Apnea del sueño
Dormir es un acto vital, pero no siempre ocurre de manera fluida ni reparadora cuando se padece de apnea del sueño.
Algunas personas, sin saberlo, experimentan apnea del sueño, interrupciones respiratorias constantes mientras duermen, lo que impide alcanzar las fases profundas del descanso.
Aunque puede parecer una simple molestia nocturna, tiene consecuencias significativas para la salud física y mental, y afecta tanto al propio sueño como al funcionamiento diurno.
Desde la psicología cognitivo-conductual, resulta fundamental comprender qué es la apnea del sueño, cómo se manifiesta, qué factores contribuyen a su mantenimiento y cuáles son sus alternativas de tratamiento más eficaces.

Desarrollo de la Apnea del sueño
1. ¿Qué es la apnea del sueño?
La apnea del sueño es un trastorno respiratorio caracterizado por pausas repetidas en la respiración mientras una persona duerme.
Estas interrupciones, llamadas “apneas”, pueden durar desde unos pocos segundos hasta más de un minuto y ocurren muchas veces por hora.
Según el tipo de apnea, estas pausas pueden deberse a:
- un colapso de las vías respiratorias (apnea obstructiva)
- a una falta de señal del cerebro para respirar (apnea central)
- a una combinación de ambas (apnea mixta).
Estas interrupciones no solo fragmentan el sueño, sino que impiden que el cuerpo alcance un descanso profundo y reparador, lo que tiene un impacto directo en la salud mental.
Aunque muchas veces la persona no es consciente de lo que ocurre durante la noche, los signos diurnos como la fatiga constante, la irritabilidad o la dificultad para concentrarse suelen ser indicadores clave.
2. Señales y síntomas frecuentes
Uno de los síntomas más característicos de la apnea del sueño es el ronquido fuerte e irregular, a menudo interrumpido por silencios prolongados seguidos de jadeos o sobresaltos.
Aunque el ronquido por sí solo no indica apnea, su presencia junto con somnolencia diurna excesiva, dolores de cabeza matutinos, sequedad bucal al despertar y cambios en el estado de ánimo puede sugerir su existencia.
Desde la mirada cognitivo-conductual, es común que quienes padecen apnea desarrollen hábitos disfuncionales en un intento por “compensar” la falta de descanso, como consumir altas dosis de cafeína, dormir siestas prolongadas o evitar la actividad física, lo cual perpetúa el malestar.
En casos más severos, la apnea del sueño puede aumentar el riesgo de hipertensión, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo y síntomas depresivos, lo que convierte a este trastorno en un problema multidimensional que requiere abordaje integral.
3. Causas y factores de riesgo
La apnea del sueño tiene múltiples factores asociados.
La obesidad es uno de los principales, ya que el exceso de grasa en el cuello puede obstruir las vías respiratorias.
Otros factores incluyen el consumo de alcohol, el tabaquismo, la estructura anatómica de la mandíbula o la lengua, antecedentes familiares del trastorno y el envejecimiento.
Desde el punto de vista psicológico y conductual, muchas personas con apnea también desarrollan ansiedad relacionada con el sueño, miedo a quedarse dormidos o pensamientos catastróficos sobre los efectos de su descanso alterado.
Este tipo de creencias puede agravar el insomnio secundario o aumentar la percepción de fatiga, generando un ciclo de sufrimiento nocturno y preocupación diurna.
4. Evaluación y tratamiento
El diagnóstico de la apnea del sueño se confirma mediante estudios del sueño, especialmente la polisomnografía, que registra variables respiratorias, cardíacas y cerebrales durante la noche.
Identificar el tipo de apnea es fundamental para definir el tratamiento adecuado.
El tratamiento más común para la apnea obstructiva es el uso del CPAP (presión positiva continua en la vía aérea), un dispositivo que mantiene abiertas las vías respiratorias durante el sueño.
En algunos casos, se indica bajar de peso, evitar el alcohol antes de dormir o usar dispositivos bucales que posicionan la mandíbula para facilitar el paso del aire.
Desde la psicología cognitivo-conductual, se trabaja paralelamente en reducir la ansiedad asociada al sueño, modificar conductas nocivas (como el sedentarismo o la automedicación) y reestructurar creencias disfuncionales.
Cuando se combinan el tratamiento médico y psicológico, los beneficios tienden a ser más estables y duraderos.
Sugerencias prácticas para el lector
- Si roncas fuerte y te sientes agotado durante el día, considera una evaluación médica especializada.
- Mantén un peso saludable; incluso una reducción moderada puede disminuir los síntomas.
- Evita el alcohol, especialmente en las horas previas al sueño, ya que relaja los músculos respiratorios.
- Duerme de lado en lugar de boca arriba, posición que facilita el colapso de las vías respiratorias.
- Establece la higiene del sueño regular y elimina las siestas largas durante el día.
- Practica relajación guiada para dormir si sientes ansiedad nocturna.
- Consulta con un psicólogo si el insomnio, la ansiedad o la frustración comienzan a interferir en tu descanso.
Conclusiones
La apnea del sueño es mucho más que un problema de ronquidos: es un trastorno que compromete el descanso, la salud física y el equilibrio emocional de quien lo padece.
Su abordaje requiere una mirada integral que considere no solo los aspectos médicos, sino también los comportamientos y pensamientos que surgen alrededor del sueño.
Desde la psicología cognitivo-conductual, se trabaja para desmontar los patrones mentales que agravan la experiencia del insomnio, y para construir hábitos más saludables que favorezcan el descanso profundo y sostenido.
Dormir bien, sin sobresaltos ni interrupciones, es posible con apoyo, información y tratamiento adecuado.
Links de interés
Referencias bibliográficas
- American Academy of Sleep Medicine. (2014). International Classification of Sleep Disorders – Third Edition (ICSD-3).
- Epstein, L. J., Kristo, D., Strollo, P. J., et al. (2009). Clinical guideline for the evaluation, management and long-term care of obstructive sleep apnea in adults. Journal of Clinical Sleep Medicine, 5(3), 263–276.
- Ong, J. C., & Smith, C. E. (2018). Using cognitive behavioral therapy to treat comorbid insomnia and sleep apnea. Sleep Medicine Clinics, 13(2), 235–244.