grados de alcoholismo
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¿Existen grados de alcoholismo?

Grados de alcoholismo

Muchas personas se preguntan si todas las personas alcohólicas enfrentan la misma realidad.

La respuesta es no: como ocurre con otros trastornos, el alcoholismo no es un fenómeno homogéneo.

De hecho, existen distintos grados de alcoholismo que permiten comprender mejor la evolución, la gravedad del problema y la intervención adecuada en cada caso.

Desde una perspectiva psicológica, esta clasificación es clave para ajustar el tratamiento a las necesidades específicas de cada individuo.

En este artículo abordaremos cómo se definen los distintos grados del alcoholismo, qué características tienen y por qué es tan importante identificarlos a tiempo desde un enfoque cognitivo-conductual.

También incluiremos un caso clínico ilustrativo y sugerencias prácticas para quien sospecha que podría estar enfrentando un problema con el alcohol.

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¿Existen grados de alcoholismo?

Etapa temprana: uso riesgoso o problemático

El primer grado de alcoholismo, también llamado uso problemático o consumo riesgoso, no suele ser percibido por la persona como una adicción.

Sin embargo, ya hay señales claras de que el consumo de alcohol comienza a interferir con el bienestar físico, emocional o social.

Pueden aparecer episodios frecuentes de embriaguez, dificultad para moderar el consumo, e incluso uso del alcohol para manejar el estrés, la ansiedad o la tristeza.

Desde la terapia cognitivo-conductual, se observa en esta etapa una vinculación entre el alcohol y patrones de evitación emocional.

El refuerzo negativo (beber para no sentir malestar) empieza a consolidarse como una conducta automática.

Etapa media: dependencia leve a moderada

En este grado, el individuo ya ha desarrollado una dependencia más estructurada al alcohol.

Esto implica que se vuelve cada vez más difícil dejar de beber, aunque exista conciencia de que el consumo está generando consecuencias negativas.

Aparecen síntomas de abstinencia leves al suspender el consumo, como la irritabilidad, la ansiedad o el insomnio.

También se observan dificultades en las relaciones interpersonales, el trabajo o el estudio, pero la persona aún conserva cierta funcionalidad.

En esta etapa, las distorsiones cognitivas como “yo controlo”, “puedo dejarlo cuando quiera” o “el alcohol no me afecta tanto” son frecuentes.

Etapa avanzada: dependencia grave o alcoholismo crónico

El tercer grado es el más grave.

En esta etapa, el alcohol se convierte en el eje central de la vida de la persona.

La dependencia física y psicológica es evidente, hay tolerancia alta (se necesita más cantidad para sentir el mismo efecto) y los síntomas de abstinencia son intensos (temblores, sudoración, ansiedad severa e incluso convulsiones en casos extremos).

La funcionalidad está deteriorada: hay ausencias laborales, conflictos familiares constantes, aislamiento social, deterioro físico y problemas legales o financieros.

Desde la psicología cognitivo-conductual, es común observar una red de creencias y hábitos muy consolidados, lo que requiere una intervención estructurada y, muchas veces, acompañamiento médico.

Grados de alcoholismo según el DSM-5

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) no utiliza la palabra “alcoholismo”, pero clasifica el trastorno por consumo de alcohol en tres niveles de severidad: leve, moderado y grave, según el número de criterios que la persona cumple (de un total de 11).

Esta clasificación clínica permite adaptar el tratamiento a la severidad del problema:

  • Leve: 2-3 criterios
  • Moderado: 4-5 criterios
  • Grave: 6 o más criterios

Estos criterios incluyen, por ejemplo, consumo en mayores cantidades de lo previsto, intentos fallidos de dejar de beber, deseo intenso de consumir, interferencia con responsabilidades y desarrollo de tolerancia o síntomas de abstinencia.

Caso clínico

Javier, de 34 años, buscó ayuda psicológica luego de que su pareja le pidiera separarse debido a su comportamiento bajo los efectos del alcohol.

Al principio, afirmaba que solo bebía socialmente.

Sin embargo, al realizar una evaluación más profunda, reconoció que bebía todos los días “para relajarse”, que se le dificultaba parar una vez que comenzaba y que necesitaba más alcohol para sentir los mismos efectos.

En base a los criterios del DSM-5, Javier cumplía con 6 de los 11 criterios, por lo que fue diagnosticado con un trastorno por consumo de alcohol grave.

El tratamiento incluyó psicoterapia cognitivo-conductual y derivación a atención médica especializada.

Con el tiempo, pudo identificar las creencias que mantenían su adicción, como “el alcohol es lo único que me calma”, y desarrollar nuevas estrategias de regulación emocional.

Sugerencias prácticas para el lector

  • Reflexiona sobre tu consumo: ¿Con qué frecuencia y en qué cantidad bebes? ¿Te resulta difícil detenerte?
  • Evalúa consecuencias: ¿Tu consumo ha afectado tu trabajo, relaciones o salud?
  • Consulta con un profesional: Una evaluación clínica permite determinar si hay un trastorno y su grado.
  • No minimices el problema: El alcoholismo no es solo beber en exceso, sino perder el control del consumo.
  • Busca apoyo temprano: Cuanto antes se detecte el problema, más fácil será intervenir de forma eficaz.

Conclusión

Sí, existen grados de alcoholismo, y reconocerlos permite intervenir de manera más efectiva.

No todas las personas que enfrentan un problema con el alcohol lo viven del mismo modo, por lo que una clasificación clara es útil tanto para la persona como para el profesional que la acompaña.

Desde la perspectiva cognitivo-conductual, identificar los pensamientos y emociones que refuerzan el consumo permite diseñar intervenciones terapéuticas que realmente ayuden a cambiar hábitos de fondo.

No hay que esperar a tocar fondo para buscar ayuda: la prevención y la atención temprana son claves.

Recursos a explorar

Referencias bibliográficas

  • American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5.
  • National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism. (2023). Alcohol Use Disorder: A comparison between DSM-IV and DSM-5.
  • Marlatt, G. A., & Donovan, D. M. (2005). Relapse Prevention: Maintenance Strategies in the Treatment of Addictive Behaviors.

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