Estrés positivo
Cuando hablamos de estrés, la mayoría de las personas lo asocia con algo negativo: ansiedad, agotamiento, enfermedades. Sin embargo, existe un tipo de estrés que puede ser beneficioso, necesario y hasta deseable; estrés positivo.
Este fenómeno, conocido como estrés positivo o eustrés, representa una respuesta adaptativa que impulsa a la acción, el crecimiento y la superación personal.
Desde la psicología cognitivo-conductual, entender qué es el estrés positivo permite no solo reformular nuestras creencias sobre el malestar, sino también aprender a diferenciar entre una carga dañina y un desafío estimulante.

Desarrollo del tema
El estrés como respuesta biológica funcional
El estrés es, antes que nada, una respuesta natural del cuerpo frente a demandas del entorno. Esta activación fisiológica, mediada por el sistema nervioso y endocrino, nos prepara para actuar con eficacia ante situaciones que requieren atención, esfuerzo o adaptación.
El corazón late más rápido, los músculos se tensan, la mente se enfoca. Cuando esta activación ocurre de forma moderada y controlada, hablamos de estrés positivo: un estado que moviliza nuestros recursos internos sin sobrepasar los límites del bienestar.
El estrés positivo no solo es funcional, sino también deseable. Se presenta en momentos de crecimiento personal, metas importantes o desafíos laborales estimulantes.
Un examen académico, una entrevista de trabajo, una competencia deportiva o un nuevo proyecto pueden desencadenar este tipo de activación, que se experimenta como entusiasmo, energía y enfoque.
En este sentido, el estrés positivo es el motor que impulsa el rendimiento, la creatividad y el logro.
Diferencias entre eustrés y distrés
Desde la psicología cognitivo-conductual, es crucial distinguir entre eustrés (estrés positivo) y distrés (estrés negativo).
Mientras el primero se caracteriza por ser temporal, manejable y estar alineado con nuestras metas, el segundo aparece cuando la demanda percibida supera nuestra capacidad de afrontamiento.
La diferencia no está tanto en el estímulo externo, sino en cómo interpretamos y respondemos a esa situación.
Por ejemplo, dos personas pueden enfrentar una misma tarea exigente. Una la ve como un desafío que la motiva a prepararse y superarse; otra, como una amenaza que la paraliza.
Esta diferencia depende de factores cognitivos como las creencias personales, el nivel de autoeficacia, la experiencia previa y el estilo de afrontamiento.
Por eso, la misma situación puede generar estrés positivo o negativo según el marco mental del individuo.
El papel de los pensamientos en la activación saludable
Los pensamientos tienen un rol central en cómo vivimos el estrés. Desde la perspectiva cognitivo-conductual, nuestras interpretaciones influyen directamente en nuestras emociones y reacciones fisiológicas.
Cuando pensamos que una situación es manejable, útil o significativa, es más probable que se active un estrés positivo. En cambio, si la percibimos como abrumadora, injusta o incontrolable, se activa el distrés.
Desarrollar una mentalidad de crecimiento —la creencia de que podemos aprender, mejorar y adaptarnos— favorece la aparición del estrés positivo. Este tipo de enfoque no niega la dificultad, pero la ve como una oportunidad en vez de una amenaza.
La reestructuración cognitiva, una técnica propia de este enfoque, ayuda a cuestionar interpretaciones automáticas negativas y reemplazarlas por pensamientos más funcionales y realistas.
Cómo fomentar el estrés positivo en la vida diaria
El estrés positivo no ocurre por casualidad; se puede entrenar.
Exponerse gradualmente a desafíos, establecer metas alcanzables, organizar el tiempo, cuidar la salud física y emocional, y rodearse de entornos que promuevan el desarrollo personal son formas de cultivar eustrés.
También es importante aprender a tolerar cierto grado de incomodidad, ya que muchas veces el crecimiento se encuentra fuera de la zona de confort.
La gestión del estrés, entonces, no consiste en eliminar toda forma de tensión, sino en aprender a regularla. La clave está en equilibrar la activación con la recuperación.
Alternar momentos de esfuerzo con pausas significativas permite que el organismo se recupere y mantenga su vitalidad. De esta manera, el estrés deja de ser un enemigo para convertirse en un aliado de la evolución personal.
Sugerencias prácticas para el lector
- Redefine tus desafíos como oportunidades de aprendizaje: cambia el “no puedo con esto” por “esto me ayudará a crecer”.
- Utiliza la técnica del “como si”: actúa como si ya tuvieras los recursos para afrontar una situación; esto aumenta la confianza.
- Cuida tu cuerpo para potenciar tu mente: el sueño, la alimentación y el ejercicio físico regulan la respuesta al estrés. Practica el higiene del sueño.
- Busca metas significativas: los objetivos que se conectan con tus valores personales generan un tipo de estrés estimulante.
- Incorpora pausas intencionales en tu día: el descanso no es un lujo, es una condición para sostener el esfuerzo saludable.
- Entrena tu diálogo interno: observa cómo te hablas frente a las dificultades y reemplaza frases catastrofistas por otras más útiles.
Conclusiones
El estrés positivo es una señal de que estamos vivos, conectados con nuestras metas y dispuestos a crecer. No se trata de vivir sin tensión, sino de aprender a distinguir la que impulsa de la que desgasta.
Desde la psicología cognitivo-conductual, el eustrés es una herramienta clave para el bienestar, siempre que se acompañe de una mentalidad flexible, estrategias de afrontamiento eficaces y hábitos saludables.
Reconocer y fomentar el estrés positivo nos permite actuar con propósito, adaptarnos a los cambios y convertir los desafíos en oportunidades.
En lugar de temer al estrés, podemos aprender a utilizarlo como una fuente de motivación, claridad y fortaleza interior y. evita desarrollar un estrés crónico.
Links de interés
- American Institute of Stress – Eustress: Good Stress vs. Bad Stress
- Harvard Health – The positive effects of stress
Referencias bibliográficas
- Selye, H. (1974). Stress without distress. Lippincott.
- Lazarus, R. S., & Folkman, S. (1984). Stress, appraisal, and coping. Springer Publishing.
- Beck, J. S. (2011). Terapia cognitiva: Teoría y práctica. Ediciones Paidós.
Pingback: Síntomas del estrés positivo: cuando la presión impulsa el crecimiento - Terapia con Razón