alcoholismo hereditario
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¿Es el alcoholismo hereditario?

Alcoholismo hereditario

¿El alcoholismo se hereda? Esta es una de las preguntas más frecuentes en consulta psicológica cuando una persona con antecedentes familiares de consumo problemático comienza a preocuparse por su propio comportamiento.

La respuesta corta es que sí: el alcoholismo hereditario existe, pero no se transmite como un destino inevitable.

Más bien, se trata de una mayor vulnerabilidad biológica que interactúa con factores psicológicos y sociales, dando forma a un riesgo potencial que puede o no desarrollarse.

Desde la psicología cognitivo-conductual, el enfoque se centra en cómo esta predisposición puede expresarse a través de creencias, emociones y conductas que se aprenden y refuerzan en el entorno familiar.

Comprender cómo influye la genética y cómo manejar ese riesgo desde una mirada terapéutica es clave para la prevención y el tratamiento.

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¿Es el alcoholismo hereditario?

Genética y alcoholismo: lo que dicen los estudios

Diversas investigaciones han demostrado que la predisposición genética al alcoholismo existe.

Estudios con gemelos, familias y adopciones sugieren que entre un 40% y un 60% del riesgo de desarrollar un trastorno por consumo de alcohol puede estar determinado genéticamente (Verhulst et al., 2015).

Algunos genes están relacionados con la manera en que el cuerpo metaboliza el alcohol, mientras que otros influyen en la respuesta cerebral al placer, la impulsividad o la capacidad de autocontrol.

Sin embargo, ningún gen determina por sí solo que una persona se volverá alcohólica.

Lo importante es entender que la genética puede crear una mayor sensibilidad al refuerzo positivo del alcohol, es decir, sentir más alivio, euforia o escape al beber.

Y en personas con poca regulación emocional o estrés agudo, este refuerzo puede convertirse rápidamente en una conducta repetitiva.

Factores ambientales y modelado familiar

Más allá de los genes, el ambiente en el que una persona crece tiene un enorme peso.

Si alguien vive en un hogar donde el alcohol está presente de forma constante, se utiliza para afrontar problemas o está normalizado en las celebraciones y la rutina diaria, es más probable que lo integre como un recurso emocional desde pequeño.

Este fenómeno se conoce como modelado conductual, uno de los principios clave del enfoque cognitivo-conductual.

Además, crecer con un padre o madre con problemas de alcoholismo aumenta la probabilidad de exposición a situaciones de conflicto, negligencia emocional o trauma. T

odo ello puede contribuir al desarrollo de esquemas disfuncionales, como “no valgo lo suficiente” o “necesito algo externo para calmarme”, que más adelante pueden predisponer a usar el alcohol como mecanismo de regulación emocional.

Vulnerabilidad psicológica y estilo de afrontamiento

Desde la perspectiva cognitivo-conductual, lo que marca la diferencia no es solo la predisposición genética, sino cómo la persona enfrenta el malestar emocional.

Algunos estilos de afrontamiento, como la evitación, la impulsividad o la falta de conciencia emocional, aumentan la probabilidad de utilizar el alcohol como una vía rápida para dejar de sentir ansiedad, tristeza o angustia.

En personas con antecedentes familiares, es común observar creencias aprendidas como “todos en mi familia bebemos” o “si estoy mal, un trago me ayuda”.

Estas ideas no solo refuerzan el consumo, sino que dificultan el cuestionamiento de la conducta.

La buena noticia es que todo esto puede modificarse.

Las terapias basadas en la evidencia —como la cognitivo-conductual— permiten trabajar en estas creencias, fortalecer la regulación emocional y desarrollar estrategias más saludables.

Caso clínico

Carla, de 28 años, llega a terapia preocupada porque “cada vez que estoy estresada, bebo como mi papá lo hacía”.

Su padre tuvo un trastorno por consumo de alcohol durante más de 15 años.

Aunque Carla lleva una vida funcional, ha comenzado a notar que su forma de beber se vuelve más automática y que la utiliza como escape ante la frustración.

En el proceso terapéutico, se exploran no solo los hábitos, sino también las creencias que los sustentan: “si no tomo, me bloqueo”, “mi familia siempre ha sido así”.

Se trabaja en identificar estos esquemas, cuestionarlos y construir nuevos recursos emocionales.

A lo largo de las sesiones, Carla aprende a poner en palabras lo que siente y a manejar el estrés sin necesidad de alcohol.

La predisposición genética sigue allí, pero ya no es la que determina su camino.

Sugerencias prácticas para el lector

  • Conoce tus antecedentes familiares: Si hay casos de alcoholismo en tu familia, toma conciencia del riesgo y observa tus patrones de consumo.
  • Cuestiona creencias automáticas: ¿Piensas que el alcohol “te calma” o “es parte de la tradición”? Reflexiona si estas ideas realmente te ayudan.
  • Desarrolla estrategias de afrontamiento: Practica técnicas de regulación emocional como la respiración diafragmática, el journaling o la actividad física.
  • Busca apoyo temprano: No es necesario tocar fondo para pedir ayuda. La psicoterapia puede prevenir que un consumo riesgoso se convierta en dependencia.
  • No te culpes por tu historia familiar: Tener antecedentes no implica estar condenado. Con acompañamiento adecuado, puedes tomar un camino distinto.

Conclusión

El alcoholismo hereditario no es un mito, pero tampoco es un destino ineludible.

Tener familiares con adicciones aumenta el riesgo, sí, pero no determina la conducta de una persona.

Lo que marca la diferencia es el estilo de afrontamiento, las creencias aprendidas y el entorno en el que se crece.

Desde la psicología cognitivo-conductual, es posible identificar y transformar estos factores, desarrollando recursos personales que permitan vivir de forma plena, sin depender del alcohol como vía de escape.

Prevenir es tan importante como tratar, y conocer nuestra historia familiar puede ser el primer paso para escribir un nuevo capítulo.

Recursos a explorar

Referencias bibliográficas

  • Verhulst, B., Neale, M. C., & Kendler, K. S. (2015). The heritability of alcohol use disorders: A meta-analysis of twin and adoption studies. Psychological Medicine, 45(5), 1061–1072.
  • American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5).
  • Marlatt, G. A., & Donovan, D. M. (2005). Relapse Prevention: Maintenance Strategies in the Treatment of Addictive Behaviors.

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