¿Cuáles son los niveles de depresión?
La depresión no se presenta igual en todas las personas.
Algunas pueden experimentar una tristeza persistente que parece no desaparecer, mientras que otras se ven completamente incapacitadas por el peso de los síntomas.
Esta diversidad de manifestaciones ha llevado a los profesionales de la salud mental a clasificar la depresión en distintos niveles de severidad.
Comprender estos niveles de depresión es esencial para identificar el tipo de intervención necesaria, el pronóstico clínico y el enfoque terapéutico más adecuado, especialmente desde la perspectiva cognitivo-conductual.

¿Cuáles son los niveles de depresión?
¿Por qué es importante clasificar los niveles de depresión?
Desde el enfoque cognitivo-conductual, la depresión se entiende como el resultado de patrones de pensamiento disfuncionales, pérdida de reforzadores positivos en el entorno y la adquisición de conductas de evitación que refuerzan el malestar.
Sin embargo, no todas las personas presentan los mismos síntomas de depresión ni con la misma intensidad.
Por eso, establecer niveles clínicos permite personalizar el tratamiento y definir estrategias adaptadas a la realidad de cada paciente.
Además, esta clasificación tiene implicaciones diagnósticas, ya que los manuales como el DSM-5 o la CIE-11 utilizan criterios de severidad para diferenciar entre las sintomatologías de depresión leve, moderado y grave.
Esta diferenciación no sólo es útil para los profesionales, sino también para quienes buscan comprender lo que están viviendo o desean apoyar a alguien cercano.
Nivel leve de depresión: la tristeza que se mantiene
El nivel leve suele pasar desapercibido o confundirse con “un mal momento” o “un bajón emocional”.
Sin embargo, es un estado clínicamente relevante que merece atención.
Las personas con depresión leve mantienen cierto grado de funcionalidad: continúan asistiendo al trabajo o estudios, pero con un esfuerzo mayor y un descenso en su rendimiento o disfrute.
Desde la terapia cognitivo-conductual, este nivel está asociado a distorsiones cognitivas moderadas, como la minimización de logros o la tendencia al pensamiento dicotómico.
El tratamiento suele centrarse en activar conductualmente al paciente, ayudarle a identificar pensamientos intrusivos negativos y fomentar experiencias gratificantes que rompan el ciclo de evitación y apatía.
No tratar la depresión leve puede llevar a una cronificación del malestar y a un avance hacia niveles más severos.
Es un momento clave para intervenir tempranamente y prevenir deterioros mayores, entendiendo cómo empieza la depresión.
Nivel moderado de depresión: cuando la vida se vuelve cuesta arriba
En este nivel, la depresión comienza a afectar áreas centrales del funcionamiento cotidiano.
Las personas sienten que todo se hace más difícil:
- Concentrarse
- Dormir
- Tomar decisiones
- Incluso realizar actividades que antes les resultaban placenteras
- La fatiga y la desesperanza aparecen con mayor frecuencia
- Las distorsiones cognitivas se profundizan.
A menudo hay síntomas somáticos como dolores sin causa médica, cambios de apetito, o sensación constante de tensión.
La motivación está significativamente disminuida y puede haber un marcado retraimiento social.
En estos casos, la terapia cognitivo-conductual trabaja con técnicas más estructuradas, como la reestructuración cognitiva de esquemas nucleares, el entrenamiento en habilidades de solución de problemas y estrategias para combatir la rumiación.
También puede requerirse un tratamiento combinado con medicación antidepresiva, especialmente si el progreso en psicoterapia se ve limitado por el agotamiento emocional o la inhibición conductual.
Nivel grave de depresión: una experiencia paralizante
La depresión grave (también conocida como depresión mayor) es un trastorno severo que compromete seriamente el bienestar y la seguridad de la persona.
Se caracteriza por:
- Una tristeza profunda
- Anhedonia total (incapacidad de experimentar placer)
- Alteraciones importantes del sueño y del apetito
- Pensamientos persistentes de inutilidad o culpa
- Ideas suicidas
En esta etapa, el juicio puede estar afectado y la percepción de uno mismo y del futuro se torna extremadamente negativa.
Es frecuente que aparezcan síntomas psicóticos leves, como ideas delirantes de ruina o persecución, aunque no siempre.
Desde la perspectiva cognitivo-conductual, la intervención requiere una evaluación constante del riesgo suicida, un trabajo activo con los pensamientos intrusivos extremos.
También, la introducción gradual de tareas mínimas de la activación conductual, y, en muchos casos, la coordinación con psiquiatras para la prescripción de medicamentos para la depresión (antidepresivos y ansiolíticos).
El entorno también se convierte en un recurso terapéutico, ya que la persona puede necesitar apoyo constante para mantener rutinas básicas como comer, asearse o salir de casa.
El pronóstico mejora considerablemente cuando se aborda con un enfoque multidisciplinario.
Nivel residual o subclínico: la sombra que permanece
Después de un episodio depresivo, algunas personas no vuelven a su estado anterior por completo.
Pueden quedar síntomas residuales como:
- Fatiga
- Irritabilidad
- Baja tolerancia al estrés
- Una percepción negativa de sí mismos
Aunque no cumplen los criterios diagnósticos completos, estos síntomas afectan el bienestar y pueden ser precursores de recaídas.
Desde la terapia cognitivo-conductual, este nivel se aborda con técnicas de prevención de recaídas, fortalecimiento del autoconocimiento, entrenamiento en detección temprana de síntomas y promoción de estilos de vida saludables.
La clave es ayudar al paciente a consolidar aprendizajes previos y a mantener una estructura vital que prevenga nuevos episodios.
Sugerencias prácticas para el lector
- Autoobservación regular: Presta atención a tu nivel de energía, tu apetito, tu sueño y tu motivación. Cambios sostenidos pueden ser señales de alerta.
- Evita minimizar tus síntomas: Lo que comienza como “una mala racha” puede convertirse en una depresión leve si no se interviene a tiempo.
- Busca ayuda profesional: Un psicólogo puede ayudarte a identificar tus niveles y tipos de depresión y ofrecerte las herramientas necesarias para recuperarte.
- Mantén rutinas básicas: Comer bien, dormir en horarios regulares y moverte a diario son pilares para el equilibrio emocional.
- Comparte tu experiencia: Hablar con personas de confianza puede ayudarte a descargar tensiones y sentirte acompañado.
- No te automediques: La medicación debe ser siempre prescrita por un profesional de la salud mental.
- Lleva un diario de gratitud, que te ayudará a mejorar la relación contigo mismo.
Conclusión
Conocer los distintos niveles de depresión permite desestigmatizar el trastorno y asumirlo como un fenómeno graduado que puede afectar a cualquiera en distintos momentos de la vida.
Desde la perspectiva cognitivo-conductual, es posible intervenir en cada nivel con estrategias específicas y basadas en evidencia.
Ya sea que te encuentres en una etapa leve o enfrentes un cuadro severo, hay herramientas y profesionales disponibles para acompañarte en tu recuperación.
Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino un acto de valentía y responsabilidad personal.
Links de interés
- Clasificación de la depresión según la OMS – Organización Mundial de la Salud
- ¿Qué tipos de depresión existen? – Instituto Nacional de Salud Mental (NIH)
- ¿Cómo superar la depresión mayor?
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association. (2013). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Arlington, VA.
- Beck, A. T., Rush, A. J., Shaw, B. F., & Emery, G. (1979). Terapia cognitiva de la depresión. Ediciones Paidós.
- Cuijpers, P., Karyotaki, E., Weitz, E., Andersson, G., Hollon, S. D., van Straten, A. (2016). The effects of psychotherapies for major depression in adults on remission, recovery and improvement: a meta-analysis. Journal of Affective Disorders, 202, 511–517.