Trastorno de somatización
El cuerpo y la mente están profundamente entrelazados, y muchas veces lo que no puede expresarse en palabras, se manifiesta a través del cuerpo.
Esta es una de las claves para comprender el trastorno de somatización, una condición psicológica en la que una persona experimenta síntomas físicos persistentes sin una causa médica clara, los cuales generan ansiedad intensamente y afectan el funcionamiento diario.
Aunque estas molestias parecen tener origen físico, su raíz principal es emocional y psicológica.
Desde la perspectiva cognitivo-conductual, el trastorno de somatización es una forma de expresión del malestar emocional.
No se trata de que los síntomas “se inventen”, sino de que el cuerpo actúa como vía de escape para conflictos, miedos o emociones no resueltas.
En este artículo profundizaremos en sus características, cómo identificarlo, cómo se relaciona con el estrés y la ansiedad, y las formas de abordarlo terapéuticamente.

Comprender el trastorno de somatización
Según el DSM-5, el trastorno de somatización forma parte de los trastornos somatomorfos, y se caracteriza por la presencia de uno o más síntomas físicos que causan un malestar significativo, acompañados por pensamientos, sentimientos o conductas excesivos relacionados con estos síntomas.
Quienes lo padecen suelen acudir reiteradamente a consultas médicas, hacerse múltiples exámenes y aún así no encontrar explicaciones claras.
No es que las molestias físicas no existan, sino que el nivel de preocupación, atención y afectación que generan excede lo esperable.
Algunos de los síntomas más comunes incluyen: dolor crónico, fatiga, problemas digestivos, cefaleas o alteraciones menstruales, que suelen cambiar de forma o intensidad con el tiempo.
Desde lo psicológico, estos síntomas están relacionados con la dificultad para reconocer, tolerar o expresar emociones intensas como la ira, la tristeza o el miedo.
Causas y factores que influyen en el trastorno de somatización
El trastorno de somatización no tiene una única causa.
Se considera que es el resultado de una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales.
En muchos casos, hay antecedentes de trauma infantil, negligencia emocional, estrés crónico o experiencias en las que el cuerpo fue el único canal válido para recibir atención o cuidado.
También se observa con frecuencia en personas que han aprendido, consciente o inconscientemente, a expresar su sufrimiento emocional a través de síntomas físicos, ya sea por mandato familiar o por evitar el juicio social.
Desde la terapia cognitivo-conductual, se analiza cómo las creencias disfuncionales sobre la salud (por ejemplo, “si me duele es porque algo grave pasa”), los estilos de afrontamiento evitativos, la hipervigilancia corporal y los refuerzos externos (como obtener atención o evitar responsabilidades) pueden perpetuar los síntomas.
Además, el trastorno se ve alimentado por un círculo vicioso: el cuerpo presenta una molestia, la persona se enfoca en ella con ansiedad, la ansiedad intensifica la percepción del síntoma, lo que genera más miedo y más síntomas.
Diagnóstico diferencial y comorbilidades del trastorno de somatización
Es importante distinguir el trastorno de somatización de otras condiciones médicas o psiquiátricas.
No debe confundirse con enfermedades autoinmunes, síndromes como el colon irritable, o afecciones endocrinas, que pueden compartir síntomas.
Asimismo, es distinto de un trastorno facticio o de simulación, ya que en el caso de la somatización, el sufrimiento es real y no hay intención consciente de manipular.
A menudo, este trastorno coexiste con tratorno de ansiedad generalizada, depresión mayor, trastorno de pánico o síntomas de trastorno obsesivo-compulsivo.
Por eso, una evaluación clínica integral es fundamental para entender el cuadro completo y ofrecer una intervención adecuada.
Tratamiento desde la psicología cognitivo-conductual en el trastorno de somatización
El abordaje más eficaz para el trastorno de somatización es la psicoterapia, especialmente desde un enfoque cognitivo-conductual.
El tratamiento se centra en enseñar a la persona a reconocer y modificar patrones de pensamiento catastrófico sobre la salud, aumentar la tolerancia al malestar físico sin alarmarse y aprender habilidades de regulación emocional.
Una estrategia clave es el entrenamiento en atención plena (mindfulness), que ayuda a observar las sensaciones corporales sin reaccionar automáticamente con miedo.
También se trabaja con técnicas de reestructuración cognitiva, exposición interoceptiva, la activación conductual y entrenamiento en habilidades de comunicación emocional.
En algunos casos, el tratamiento puede complementarse con medicación ansiolítica o antidepresiva, especialmente si hay comorbilidades presentes.
Lo fundamental es ofrecer un acompañamiento sostenido y empático, validando el malestar físico pero ayudando a comprender su origen emocional.
Caso clínico
Marco, de 42 años, comenzó terapia luego de múltiples visitas médicas por dolores abdominales, fatiga persistente y sensación de opresión en el pecho.
A pesar de haber recibido exámenes normales, continuaba convencido de que algo grave ocurría.
En sesiones, surgieron altos niveles de ansiedad, dificultad para expresar emociones y una historia de cuidado familiar centrado en la enfermedad.
A través del trabajo psicoterapéutico, Marco aprendió a identificar sus pensamientos catastróficos, reducir la hipervigilancia sobre su cuerpo y expresar verbalmente sus emociones.
Incorporó ejercicios para la atención plena y técnicas de exposición gradual a sensaciones físicas, y con el tiempo disminuyó notablemente su angustia, recuperando su calidad de vida y su funcionalidad laboral.
Sugerencias para el lector
- Si experimentas síntomas físicos persistentes sin causa médica clara, considera una evaluación psicológica.
- Observa si hay emociones o preocupaciones que evitas y que podrían estar expresándose a través del cuerpo.
- Lleva un registro emocional diario para identificar patrones entre tus síntomas y tus estados de ánimo.
- Conoce los beneficios de la atención plena e incorpora su práctica diara para estar presente en el cuerpo sin juicio.
- Busca apoyo psicoterapéutico especializado en enfoques cognitivo-conductuales.
- Evita la sobreinformación médica en internet, ya que puede aumentar la ansiedad y la somatización.
- Aprende a expresar tus emociones de forma verbal y directa, en lugar de suprimirlas.
Conclusión
El trastorno de somatización nos recuerda que la mente y el cuerpo no funcionan por separado. A menudo, lo que no se puede decir, se convierte en síntoma.
Comprender esta dinámica es el primer paso para sanar, no desde el rechazo al cuerpo, sino desde la integración emocional.
La terapia psicológica ofrece herramientas efectivas para desactivar el ciclo de la somatización, mejorar el bienestar y recuperar el control sobre la propia vida.
Si el cuerpo habla, quizás ha llegado el momento de escucharlo con empatía y razón.
Recursos a explorar
- Manual MSD: Trastorno de síntomas somáticos
- NHS UK – Somatic Symptom Disorder
- ¿Cómo manejar el síndrome de burnout?
- ¿ Cómo identificar si es estrés o ansiedad ?
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association. (2013). DSM-5: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Editorial Médica Panamericana.
- Kroenke, K., Spitzer, R. L., & Williams, J. B. W. (2002). “The PHQ-15: validity of a new measure for evaluating the severity of somatic symptoms.” Psychosomatic Medicine, 64(2), 258–266.
- Kirmayer, L. J., & Looper, K. J. (2006). “Abnormal illness behaviour: A cultural and psychological perspective.” Philosophical Transactions of the Royal Society B, 361(1467), 929–939.
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