¿Existen las crisis de pánico crónica?
Las crisis de pánico, aunque breves en duración, pueden tener un impacto profundo y duradero en la vida de quien las padece.
Para algunas personas, estos episodios no ocurren de manera aislada o esporádica, sino que se repiten con frecuencia, de forma persistente a lo largo del tiempo.
Esto lleva a una pregunta crucial: ¿existen las crisis de pánico crónica?
La respuesta, desde la psicología cognitivo-conductual, requiere comprender no solo el fenómeno fisiológico del pánico, sino también cómo se mantiene en el tiempo y qué lo diferencia de otras tipos de ansiedad.

¿Existen las crisis de pánico crónica?
Entendiendo el pánico más allá del episodio
Una crisis de pánico se define como un episodio súbito de miedo o malestar intenso que alcanza su pico en minutos, acompañado por síntomas físicos de ansiedad como taquicardia, sudoración, sensación de ahogo o mareo, y pensamientos catastróficos.
En muchos casos, este tipo de crisis aparece sin una causa externa clara.
Sin embargo, cuando estos ataques se vuelven recurrentes y generan una preocupación constante por su aparición, podemos estar ante un trastorno de pánico.
Desde esta perspectiva, no se habla estrictamente de “crisis de pánico crónica” como diagnóstico oficial, pero sí de un trastorno de pánico que puede volverse crónico si no se trata adecuadamente.
En otras palabras, entender qué es una crisis de pánico ayuda a diferenciar que lo crónico no es la crisis en sí, sino el patrón repetitivo, persistente y debilitante que puede mantenerse por años, con brotes periódicos o incluso diarios.
Además es importante diferenciar los síntomas de una crisis de pánico de los síntomas de ansiedad.
¿Por qué se vuelven crónicas las crisis de pánico?
Uno de los factores centrales que explica la cronificación del pánico es el miedo al miedo.
Las personas comienzan a temer sus propios síntomas físicos, evitando situaciones, lugares o actividades por miedo a que una nueva crisis se presente.
Esta evitación no solo mantiene el problema, sino que lo refuerza.
El sistema nervioso se vuelve hipersensible, y el umbral para activar una nueva crisis disminuye.
Desde la psicología cognitivo-conductual, este proceso se estudia a través del modelo de condicionamiento clásico y operante: si una persona tuvo una crisis en un supermercado, podría evitar ir allí de nuevo, y esa evitación se refuerza al disminuir momentáneamente su ansiedad.
Sin embargo, esta conducta evita la habituación y perpetúa el problema.
El impacto funcional de una crisis de pánico crónica
Cuando las crisis de pánico no son tratadas a tiempo, pueden volverse un factor limitante severo en la vida de una persona.
Algunas de las consecuencias más comunes incluyen:
- Evitación de espacios públicos o medios de transporte.
- Aislamiento social y pérdida de vínculos afectivos.
- Dificultades laborales por ausencias frecuentes o bajo rendimiento.
- Desarrollo de agorafobia, donde se evita cualquier lugar donde escapar sea difícil.
- Alta dependencia de medicamentos ansiolíticos sin acompañamiento terapéutico.
Por esto, es fundamental distinguir entre una crisis ocasional y un patrón repetitivo que puede convertirse en una forma de ansiedad crónica, generando un impacto emocional sostenido.
Tratamientos efectivos para detener la cronificación
La buena noticia es que las crisis de pánico crónicas son altamente tratables con intervención psicoterapéutica, en especial con enfoques basados en la evidencia como la terapia cognitivo-conductual.
Esta terapia trabaja sobre tres pilares fundamentales:
- Psicoeducación: Aprender cómo funciona el cuerpo y la mente durante el pánico disminuye el miedo a los síntomas.
- Exposición gradual: Afrontar de manera gradual las situaciones evitadas permite disminuir la sensibilidad al pánico.
- Reestructuración cognitiva: Identificar y desafiar pensamientos catastrofistas (“me voy a morir”, “perderé el control”) reduce la ansiedad anticipatoria.
En casos más severos, el tratamiento puede incluir la coordinación con un psiquiatra, quien puede indicar medicación ansiolítica o antidepresiva como apoyo a la intervención psicológica.
Lo esencial es que la medicación no sustituya el proceso terapéutico, sino que lo complemente.
Sugerencias prácticas para el lector
- Busca ayuda profesional si las crisis se repiten con frecuencia. La cronificación no es inevitable si se trata a tiempo.
- Evita la evitación. Afrontar lo que temes es el primer paso para superar el pánico.
- Lleva un registro de tus síntomas, pensamientos y contextos. Esto permite identificar patrones y trabajar sobre ellos.
- No confundas alivio inmediato con solución duradera. La respiración o los ansiolíticos pueden calmar, pero no resuelven el problema de fondo.
- Apóyate en grupos o espacios terapéuticos seguros, donde puedas compartir tu experiencia sin juicio.
Conclusión
Entonces, ¿existen las crisis de pánico crónica?
No, como diagnóstico específico, pero sí como un patrón persistente y debilitante que puede mantenerse por años si no se interviene adecuadamente.
Desde la psicología cognitivo-conductual, entendemos que este tipo de crisis no son aleatorias ni inevitables.
Son el resultado de aprendizajes, interpretaciones erróneas y evitaciones que pueden modificarse con terapia.
La solución existe, está respaldada por evidencia y está al alcance de quien decida dar el primer paso.
Links de interés
- ¿Qué hacer en crisis de pánico?
- Información clínica sobre el trastorno de pánico – MedlinePlus
- Guía para la terapia cognitivo-conductual del pánico – APA
Referencias bibliográficas
- Clark, D. M. & Beck, A. T. (2012). Terapia cognitiva para trastornos de ansiedad. Desclée de Brouwer.
- Craske, M. G. (2015). Cognitive-Behavioral Therapy for Panic Disorder. Oxford University Press.
- Barlow, D. H. (2002). Ansiedad y sus trastornos: La naturaleza y el tratamiento de la ansiedad y el pánico. McGraw-Hill.