Ansiedad repentina
Hay momentos en los que, sin advertencia alguna, el cuerpo se tensa, el corazón se acelera, la mente se inunda de miedo y la respiración se vuelve corta.
No hay un peligro evidente, pero la sensación es real y abrumadora.
Esta experiencia es común en quienes enfrentan lo que se conoce como ansiedad repentina, un fenómeno que puede desconcertar incluso a quienes nunca antes han tenido síntomas ansiosos.
Pero ¿realmente la ansiedad puede aparecer de forma inesperada? ¿Por qué ocurre sin un motivo aparente? ¿Es posible que algo tan invasivo surja en un cuerpo que hasta hace unos minutos se sentía bien?
La psicología cognitivo-conductual ofrece respuestas claras y herramientas concretas para abordar esta forma de ansiedad que, aunque aparece repentinamente, suele tener raíces profundas.

¿Qué significa vivir un episodio de ansiedad repentina?
Desde el enfoque cognitivo-conductual, un episodio de ansiedad repentina no es tan espontáneo como parece.
Aunque los síntomas puedan surgir de forma brusca, generalmente están precedidos por una serie de pensamientos intrusivos o activaciones fisiológicas que han pasado desapercibidas.
Es como si el cuerpo estuviera acumulando tensión sin que la mente consciente se diera cuenta… hasta que explota.
Estos episodios se relacionan con ataques de pánico o crisis de ansiedad, y pueden manifestarse con intensidad:
- Palpitaciones intensas
- Mareos o sensación de desmayo
- Opresión en el pecho por ansiedad
- Dificultad para respirar
- Sensación de muerte inminente
- Miedo a perder el control o volverse loco
Lo más desconcertante es que pueden presentarse incluso en momentos de calma aparente: al despertar, al manejar, en una reunión o viendo televisión.
Es precisamente esta imprevisibilidad lo que aumenta el temor de quien lo vive.
Sin embargo, desde la terapia cognitivo-conductual se enseña que esta ansiedad no es peligrosa, sino desregulada, y que se puede tratar de forma eficaz.
Causas de la ansiedad repentina: más allá del “no sé por qué”
Una de las frases más comunes que escuchamos en consulta es: “No sé por qué me pasó, estaba bien y de pronto me dio”.
Este “no saber” es comprensible, ya que muchas causas de la ansiedad repentina son invisibles para la conciencia inmediata.
Sin embargo, desde la psicología cognitivo-conductual es posible identificar al menos cuatro factores relevantes:
1. Pensamientos intrusivos negativos
El cerebro evalúa constantemente el entorno para anticipar amenazas.
Cuando se activan pensamientos catastróficos —aunque breves o sutiles—, pueden desencadenar una respuesta de ansiedad automática.
Por ejemplo, un pensamiento como “y si me pasa algo en el metro” puede ser suficiente para activar el sistema nervioso autónomo.
2. Sensibilidad corporal aumentada
Algunas personas tienen una atención hipervigilante a las sensaciones físicas.
Un pequeño cambio en el ritmo cardíaco, en vez de pasar desapercibido, se interpreta como signo de peligro.
Esta interpretación dispara la ansiedad, y el ciclo se retroalimenta.
3. Estrés crónico
Aunque el episodio sea repentino, muchas veces está precedido por semanas de tensión no expresada.
Es como si el cuerpo tuviera un “límite de carga”, y cuando se sobrepasa, responde con una crisis.
4. Condicionamiento y memoria emocional
Si en el pasado se ha vivido una experiencia ansiosa en cierto contexto (como manejar o hablar en público), el cuerpo puede responder de forma automática al reencontrarse con estímulos similares, incluso sin que lo recordemos conscientemente.
¿Es lo mismo ansiedad repentina que trastorno de pánico?
No necesariamente.
La ansiedad repentina puede ser un episodio aislado, una reacción a una situación puntual, o el inicio de un patrón más recurrente.
El trastorno de pánico, en cambio, implica ataques de pánico recurrentes, imprevisibles y con un miedo persistente a que se repitan.
Desde la psicología cognitivo-conductual, el foco está en identificar la frecuencia, intensidad y el impacto que estos episodios tienen en la vida cotidiana.
Si la persona empieza a evitar lugares o situaciones por miedo a experimentar nuevamente una crisis, es posible que estemos frente a un trastorno que requiere intervención clínica.
Un dato clave es que el miedo al miedo (ansiedad anticipatoria) se vuelve muchas veces más invalidante que el propio episodio.
Por eso, romper este círculo vicioso es esencial para la recuperación.
Caso clínico: Javier y el metro
Javier, de 31 años, consultó tras experimentar una crisis súbita de ansiedad en el metro.
Sintió que no podía respirar, creyó que iba a desmayarse y salir corriendo era su única opción.
Desde entonces, evitaba el transporte público.
En sesiones, trabajamos en:
- Identificar pensamientos intrusivos: “si me pasa de nuevo, me voy a morir”.
- Reestructurarlos con evidencia objetiva: “ya me pasó una vez y no me pasó nada grave”.
- Exponerse gradualmente a viajar acompañado y luego solo.
- Practicar técnicas de respiración para regular el sistema nervioso.
- Redirigir la atención del cuerpo a estímulos externos (técnica de grounding).
Después de diez sesiones, Javier pudo volver a usar el metro sin crisis, comprendiendo que lo que sentía no era peligroso, sino una reacción aprendida que podía desaprender.
Sugerencias prácticas para enfrentar la ansiedad repentina
Si has vivido alguna vez un episodio de ansiedad que apareció “de la nada”, estas estrategias pueden ayudarte a afrontarlo de manera más saludable:
- Respira con el abdomen: llevar aire al abdomen, no al pecho, ayuda a activar el sistema parasimpático. Incorpora la respiración diafragmática en tu rutina.
- Reconoce el ciclo del miedo: entender que el miedo a los síntomas puede intensificarlos es clave.
- Aplica el grounding: busca cinco cosas que veas, cuatro que puedas tocar, tres que puedas oír, dos que puedas oler y una que puedas saborear. Conoce las técnicas para desarrollar la atención plena.
- Normaliza tu experiencia: decirte frases como “esto es incómodo, pero no peligroso” ayuda a desactivar la amenaza percibida.
- No evites los espacios: evitar solo refuerza el miedo. La exposición progresiva es el mejor tratamiento.
- Busca ayuda profesional: la terapia cognitivo-conductual es altamente eficaz para trabajar estas crisis.
Conclusión
La ansiedad repentina puede asustar, desorientar e incluso generar miedo a perder el control.
Sin embargo, entender su funcionamiento nos permite desarmar el mito de que aparece sin razón.
Siempre hay causas, aunque estén escondidas. Y lo más importante: hay tratamiento.
Desde la perspectiva cognitivo-conductual, podemos enseñar al cuerpo y a la mente a responder de otra forma.
Se trata de identificar patrones, desactivar alarmas equivocadas y aprender nuevas estrategias de regulación emocional.
Porque sí, puede aparecer de repente, pero también puede desaparecer con acompañamiento, consciencia y herramientas.
Recursos útiles a explorar
- Información sobre crisis de ansiedad – Clínica Mayo
- Cómo manejar ataques de pánico – Mind UK
- ¿Cuál es la ansiedad obsesiva?
- ¿Cuál es la ansiedad orgánica?
Referencias bibliográficas
- Beck, A. T., Emery, G., & Greenberg, R. L. (2005). Ansiedad y fobias: una perspectiva cognitivo-conductual. Paidós.
- Clark, D. A., & Beck, A. T. (2012). The Anxiety and Worry Workbook: The Cognitive Behavioral Solution. Guilford Press.
- Craske, M. G., & Barlow, D. H. (2008). Panic disorder and agoraphobia. In D. H. Barlow (Ed.), Clinical handbook of psychological disorders (4th ed., pp. 1–64). Guilford Press.
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