tipos de frustración
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¿Existen tipos de frustración?

Tipos de frustración

Cuando hablamos de emociones, solemos pensar en la tristeza, el miedo o la alegría, pero pocas veces reparamos en la frustración, a pesar de que es una de las experiencias más frecuentes en la vida cotidiana.

Desde no alcanzar un objetivo académico o laboral hasta lidiar con una relación que no avanza como esperamos, la frustración se hace presente en múltiples áreas.

Comprender sus formas de manifestación es esencial para reconocer cómo nos afecta y qué estrategias podemos aplicar para gestionarla.

¿Qué es la frustración? La psicología cognitivo-conductual plantea que la frustración no es una emoción única y homogénea, sino que puede adquirir matices distintos según su origen, intensidad y las interpretaciones cognitivas que hacemos de la situación.

Por eso, preguntarse por los tipos de frustración nos invita a profundizar en la diversidad de experiencias que viven las personas y en cómo esas diferencias inciden en su bienestar psicológico.

En este artículo exploraremos los principales tipos de frustración que describe la psicología, cómo se manifiestan en la vida cotidiana y qué consecuencias pueden tener si no se gestionan adecuadamente.

Además, veremos ejemplos prácticos y sugerencias que te permitirán desarrollar mayor tolerancia frente a las dificultades.

tipos de frustración
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¿Existen tipos de frustración?

La frustración interna y externa

Una de las clasificaciones más conocidas distingue entre frustración interna y frustración externa.

La frustración interna surge de conflictos psicológicos propios, como tener metas contradictorias o exigencias personales poco realistas.

Por ejemplo, alguien que quiere descansar pero al mismo tiempo se autoexige trabajar horas extras vive una frustración interna porque sus deseos entran en conflicto.

La frustración externa, en cambio, se origina en factores del entorno que bloquean la consecución de una meta. Esto puede incluir desde trámites burocráticos hasta la falta de recursos económicos o la oposición de otras personas.

En estos casos, la emoción aparece porque sentimos que hay algo externo que limita nuestra capacidad de lograr lo que queremos.

Ambos tipos son relevantes, ya que mientras la frustración interna invita a revisar nuestras creencias y exigencias, la externa nos desafía a desarrollar estrategias de adaptación y resolución de problemas frente a los obstáculos del entorno.

Frustración realista e irrealista

Otra forma de clasificar los tipos de frustración es en realista e irrealista.

La frustración realista ocurre cuando el obstáculo que enfrentamos es objetivo y verificable.

Por ejemplo, si alguien no aprueba un examen porque no estudió lo suficiente, la frustración surge de una causa concreta y comprensible.

La frustración irrealista, en cambio, aparece cuando la persona se impone expectativas inalcanzables o interpreta de manera exagerada los obstáculos.

Querer que todo salga perfecto siempre, o esperar que los demás actúen exactamente como uno quiere, genera frustraciones que no dependen de la realidad objetiva, sino de las propias distorsiones cognitivas.

En terapia cognitivo-conductual se trabaja especialmente con este segundo tipo, ayudando a las personas a cuestionar sus pensamientos irracionales y a flexibilizar sus creencias rígidas.

Frustración pasajera y crónica

No todas las frustraciones tienen la misma duración ni el mismo impacto.

La frustración pasajera es aquella que se presenta ante una dificultad puntual y desaparece una vez resuelto el obstáculo.

Por ejemplo, sentirse frustrado porque un vuelo se retrasa es una experiencia temporal que se supera cuando finalmente llegamos a destino.

La frustración crónica, en cambio, ocurre cuando la persona vive repetidamente situaciones de bloqueo sin desarrollar recursos adecuados para afrontarlas.

Con el tiempo, esta acumulación de frustraciones puede derivar en síntomas de ansiedad, irritabilidad constante o incluso depresión.

En estos casos, el trabajo terapéutico se centra en enseñar habilidades de afrontamiento y tolerancia al malestar.

Frustración individual y social

Un último enfoque distingue entre frustración individual y social.

La frustración individual se relaciona con metas y expectativas personales: un deportista que no logra mejorar su marca personal o un estudiante que no alcanza el promedio que esperaba.

La frustración social, en cambio, se vincula con obstáculos colectivos o estructurales.

Puede presentarse en situaciones de desigualdad, discriminación o injusticias sociales, donde la persona experimenta la sensación de estar limitada no por su capacidad individual, sino por condiciones externas más amplias.

Este tipo de frustración es especialmente importante porque no solo afecta el bienestar personal, sino también el sentido de justicia y pertenencia en una comunidad.

Abordarla requiere no solo estrategias individuales, sino también cambios colectivos y sociales.

Sugerencias prácticas para el lector

  1. Identifica el tipo de frustración que experimentas: Reconocer si es interna, externa, realista o irrealista puede ayudarte a elegir la mejor estrategia de afrontamiento.
  2. Cuestiona tus pensamientos: Pregúntate si tus expectativas son alcanzables o si estás exigiendo demasiado.
  3. Acepta la temporalidad del malestar: Recuerda que la mayoría de las frustraciones son pasajeras y no determinan tu vida entera.
  4. Entrena la flexibilidad cognitiva: Aprende a considerar múltiples caminos para alcanzar tus objetivos.
  5. Diferencia lo que depende de ti de lo que no: En la frustración social, por ejemplo, puede ser necesario enfocar la energía en acciones colectivas más que en cambios individuales.

Conclusiones

Los tipos de frustración son diversos y reflejan la interacción entre nuestras expectativas, creencias y las condiciones externas que enfrentamos.

Comprender estas diferencias es clave para aprender a manejar la frustración de manera saludable.

Desde la psicología cognitivo-conductual, identificar si estamos ante una frustración realista o irrealista, interna o externa, pasajera o crónica, nos permite aplicar estrategias más específicas y eficaces.

En última instancia, no se trata de eliminar la frustración, sino de aprender a convivir con ella, transformándola en un motor de cambio y crecimiento personal.

Reconocer sus distintas formas es el primer paso para fortalecer nuestra resiliencia y mejorar nuestra calidad de vida.

Links de interés

Referencias bibliográficas

  • Beck, J. S. (2011). Cognitive Behavior Therapy: Basics and Beyond. Guilford Press.
  • Ellis, A., & Dryden, W. (2007). The Practice of Rational Emotive Behavior Therapy. Springer.
  • Lazarus, R. S. (1991). Emotion and Adaptation. Oxford University Press.
  • Neenan, M., & Dryden, W. (2002). Life coaching: A cognitive behavioural approach. Routledge.