Ansioso ambivalente
El apego es el patrón emocional que guía cómo nos vinculamos con las personas que amamos.
Nace en la infancia, se moldea con nuestras experiencias tempranas y, aunque puede cambiar, tiende a repetirse en nuestras relaciones adultas.
Entre los estilos más estudiados se encuentra el apego ansioso ambivalente, un patrón en el que la necesidad de cercanía se combina con el temor constante al abandono.
Este estilo, también llamado en algunos textos apego ansioso inseguro, suele generar confusión porque las etiquetas parecen distintas, pero describen la misma base emocional.
Comprender sus matices no solo es un ejercicio académico; es un paso terapéutico para sanar la forma en que nos relacionamos.

¿El apego ansioso ambivalente es lo mismo que el apego ansioso inseguro?
¿Cómo son los apegos?
Históricamente, la teoría del apego fue desarrollada por John Bowlby y profundizada por Mary Ainsworth. Ainsworth, en sus estudios de la “Situación Extraña”, identificó tres estilos principales de apego infantil: seguro, ansioso ambivalente y evitativo.
Con el tiempo, la investigación clínica y social amplió estos conceptos a la vida adulta.
En ese proceso, el término apego ansioso inseguro empezó a usarse como una categoría más amplia que engloba al ansioso ambivalente, junto a otros subtipos, para describir a las personas que viven las relaciones con alta necesidad de cercanía y baja sensación de seguridad.
¿Son iguales o distintos?
La confusión entre ambos términos suele originarse en que en la infancia se habla más de “ansioso ambivalente”, mientras que en la adultez el lenguaje popular y algunos modelos terapéuticos prefieren “ansioso inseguro”.
Pero en esencia, ambos describen un patrón donde la atención está hiperfocalizada en el vínculo, donde cada signo de distancia o indiferencia se interpreta como amenaza, y donde las emociones oscilan entre la esperanza intensa y el temor doloroso.
Lo que cambia es más bien el contexto: en la infancia, este apego surge cuando el cuidador es inconsistente —a veces presente y afectuoso, otras ausente o emocionalmente distante—; en la adultez, se manifiesta como relaciones marcadas por la dependencia emocional, la hipersensibilidad al rechazo y la dificultad para confiar plenamente.
¿Cómo se trabaja desde la terapia cognitivo-conductual?
En terapia cognitivo-conductual, este patrón puede entenderse como una combinación de creencias centrales negativas (“No soy suficiente”, “Siempre me dejarán”) y distorsiones cognitivas como la lectura de mente o la catastrofización.
Estas creencias y distorsiones alimentan la ansiedad relacional, llevando a la persona a conductas de comprobación (buscar constantemente pruebas de amor o compromiso), a interpretaciones erróneas de la conducta ajena y a reacciones emocionales desproporcionadas frente a señales ambiguas.
Caso clínico
Un ejemplo práctico: Marta, de 32 años, relata que en sus relaciones siempre necesita mensajes constantes de su pareja.
Si un día su pareja tarda en responder, ella siente un nudo en el estómago, repasa mentalmente todas las posibles razones y concluye que ya no la quieren.
Aunque la pareja le asegura que está ocupada, Marta siente que esa explicación no basta. Aquí observamos cómo el apego ansioso ambivalente alimenta un ciclo:
pensamiento negativo → emoción intensa → conducta de búsqueda de seguridad → alivio momentáneo → nueva duda.
Terapéuticamente, trabajar este patrón implica varios pasos:
Primero, identificar las creencias y recuerdos que sostienen la inseguridad.
Segundo, aprender a diferenciar entre emociones basadas en hechos y aquellas basadas en interpretaciones.
Tercero, practicar habilidades de autorregulación como la respiración consciente o la atención plena, que permiten bajar la intensidad emocional antes de reaccionar.
Cuarto, desarrollar conductas que fomenten la autonomía emocional, como planificar actividades propias, reforzar amistades y cultivar intereses individuales.
El proceso no es rápido, pero es profundamente transformador.
Al aprender a reconocer el patrón, la persona deja de culparse por “ser demasiado sensible” y empieza a entender que su sensibilidad es una respuesta aprendida, no una condena.
Desde ahí, puede empezar a cultivar un apego más seguro, donde el amor y la cercanía no estén teñidos de miedo constante.
Sugerencias para el lector
- Observa tus reacciones en las relaciones cercanas y pregúntate: ¿están basadas en hechos o en interpretaciones?
- Escribe un registro de pensamientos cuando sientas ansiedad en el vínculo; luego revísalo en un momento de calma para identificar distorsiones.
- Practica pausas conscientes antes de responder a mensajes o conductas que percibas como distantes.
- Trabaja en actividades y metas personales que no dependan de tu pareja o personas cercanas.
- Considera la terapia como un espacio seguro para explorar la raíz de tu inseguridad afectiva y aprender nuevas formas de relacionarte.
Conclusión
El apego ansioso ambivalente y el apego ansioso inseguro son esencialmente el mismo patrón emocional, vistos desde diferentes perspectivas o etapas de la vida.
Comprenderlo no solo aclara un término, sino que abre una puerta para trabajarlo conscientemente.
Si reconoces en ti estas características, no es una sentencia inamovible: con autoconocimiento, terapia y práctica, es posible construir relaciones más equilibradas, donde la cercanía no dependa del miedo a perderla.
Recursos a explorar
- Guía sobre estilos de apego de la Asociación Americana de Psicología
- 7 herramientas para el apego ansioso
- ¿Cómo es el hombre con apego ansioso?
Referencias bibliográficas
- Bowlby, J. (1988). A secure base: Parent-child attachment and healthy human development. Basic Books.
- Ainsworth, M. D. S., Blehar, M. C., Waters, E., & Wall, S. (1978). Patterns of attachment: A psychological study of the strange situation. Lawrence Erlbaum.
- Mikulincer, M., & Shaver, P. R. (2016). Attachment in adulthood: Structure, dynamics, and change. Guilford Press.