella sin quedar atrapado.
5. Aceptación: integrar la pérdida en la propia historia
La etapa final del duelo no implica “superar” la pérdida, sino incorporarla en la narrativa vital.
Se empieza a hablar de la persona ausente sin tanto dolor, a recuperar sentido en nuevos proyectos, y a reconocer que la vida continúa, aunque distinta.
¿Qué hacer en esta etapa del duelo?
En esta fase, el enfoque cognitivo-conductual se orienta hacia la construcción de nuevos significados, reformulación de metas personales, y consolidación de aprendizajes.
Aquí se valida el crecimiento postraumático: es posible que el duelo nos haya transformado en alguien más consciente, resiliente y profundo.
Sugerencias prácticas para el lector
- Permítete sentir: cada emoción del duelo cumple una función. Negarlas solo prolonga el proceso.
- Escribe tus pensamientos: llevar un diario emocional ayuda a observar patrones, creencias y avances.
- No te aísles: hablar con otros que entienden o han vivido algo similar puede ser muy terapéutico.
- Evita juzgar tus tiempos: el duelo no tiene una línea temporal exacta. Lo importante es avanzar a tu ritmo.
- Considera la terapia: si sientes que estás estancado o que tus pensamientos son muy negativos, una intervención psicológica puede ayudarte a encontrar dirección y alivio. Una atención psicológica online puede ser de mucha ayuda.
Conclusiones
Recorrer cada etapa del duelo es parte del proceso humano de adaptación al dolor.
Desde la psicología cognitivo-conductual, entender los patrones de pensamiento y comportamiento que surgen en cada fase permite intervenir con mayor claridad y compasión.
El duelo no es lineal, ni tiene un final cerrado. Pero sí puede transformarse en una experiencia de crecimiento si se transita con conciencia, apoyo y aceptación.
Recursos útiles a explorar
Referencias bibliográficas
- Kübler-Ross, E. (1969). On Death and Dying. New York: Macmillan.
- Beck, A. T. (1976). Cognitive Therapy and the Emotional Disorders. Penguin.
- Neimeyer, R. A. (2001). Meaning Reconstruction and the Experience of Loss. American Psychological Association.