autismo y déficit atencional
autismo y déficit atencional

Principales diferencias entre autismo y déficit atencional

Autismo y déficit atencional

En la infancia y la adultez, es común que se presenten dificultades en la atención, la comunicación o la conducta social.

Pero cuando estas dificultades son persistentes, pueden deberse a condiciones clínicas como el Trastorno del Espectro Autista (TEA) o el Trastorno Déficit Atencional con o sin Hiperactividad (TDAH).

Estas dos condiciones comparten ciertos síntomas, pero son profundamente distintas en su origen, manifestación y tratamiento.

Comprender las diferencias entre autismo y déficit atencional es clave para realizar un diagnóstico adecuado y ofrecer intervenciones eficaces desde la psicología.

autismo y déficit atencional
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Principales diferencias entre autismo y déficit atencional

Naturaleza del trastorno: neurodesarrollo y funcionamiento

Tanto el autismo como el déficit atencional son trastornos del neurodesarrollo, pero difieren en sus áreas centrales de afectación.

El autismo se caracteriza por alteraciones en la comunicación social y la presencia de comportamientos repetitivos o intereses restringidos.

Las personas con TEA pueden tener dificultades para interpretar gestos, emociones o reglas sociales implícitas.

También pueden presentar hipersensibilidad sensorial y una necesidad de mantener rutinas.

El TDAH, por otro lado, se centra en alteraciones en la atención sostenida, el control de impulsos y la hiperactividad.

Las personas con TDAH suelen ser olvidadizas, distraídas, impulsivas y tener dificultades para planificar o sostener tareas.

Mientras que el TEA se vincula principalmente con la forma en que se percibe e interpreta el mundo social, el TDAH afecta sobre todo el control ejecutivo y la regulación de la atención.

Interacción social y lenguaje: claves para diferenciar

Una diferencia crítica entre autismo y déficit atencional está en la calidad de la interacción social.

En el autismo, las dificultades para relacionarse se manifiestan en problemas para leer expresiones faciales, mantener contacto visual, iniciar o sostener conversaciones recíprocas, y en la comprensión de normas sociales.

Incluso en casos de alto funcionamiento, puede haber rigidez en el lenguaje o patrones peculiares al hablar.

En el TDAH, las dificultades sociales están más relacionadas con la impulsividad o la distracción.

Por ejemplo, interrumpir conversaciones, no esperar turnos o parecer desinteresado por no prestar atención, aunque en realidad la intención social esté presente.

El lenguaje suele ser fluido, aunque desorganizado en algunos casos.

Dicho de otro modo, en el TDAH existe una intención social clara, aunque dificultada por el control de impulsos; mientras que en el autismo puede haber una comprensión limitada de las claves sociales implícitas.

Conductas repetitivas y flexibilidad cognitiva

Otro aspecto clave es la presencia de comportamientos repetitivos y la rigidez mental, que son característicos del autismo.

Las personas con TEA tienden a repetir movimientos (como aleteo de manos), insistir en rutinas fijas o mostrar obsesión por temas muy específicos.

Les cuesta adaptarse a los cambios y pueden experimentar malestar si su entorno se altera.

En el TDAH, estas conductas no son típicas.

Si bien puede haber intereses intensos o cambios de humor frente a la frustración, el patrón no sigue una necesidad estructurada de repetición ni una resistencia al cambio.

De hecho, los niños o adultos con TDAH suelen buscar novedad y estímulos constantemente, al contrario de lo que ocurre en el autismo.

Diagnóstico diferencial y comorbilidades

Distinguir entre autismo y déficit atencional no siempre es sencillo, especialmente porque ambos pueden coexistir.

Según el DSM-5, un mismo individuo puede ser diagnosticado con TEA y TDAH si cumple con los criterios de ambos trastornos.

Por ejemplo, un niño con autismo puede mostrar dificultades atencionales, pero su causa subyacente no es el TDAH, sino la distracción provocada por una sobrecarga sensorial o la falta de interés social.

De igual forma, un adulto con TDAH puede parecer insensible en interacciones sociales, pero no porque no comprenda las reglas sociales, sino porque actúa de forma impulsiva o está distraído.

Es fundamental una evaluación clínica completa, que incluya entrevistas, observación directa, aplicación de instrumentos estandarizados y revisión del historial evolutivo.

Caso clínico comparativo

Martín, de 9 años, presenta dificultades en la escuela.

Sus profesores lo describen como distraído, solitario y con escasa participación en clases.

Tras una evaluación psicológica, se detecta que Martín tiene un interés muy marcado en trenes, evita mirar a los ojos, tiene un vocabulario avanzado pero poco funcional en contextos sociales, y se angustia ante cualquier cambio en la rutina.

Su diagnóstico fue TEA de nivel 1.

Camila, de la misma edad, también tiene bajo rendimiento escolar.

Habla mucho en clase, no sigue instrucciones, pierde sus útiles constantemente y cambia de actividad sin terminar ninguna.

En la evaluación, se detectó un patrón impulsivo, sin problemas sociales mayores. Su diagnóstico fue TDAH, tipo combinado.

Este contraste ilustra cómo los síntomas pueden parecer similares en la superficie, pero responden a mecanismos distintos.

Sugerencias para padres, docentes y adultos

  • Observa si la dificultad está en la comprensión de las normas sociales (posible autismo) o en el control de la atención e impulsos (posible TDAH).
  • Busca ayuda profesional si notas rigidez extrema, hipersensibilidad sensorial o falta de reciprocidad emocional.
  • Usa rutinas claras y apoyos visuales, útiles tanto para el TEA como para el TDAH.
  • En TDAH, favorece ambientes con pocos distractores y refuerzos positivos ante metas pequeñas.
  • En TEA, promueve el desarrollo de habilidades sociales con apoyo estructurado y comprensivo.

Conclusión

Aunque comparten algunos síntomas, las diferencias entre autismo y déficit atencional son fundamentales para un diagnóstico y tratamiento adecuados.

Entender estas distinciones desde la psicología cognitivo-conductual permite intervenir de forma más empática, ajustada y efectiva.

Un diagnóstico certero no solo da claridad, sino también abre caminos de apoyo que pueden transformar la vida de quienes viven con estos trastornos.

Recursos a explorar

Referencias bibliográficas

  • American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5).
  • Lord, C., & Bishop, S. L. (2015). Autism spectrum disorders diagnosis, prevalence, and services for children and families. Social Policy Report, 27(2).
  • Barkley, R. A. (2015). Attention-deficit hyperactivity disorder: A handbook for diagnosis and treatment.

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