qué es bueno para la crisis de pánico
qué es bueno para la crisis de pánico

¿Qué es bueno para la crisis de pánico?

¿Qué es bueno para la crisis de pánico?

Quienes han atravesado una crisis de pánico saben que no se trata solo de “estar nervioso”. Es una experiencia intensa, aterradora, y muchas veces incomprendida.

El corazón se acelera, falta el aire, se nubla la vista, y el miedo a morir o volverse loco se vuelve casi paralizante.

Ante este escenario, la pregunta natural que surge es: ¿qué es bueno para la crisis de pánico?

La psicología cognitivo-conductual ofrece una respuesta clara y respaldada por evidencia científica para abordar y superar estos episodios.

qué es bueno para la crisis de pánico
qué es bueno para la crisis de pánico

Comprender la naturaleza del pánico

Lo primero que es bueno para una crisis de pánico es comprender que no se trata de una amenaza física, sino de una reacción exagerada del sistema de alarma del cuerpo.

Desde el modelo cognitivo-conductual, el pánico no aparece “porque sí”, sino como resultado de interpretar sensaciones físicas (como taquicardia o mareo) como peligrosas.

Esto activa el círculo vicioso del pánico: sensación corporal – pensamiento catastrófico – más ansiedad – aumento de síntomas – pánico.

Por tanto, uno de los elementos más poderosos para cortar este ciclo es educarse sobre el trastorno de pánico.

Saber que esos síntomas, aunque incómodos, no son peligrosos, reduce significativamente el miedo a ellos y disminuye su intensidad.

Estrategias inmediatas para enfrentar una crisis

Cuando la crisis ya está ocurriendo, es útil contar con herramientas prácticas para reducir su intensidad.

Entre las más efectivas desde la terapia cognitivo-conductual, se encuentran:

  • Respiración diafragmática: Controlar la respiración ayuda a interrumpir la hiperventilación que muchas veces acompaña al pánico.
    Respirar lenta y profundamente por la nariz, sostener unos segundos y exhalar por la boca puede restablecer el equilibrio fisiológico.
  • Redirección cognitiva: Preguntarse en medio del episodio: “¿Qué evidencia tengo de que esto es peligroso?”, “¿Cuántas veces me ha pasado y no ha ocurrido nada grave?” ayuda a desafiar el pensamiento catastrófico.
  • Anclaje al presente: Nombrar objetos visibles, colores, sonidos o texturas cercanas es una forma de volver a la realidad y salir del foco interno de ansiedad. Utiliza ejercicios para la atención plena.

Estas acciones no eliminan la crisis de inmediato, pero ayudan a reducir su duración e intensidad y a evitar que el miedo se descontrole.

Lo más efectivo a largo plazo: exposición y reestructuración cognitiva

Aunque las técnicas anteriores son útiles, lo que realmente es bueno para la crisis de pánico a largo plazo es enfrentar las situaciones temidas con un enfoque terapéutico adecuado.


Desde la terapia cognitivo-conductual, se utilizan dos herramientas clave:

  • Exposición interoceptiva: Consiste en reproducir de manera controlada las sensaciones físicas temidas (como hacer ejercicios para aumentar el ritmo cardíaco o girar la cabeza para generar mareo).
    Esto permite al paciente experimentar que esas sensaciones no tienen consecuencias graves y que puede tolerarlas.
  • Reestructuración cognitiva: Se trata de identificar pensamientos intrusivos negativos (como “me voy a morir” o “voy a perder el control”) y aprender a cuestionarlos y reemplazarlos por interpretaciones más realistas.

Ambas técnicas requieren acompañamiento profesional, pero han demostrado una eficacia sostenida en el tiempo.

Hábitos saludables que fortalecen el sistema emocional

Además de las técnicas cognitivas y conductuales, incorporar ciertos hábitos puede ser muy beneficioso para reducir la frecuencia y severidad de las crisis de pánico:

  • Dormir bien: La privación del sueño sensibiliza el sistema nervioso y aumenta la reactividad emocional.
  • Reducir el consumo de cafeína y alcohol: Estas sustancias pueden aumentar la ansiedad o alterar el sueño, predisponiendo al pánico.
  • Ejercicio regular: La actividad física moderada regula el sistema nervioso autónomo y mejora el estado de ánimo general.
  • Practicar mindfulness o meditación: Estas prácticas entrenan la atención plena y la tolerancia a las sensaciones internas, disminuyendo la reactividad emocional.

Por tanto, si te preguntas qué es bueno para la crisis de pánico, la respuesta es integral: educación emocional, herramientas prácticas, terapia profesional y hábitos saludables.

Sugerencias prácticas para el lector

  1. Lleva un registro de tus crisis: Anota cuándo ocurren, qué pensabas en ese momento y cómo reaccionaste. Esto ayudará a identificar patrones.
  2. Busca apoyo profesional: La terapia cognitivo-conductual es la más efectiva para tratar el trastorno de pánico.
  3. No evites lo que temes: Enfrentar gradualmente las situaciones o sensaciones que te asustan reduce su poder.
  4. Aprende a detectar los primeros signos: Actuar antes de que la ansiedad crezca puede impedir una crisis completa.
  5. Mantén una rutina saludable: Una vida ordenada, con buen descanso, ejercicio y contacto social es una base sólida para la salud mental.

Conclusión

Responder a la pregunta ¿qué es bueno para la crisis de pánico? requiere ir más allá de calmar los síntomas.

Se trata de comprender el origen del problema, desafiar las creencias erróneas sobre el cuerpo y la ansiedad, y entrenar nuevas formas de relacionarse con las sensaciones internas.

Desde la psicología cognitivo-conductual, existe una ruta clara y efectiva para recuperar el control.

No es necesario vivir con miedo a la próxima crisis: es posible vivir con confianza, serenidad y libertad.

Links de interés

Referencias bibliográficas

  • Clark, D. M. & Beck, A. T. (2012). Terapia cognitiva para trastornos de ansiedad. Desclée de Brouwer.
  • Barlow, D. H. (2002). Ansiedad y sus trastornos. McGraw-Hill.
  • Craske, M. G., & Barlow, D. H. (2007). Mastery of Your Anxiety and Panic: Therapist Guide. Oxford University Press.

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