¿Cómo saber si es ansiedad o TDAH?
Muchas personas adultas y adolescentes que consultan por problemas de concentración, inquietud, impulsividad o distracción persistente se enfrentan a una duda común: ¿cómo saber si es ansiedad o TDAH?
Esta pregunta no solo es válida, sino esencial, ya que ambos trastornos comparten síntomas clave, aunque su origen, tratamiento y pronóstico son distintos.
Desde una perspectiva cognitivo-conductual, es importante identificar correctamente el diagnóstico para poder intervenir de forma efectiva y mejorar la calidad de vida del paciente.

Comprendiendo las similitudes entre ansiedad y TDAH
En primer lugar, tanto la ansiedad como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) pueden manifestarse con dificultades en la concentración, olvidos frecuentes, inquietud motora o problemas para completar tareas.
Esta superposición de síntomas puede llevar a confusiones en el diagnóstico, especialmente cuando no se realiza una evaluación clínica profunda.
Por ejemplo, una persona con ansiedad generalizada podría mostrar pensamientos rumiantes, preocupaciones constantes y tensión muscular, lo que interfiere en su capacidad para enfocarse.
Mientras tanto, una persona con TDAH puede parecer distraída, pero no debido a preocupaciones internas, sino a una dificultad neurobiológica para sostener la atención o filtrar estímulos irrelevantes del entorno.
A simple vista, ambos podrían parecer igual de “distraídos”, pero las causas son muy distintas.
El núcleo de cada trastorno: diferencias clave
Desde un enfoque clínico, la ansiedad es una respuesta emocional ante una percepción de amenaza, ya sea real o imaginaria.
El cuerpo se activa a través del sistema nervioso simpático, lo que puede provocar síntomas físicos de ansiedad como palpitaciones, sudoración, hipervigilancia, el insomnio, entre otros.
En cambio, el TDAH es un trastorno del neurodesarrollo, caracterizado por un patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que interfiere con el funcionamiento cotidiano.
Una diferencia central está en la temporalidad de los síntomas.
La ansiedad suele ser episódica o situacional; aparece ante determinados contextos o preocupaciones.
El TDAH, en cambio, tiene un curso crónico, y los síntomas se presentan desde la infancia, incluso antes de los 12 años, y se mantienen en el tiempo.
Otra distinción relevante es que la ansiedad se acompaña de una hiperactividad mental, mientras que el TDAH se asocia más a una impulsividad conductual.
Una persona ansiosa puede dudar mucho antes de actuar, temiendo consecuencias negativas; alguien con TDAH, por el contrario, puede actuar sin pensar, guiado por la urgencia o la falta de inhibición.
Evaluación profesional: cómo saber si es ansiedad o TDAH
Para responder a la pregunta “¿cómo saber si es ansiedad o TDAH?”, es imprescindible contar con una evaluación clínica integral realizada por profesionales de la salud mental.
Esta evaluación debe incluir entrevistas clínicas, revisión de antecedentes médicos y escolares, cuestionarios validados y, en muchos casos, observaciones del comportamiento.
En el diagnóstico diferencial también se analiza la historia del paciente:
¿los síntomas se presentaban desde la infancia o comenzaron recientemente?
¿Las dificultades de atención están asociadas a pensamientos ansiosos o son independientes de ellos?
¿La inquietud se presenta incluso en contextos relajados o sólo en situaciones estresantes?
Desde la terapia cognitivo-conductual, se observan los patrones de pensamiento, conducta y emoción que están presentes en la vida cotidiana.
Esto ayuda a identificar si la atención está afectada por preocupaciones y miedos (característicos de la ansiedad) o si existe una desconexión constante y persistente sin una causa emocional evidente (propio del TDAH).
Tratamiento desde la perspectiva cognitivo-conductual
Una vez identificado correctamente el diagnóstico, el tratamiento puede ser mucho más efectivo.
En el caso de la ansiedad, la terapia cognitivo-conductual se enfoca en trabajar los pensamientos distorsionados, reducir la evitación, entrenar la regulación emocional y practicar la exposición gradual a los temores.
En muchos casos se complementa con técnicas de relajación y ejercicios para la atención plena.
Para el TDAH, el abordaje incluye técnicas de organización del tiempo, entrenamiento en habilidades sociales, establecimiento de rutinas estructuradas y estrategias de reforzamiento positivo.
En algunos casos, puede ser necesaria la medicación psicoestimulante, bajo supervisión médica.
Además, es fundamental trabajar en la autoestima y en la comprensión del funcionamiento cognitivo particular de cada persona.
En ciertos casos, una persona puede tener ambos diagnósticos: ansiedad y TDAH comórbidos.
Esto requiere un abordaje combinado y coordinado, adaptado a las necesidades individuales del paciente.
Caso clínico: Tomás, 28 años
Tomás consultó por problemas de concentración en el trabajo, olvidos frecuentes y sensación de estar abrumado.
En la entrevista clínica refirió que, desde niño, siempre le costó mantener la atención en clase, pero nunca recibió diagnóstico.
En la adultez, comenzó a experimentar episodios de ansiedad ante entregas laborales y presentaciones públicas.
Tras una evaluación completa, se determinó que Tomás presentaba un TDAH de tipo combinado con ansiedad social secundaria.
La intervención combinó psicoeducación sobre el TDAH, estrategias de manejo del tiempo y la ansiedad, y entrenamiento en habilidades sociales.
Con el tiempo, logró mejorar su rendimiento laboral y su confianza en contextos sociales.
Sugerencias prácticas para el lector
- Si tienes dudas sobre si tus síntomas son ansiedad o TDAH, anota cuándo y cómo aparecen. ¿Surgen ante situaciones estresantes o están presentes todo el tiempo?
- Observa si hay antecedentes desde la infancia: el TDAH suele tener manifestaciones desde temprano.
- Evita autodiagnosticarte: consulta con un psicólogo o psiquiatra especializado para una evaluación adecuada.
- Trabaja con un terapeuta en estrategias concretas para mejorar la atención, reducir la ansiedad y organizar tu día a día.
- Mantén un estilo de vida saludable: buen descanso, alimentación equilibrada, actividad física y reducción de estímulos innecesarios.
Conclusión
Saber si lo que se experimenta es ansiedad o TDAH no siempre es fácil, ya que los síntomas pueden solaparse y generar confusión.
Sin embargo, una evaluación clínica especializada puede ayudar a diferenciar ambos cuadros y a establecer un tratamiento adecuado.
Desde la psicología cognitivo-conductual, el enfoque se centra en entender el origen de los síntomas, promover el autocuidado y desarrollar herramientas prácticas para la vida cotidiana.
La clave está en no minimizar los síntomas y buscar apoyo profesional a tiempo.
Recursos a explorar
- CHADD: Información sobre TDAH en adultos y niños
- ADAA: Asociación de Ansiedad y Depresión de América
- ¿Es estrés o ansiedad?
- ¿Es ansiedad o depresión?
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association. (2022). DSM-5-TR: Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (5ª ed. texto revisado).
- Barkley, R. A. (2015). Taking Charge of Adult ADHD. Guilford Press.
- Clark, D. A., & Beck, A. T. (2012). The Anxiety and Worry Workbook: The Cognitive Behavioral Solution. Guilford Press.
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