ayuda para crisis de pánico
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¿Cómo dar ayuda para crisis de pánico?

¿Cómo dar ayuda para crisis de pánico?

Cuando alguien atraviesa una crisis de pánico, el cuerpo parece estar al borde del colapso: respiración agitada, corazón acelerado, temblores, mareos, sensación de muerte inminente.

Para quien observa desde fuera, puede parecer exagerado o incomprensible, pero para quien lo vive, es aterrador.

Saber cómo actuar en esos momentos marca una gran diferencia. La ayuda para crisis de pánico no solo alivia el episodio, también fortalece los vínculos y ofrece seguridad emocional.

Desde la psicología cognitivo-conductual, aprender a intervenir de forma adecuada puede ser clave para contener el malestar y prevenir su intensificación.

ayuda para crisis de pánico
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¿Cómo dar ayuda para crisis de pánico?

¿Qué es una crisis de pánico y por qué ocurre?

Una crisis de pánico es una descarga súbita de ansiedad intensamente que alcanza su punto máximo en pocos minutos.

Se acompaña de síntomas físicos intensos como:

  • Sudoración
  • Palpitaciones
  • Opresión en el pecho
  • Dificultad para respirar
  • Sensación de desmayo
  • Pérdida de control

Lo más frecuente es que no exista un peligro real.

Entonces, ¿Por qué dan crisis de pánico? Desde el enfoque cognitivo-conductual, estas crisis ocurren porque la persona interpreta erróneamente sensaciones corporales como amenazas graves.

Por ejemplo, sentir el corazón acelerado puede llevar al pensamiento “me va a dar un infarto”, lo que aumenta aún más la ansiedad y cierra el círculo.

En muchas ocasiones, el temor a sufrir otra crisis se vuelve más angustiante que la propia experiencia.

Por eso, ofrecer ayuda desde el entorno cercano puede reducir la intensidad del episodio y evitar que se cronifique.

¿Cómo brindar ayuda en el momento de la crisis?

Lo primero es reconocer que una crisis de pánico es una experiencia real, aunque no implique un peligro físico.

Conocer y entender los síntomas de una crisis de pánico es crucial para saber cuándo y cómo prestar la ayuda.

Desacreditar o minimizar la vivencia (“estás exagerando”, “no es para tanto”) no solo invalida el sufrimiento, sino que puede aumentar la sensación de soledad y falta de comprensión.

Desde el enfoque cognitivo-conductual, algunas acciones concretas para dar ayuda para crisis de pánico son:

  • Permanecer con la persona: La sola presencia calma. Acompaña sin invadir, y si es posible, lleva a un lugar tranquilo.
  • Hablar con voz pausada: Evita frases alarmantes. Reafirma que estás ahí, que es una experiencia pasajera y que no están solos.
  • Guiar la respiración: La hiperventilación agrava los síntomas. Ayuda a respirar lento y profundo, con énfasis en la exhalación. Aprende aquí algunos ejemplos de ejercicios de respiración.
  • Focalizar la atención: Invita a mirar un objeto, nombrar colores o tocar una textura. Esto rompe el foco en las sensaciones internas.
  • No forzar explicaciones: Después de la crisis, si la persona lo desea, podrá hablar. Durante, solo necesita contención y validación.

Estas acciones simples tienen un gran poder terapéutico porque interrumpen la escalada de ansiedad y ayudan a recuperar el control.

¿Qué no hacer durante una crisis de pánico?

Existen errores comunes que pueden agravar la situación, incluso con buena intención. Algunas conductas que es mejor evitar incluyen:

  • Dar órdenes o presionar: Frases como “¡cálmate!” o “¡ya basta!” generan más ansiedad y frustración.
  • Buscar soluciones inmediatas: Intentar razonar (“no hay nada que temer”, “todo está bien”) en medio de una crisis puede ser contraproducente. La persona no puede procesar lógica en ese estado.
  • Invalidar la experiencia: Frases como “eso es solo mental” o “es tu imaginación” pueden hacer sentir que su sufrimiento no es legítimo.
  • Retirar abruptamente el apoyo: Irse o ignorar puede aumentar el miedo al abandono y reforzar el pánico.

La clave es acompañar desde la comprensión, sin invadir ni restar importancia.

¿Cómo ayudar después de la crisis?

Una vez que la crisis ha pasado, el cuerpo vuelve lentamente a su estado basal, pero muchas personas quedan emocionalmente vulnerables. En esta etapa, la ayuda puede tomar otra forma:

  • Escuchar sin juicio: Permitir que la persona exprese cómo se sintió, sin corregir ni minimizar.
  • Ofrecer información: Si no lo sabía, explicarle qué es una crisis de pánico y por qué ocurre, desde una perspectiva cognitivo-conductual, puede aliviar temores.
  • Sugerir apoyo profesional: Reforzar con empatía que acudir a psicoterapia no es señal de debilidad, sino un acto de autocuidado.
  • Evitar la sobreprotección: No asumir un rol salvador. Es mejor fomentar la autonomía con soporte emocional.
  • Reforzar habilidades: Si la persona ya está en tratamiento, recordarle las técnicas que ha aprendido (respiración, reestructuración de pensamientos, exposición).

Apoyar desde un lugar respetuoso y colaborativo fortalece la percepción de eficacia personal y reduce el riesgo de nuevas crisis.

Sugerencias prácticas para el lector

  1. Infórmate sobre las crisis de pánico: Conocer sus síntomas y causas ayuda a no reaccionar con miedo o juicio.
  2. Crea un plan en pareja o familia: Acordar previamente qué hacer ante una crisis reduce la incertidumbre en ambos lados.
  3. Ten a mano recursos visuales o auditivos calmantes: Música suave, imágenes relajantes o frases seguras pueden funcionar como anclas.
  4. Aprende técnicas de respiración consciente: Practícalas con regularidad para que puedas enseñarlas o modelarlas durante una crisis.
  5. Involucra a un profesional: Acompaña a la persona a buscar ayuda profesional si las crisis son recurrentes o interfieren con su vida diaria.

Conclusión

La ayuda para crisis de pánico no requiere conocimientos clínicos profundos, pero sí empatía, presencia y comprensión.

Saber qué hacer —y qué no hacer— permite cortar el círculo del miedo y fortalecer el vínculo con quien sufre.

Desde la psicología cognitivo-conductual, el acompañamiento respetuoso y la psicoeducación son fundamentales para desactivar los pensamientos catastróficos y fomentar estrategias de afrontamiento saludables.

Estar presente puede ser el primer paso hacia la recuperación.

Links de interés

Referencias bibliográficas

  • Clark, D. M., & Beck, A. T. (2012). Terapia cognitiva para los trastornos de ansiedad. Desclée de Brouwer.
  • Barlow, D. H. (2002). Ansiedad y sus trastornos: La naturaleza y tratamiento de la ansiedad y el pánico. McGraw-Hill.
  • Craske, M. G., & Barlow, D. H. (2007). Mastery of Your Anxiety and Panic: Therapist Guide. Oxford University Press.

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