¿Cuál es la depresión leve?
Cuando escuchamos hablar de qué es depresión, solemos imaginar cuadros graves, personas sin fuerzas para levantarse de la cama o con pensamientos profundamente negativos.
Sin embargo, no toda depresión se presenta con esa intensidad.
Existe una forma más sutil pero igualmente significativa: la depresión leve.
Este tipo de trastorno del estado de ánimo puede pasar desapercibido tanto para quien lo padece como para su entorno, pero sus efectos acumulativos pueden deteriorar la calidad de vida si no se detectan y tratan a tiempo.
Desde una perspectiva cognitivo-conductual, este artículo explora cómo identificar, comprender y abordar la depresión leve, subrayando la importancia de no minimizar los primeros signos del sufrimiento psicológico.

Cómo se manifiesta la depresión leve
La depresión leve es uno de los tipos de depresión, caracterizado por la presencia de sígnos de depresión que, aunque no cumplen con todos los criterios para un episodio depresivo mayor, son persistentes y afectan el bienestar emocional, cognitivo y funcional de la persona.
Desde la terapia cognitivo-conductual, se comprende este cuadro como un patrón de:
- Pensamientos intrusivos negativos
- Emociones de tristeza o vacío
- Conductas de evitación o pasividad
- Un entorno que puede reforzar la inactividad o la autocrítica
En este tipo de depresión, los síntomas son más moderados y tienden a ser atribuidos al estrés, la fatiga o los “problemas del día a día”.
Sin embargo, la persona experimenta un estado emocional alterado que se sostiene en el tiempo:
- Puede sentirse desmotivada
- Poco interés por actividades que antes disfrutaba
- Dificultad para concentrarse
- Baja autoestima.
- Verbalizar frases de depresión
Todo sin llegar a niveles incapacitantes.
Un ejemplo típico puede ser el de alguien que cumple con sus responsabilidades laborales y sociales, pero lo hace con esfuerzo interno, sintiendo que todo cuesta más de lo habitual.
Quizás sonríe y mantiene una apariencia funcional, pero por dentro experimenta un vacío constante, pensamientos de insuficiencia o una tristeza que no se disipa.
Criterios diagnósticos de la depresión leve y diferencias con otros trastornos
Para diagnosticar una depresión leve, los profesionales de la salud mental utilizan criterios establecidos en manuales diagnósticos como el DSM-5 o la CIE-11.
En términos generales, se requieren al menos dos o tres síntomas del episodio depresivo mayor, presentes durante un mínimo de dos semanas, sin alcanzar la intensidad suficiente para considerarse un episodio moderado o severo.
Los síntomas más frecuentes incluyen:
- Estado de ánimo bajo la mayor parte del día.
- Disminución del interés o placer por las actividades.
- Fatiga o pérdida de energía.
- Problemas de concentración o indecisión.
- Cambios en el apetito o el sueño.
- Sentimientos de inutilidad o culpa leve.
Una diferencia fundamental con la distimia (trastorno depresivo persistente) radica en la duración o como una depresión atipica.
Mientras que la depresión leve puede durar semanas o algunos meses, la distimia se extiende por al menos dos años y suele tener un curso crónico.
Por otro lado, a diferencia de un episodio depresivo mayor, la depresión leve permite cierto nivel de funcionamiento, aunque disminuido.
Desde el enfoque cognitivo-conductual, se presta especial atención a los esquemas de pensamiento disfuncionales presentes en esta etapa, ya que estos pueden predisponer al agravamiento del cuadro si no son intervenidos.
Pensamientos como “no soy lo suficientemente bueno”, “no tengo energía para nada” o “no vale la pena intentarlo” suelen estar presentes de forma repetitiva y generan un ciclo de pasividad, insatisfacción y tristeza.
Factores desencadenantes y mantenimiento del malestar de la depresión leve
La depresión leve no aparece de manera aislada.
Existen múltiples factores que pueden contribuir a su aparición y mantenimiento.
Entre los más comunes se encuentran:
- Estrés crónico laboral o académico.
- Conflictos interpersonales prolongados.
- Falta de sentido o propósito en la vida diaria.
- Problemas de autoestima o autocrítica excesiva.
- Eventos de pérdida o frustración emocional no elaborados.
Desde el modelo cognitivo-conductual, se considera que estos factores externos interactúan con esquemas internos rígidos o negativos, generando una interpretación pesimista de la realidad.
Por ejemplo, una persona que ha experimentado repetidos fracasos laborales puede internalizar la creencia de que “siempre será un inútil”, lo que disminuye su motivación, incrementa su ansiedad anticipatoria y refuerza conductas de evitación.
En muchos casos, la depresión leve se instala de forma silenciosa, ya que la persona puede seguir cumpliendo con sus obligaciones, aunque con menor eficacia o disfrute.
Esto retrasa la búsqueda de ayuda, ya que se tiende a pensar que “no es tan grave” o que “se va a pasar solo”.
Este tipo de postergación puede permitir que el cuadro evolucione hacia formas más severas de depresión.
Intervención desde la terapia cognitivo-conductual
La terapia cognitivo-conductual (TCC) es una de las formas más eficaces para abordar la depresión leve.
Su objetivo es ayudar a la persona a identificar y modificar patrones de pensamiento negativos, aumentar las actividades gratificantes y desarrollar habilidades para afrontar el estrés y mejorar su calidad de vida.
Las estrategias más utilizadas incluyen:
- Reestructuración cognitiva: Consiste en identificar pensamientos automáticos negativos y cuestionar su validez, reemplazándolos por interpretaciones más equilibradas y realistas.
- La activación conductual: Se centra en recuperar el interés por actividades placenteras o valiosas, incluso cuando la motivación es baja. Esto interrumpe el ciclo de evitación y refuerza el sentido de logro.
- Entrenamiento en habilidades de afrontamiento: Incluye técnicas de solución de problemas, regulación emocional y habilidades sociales para enfrentar mejor las situaciones estresantes.
- Psicoeducación: Ayuda a comprender la naturaleza de la depresión leve, su evolución y las herramientas para manejarla. Brindar información clara y científica fortalece la autonomía del paciente.
En casos donde el cuadro presenta riesgo de cronificación, puede considerarse también el apoyo farmacológico prescrito por un psiquiatra.
Sin embargo, en depresiones leves, la TCC por sí sola suele ofrecer resultados muy positivos, especialmente cuando se aplica precozmente.
Sugerencias prácticas para quienes viven con depresión leve
- No minimices tu malestar. Sentirse mal “sin una razón grave” no significa que no sea válido. Tu sufrimiento merece atención.
- Busca apoyo psicológico. Un terapeuta con enfoque cognitivo-conductual puede ayudarte a entender lo que te pasa y enseñarte estrategias para mejorar.
- Recupera actividades significativas. Aunque al principio cueste, intenta realizar al menos una actividad placentera al día.
- Cuida tu rutina de sueño y alimentación. Dormir bien y mantener hábitos regulares impacta directamente en tu estado emocional.
- Evita el aislamiento. Habla con alguien de confianza. Compartir lo que sientes puede aliviar la carga interna.
- Escribe tus pensamientos. Anotar lo que piensas y sientes puede ayudarte a identificar patrones negativos que antes pasaban desapercibidos. Aprende a cómo hacer un diario de gratitud.
- No te juzgues por tener síntomas. La depresión leve no es sinónimo de debilidad. Es una señal de que necesitas cuidarte.
Conclusión
La depresión leve no debe subestimarse.
Aunque sus síntomas puedan parecer manejables al inicio, representan una alerta importante del equilibrio emocional.
Desde la mirada cognitivo-conductual, intervenir en esta etapa permite prevenir el deterioro funcional, fortalecer la resiliencia y recuperar la conexión con actividades y relaciones significativas.
Reconocer que algo no está bien, aunque aún puedas “funcionar”, es el primer paso hacia una vida más plena y coherente con tus necesidades emocionales.
La ayuda está disponible, y el cambio es posible.
Links de interés
- Depresión leve – NHS UK
- Síntomas y tipos de depresión – Mayo Clinic
- Artículo relacionado: ¿Cuál es la depresión de alto funcionamiento? – terapiaconrazon.com
Referencias bibliográficas
- Beck, A. T., Rush, A. J., Shaw, B. F., & Emery, G. (1979). Terapia cognitiva de la depresión. Ediciones Paidós.
- Cuijpers, P., Karyotaki, E., Weitz, E., Andersson, G., Hollon, S. D., van Straten, A. (2016). The effects of psychotherapies for major depression in adults on remission, recovery and improvement: a meta-analysis. Journal of Affective Disorders, 202, 511–517.
- Clark, D. A., & Beck, A. T. (2010). Cognitive therapy of anxiety disorders: Science and practice. Guilford Press.