¿Puede ser la depresión hereditaria?
En más de una ocasión, quien ha atravesado por un episodio depresivo se pregunta si está destinado a repetir una historia familiar.
Es común escuchar frases como “mi madre también fue así” o “en mi familia todos son tristes”, lo que instala la inquietud sobre si existe una carga genética detrás de este sufrimiento emocional.
La respuesta corta es que sí: la depresión puede tener una base hereditaria. Pero esa no es toda la historia.
Desde una perspectiva cognitivo-conductual, es crucial comprender que heredar una vulnerabilidad no implica condena.
Este artículo explora en profundidad qué significa hablar de depresión hereditaria, qué rol juega la genética, cómo se relaciona con el ambiente y, sobre todo, qué puede hacerse desde la intervención terapéutica para prevenir y afrontar la enfermedad.

¿Puede ser la depresión hereditaria?
¿Qué significa que una enfermedad sea hereditaria?
Decir que una enfermedad es hereditaria implica que ciertos factores genéticos pueden ser transmitidos de generación en generación, aumentando la probabilidad de que un individuo desarrolle esa condición.
En el caso de la depresión, múltiples estudios han demostrado que existe una influencia genética significativa.
Se estima que la heredabilidad de los tipos de depresión se sitúa entre un 30% y un 40% (Sullivan et al., 2000).
Esto significa que una persona cuyos padres han sido diagnosticados con depresión tiene mayor riesgo que alguien sin antecedentes familiares.
Por tanto, la herencia se convierte en uno de los factores de riesgo de la depresión.
Sin embargo, es fundamental distinguir entre predisposición genética y determinismo genético.
Tener una carga hereditaria no garantiza que se desarrollará el trastorno, de la misma forma que carecer de ella no garantiza estar exento.
La depresión no se transmite como una enfermedad monogénica, sino como una condición multifactorial, donde los genes interactúan con el ambiente, los hábitos, las experiencias tempranas y las creencias aprendidas.
Desde la TCC, esta interacción se analiza como un continuo de vulnerabilidad-estrés, donde los pensamientos y conductas juegan un rol modulador del riesgo.
¿Qué se hereda exactamente en la depresión?
Cuando hablamos de depresión hereditaria, no nos referimos a un gen específico responsable de causar el trastorno, sino a una combinación de variantes genéticas que pueden afectar sistemas cerebrales involucrados en el estado de ánimo.
Por ejemplo, se han identificado asociaciones entre la depresión y alteraciones en genes que regulan la serotonina, un neurotransmisor clave en la modulación emocional.
Estos genes influyen en la forma en que las personas procesan la información emocional, responden al estrés y regulan sus emociones.
En algunos casos, pueden predisponer a una mayor sensibilidad ante el rechazo o la frustración.
Pero también se heredan ciertos estilos cognitivos: formas aprendidas de interpretar el mundo, internalizadas desde la infancia en el contexto de la familia.
Si una madre responde a los fracasos con desesperanza, y un padre interpreta los conflictos como señales de inutilidad, es probable que el hijo también desarrolle esos esquemas interpretativos.
Así, la herencia no solo es biológica, sino también psicológica y conductual.
La psicología cognitivo-conductual entiende que la manera en que las personas piensan sobre sí mismas, los demás y el futuro tiene un peso crucial en el mantenimiento del estado de ánimo.
Por tanto, aunque alguien herede una mayor sensibilidad emocional o un sistema serotoninérgico menos eficiente, lo que hará la diferencia será cómo interpreta y responde a sus vivencias cotidianas.
¿Cómo interactúan los genes con el ambiente en la depresión hereditaria?
Uno de los hallazgos más relevantes en las últimas décadas ha sido la comprobación de que los genes por sí solos no explican la aparición de los signos de depresión.
De hecho, muchas personas con una alta carga genética nunca desarrollan la enfermedad. Lo que resulta determinante es la interacción entre esa vulnerabilidad y los factores ambientales.
Un estudio ampliamente citado (Caspi et al., 2003) mostró que las personas con una variante del gen transportador de serotonina (5-HTTLPR) tenían más probabilidades de desarrollar depresión si habían sido expuestas a eventos vitales que estesan, como abusos, pérdidas o conflictos graves.
Es decir, los genes pueden predisponer, pero es el ambiente el que los activa o los mitiga.
Desde el enfoque cognitivo-conductual, esta interacción es conocida como modelo de vulnerabilidad-estrés.
Se trata de un marco teórico que permite entender cómo ciertos individuos, ante el mismo evento, reaccionan de forma muy diferente según su historia previa, sus esquemas mentales y sus habilidades de afrontamiento.
Un estilo de pensamiento intrusivo negativo, rumiativo o autocrítico puede intensificar la respuesta emocional y mantener el malestar a lo largo del tiempo.
Por eso, intervenir en los pensamientos intrusivos, las creencias limitantes y los patrones de conducta no solo ayuda a tratar la depresión, sino también a prevenirla, especialmente en personas con antecedentes familiares.
¿Qué puede hacerse si hay antecedentes familiares de depresión?
Saber que existe una historia familiar de depresión puede generar miedo, pero también puede ser una oportunidad.
Prevenir la depresión no siempre significa evitarla por completo, sino reducir su impacto, duración e intensidad en caso de que se presente.
Desde una perspectiva cognitivo-conductual, hay múltiples acciones que pueden tomarse para disminuir la probabilidad de que una vulnerabilidad heredada se convierta en un trastorno clínico.
En primer lugar, es útil desarrollar una conciencia emocional que permita identificar señales tempranas:
- Fatiga persistente
- Pérdida de interés
- Irritabilidad
- Pensamientos de inutilidad
- Aislamiento progresivo
Segundo, trabajar en el desarrollo de habilidades de afrontamiento: aprender a resolver problemas, reestructurar pensamientos disfuncionales, comenzar con la activación conductual y regular emociones intensas.
Además, es fundamental construir rutinas saludables: sueño regular, alimentación balanceada, ejercicio físico frecuente y contacto social positivo.
Estas prácticas, lejos de ser superficiales, impactan directamente en el sistema nervioso y en la percepción que tenemos sobre nuestras capacidades.
Finalmente, buscar apoyo terapéutico antes de que el malestar se vuelva severo puede marcar una diferencia significativa.
Un terapeuta cognitivo-conductual puede ayudar a una persona con antecedentes familiares a construir un plan de prevención personalizado y realista.
Sugerencias prácticas para el lector sobre depresión hereditaria
- Explora tu historia familiar sin estigmas. Conocer los antecedentes no te condena, pero sí te informa. Pregúntate: ¿qué aprendizajes emocionales heredé junto con mi historia genética?
- Cuestiona tus pensamientos intrusivos. ¿Tiendes a interpretar tus errores como fracasos totales? ¿Anticipas siempre lo peor? Esos patrones pueden haberse aprendido en tu entorno familiar, pero también pueden modificarse.
- Cuida tus hábitos básicos. Dormir bien, alimentarte de forma consciente y moverte con regularidad protege tu cerebro y tu estado de ánimo. Conoce la práctica del higiene del sueño y los alimentos prohibidos para la depresión.
- Fortalece tu red de apoyo. No estás solo. Compartir lo que sientes y recibir retroalimentación empática reduce la carga emocional y favorece nuevas perspectivas.
- Consulta a tiempo. Si tienes antecedentes y comienzas a sentir síntomas de tristeza persistente, falta de motivación o pensamientos negativos recurrentes, buscar ayuda temprana puede evitar que el malestar se cronifique. Conoce cómo empieza la depresión.
Conclusiones
Entonces, ¿puede ser la depresión hereditaria? Sí, en parte.
Pero lo verdaderamente importante es entender que la genética no determina el destino emocional de una persona.
Tener antecedentes familiares no es una sentencia, sino una invitación a cuidarse de manera más consciente.
Desde la psicología cognitivo-conductual, el foco está puesto en lo que sí puede cambiar: los pensamientos, las conductas, las decisiones diarias y los vínculos que se construyen.
Aun con una carga biológica, una vida emocional sana es posible.
Porque más allá de lo que heredamos, también somos lo que decidimos construir con ello.
Links de interés
- ¿La depresión es hereditaria? – Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH)
- Cómo prevenir la depresión si hay antecedentes familiares – Clínica Mayo
- Artículo relacionado: ¿Cuál es la depresión bipolar? – terapiaconrazon.com
Referencias bibliográficas
- Sullivan, P. F., Neale, M. C., & Kendler, K. S. (2000). Genetic epidemiology of major depression: Review and meta-analysis. American Journal of Psychiatry, 157(10), 1552–1562.
- Caspi, A., Sugden, K., Moffitt, T. E., et al. (2003). Influence of life stress on depression: Moderation by a polymorphism in the 5-HTT gene. Science, 301(5631), 386–389.
- Beck, A. T. (1991). Cognitive Therapy of Depression. Guilford Press.