A qué se debe la crisis de pánico
A qué se debe la crisis de pánico

¿A qué se debe la crisis de pánico?

¿A qué se debe la crisis de pánico?

Imagina estar en un lugar común, sin peligro aparente, y de repente, sin previo aviso, sientes que el corazón se acelera, te falta el aire, las manos sudan, y una sensación de muerte inminente te invade.

Eso es una crisis de pánico.

Aunque quienes la experimentan pueden creer que algo grave les ocurre físicamente, la causa no suele estar en el cuerpo, sino en la mente.

Entender a qué se debe la crisis de pánico desde la psicología cognitivo-conductual es el primer paso para manejarla y superarla.

A qué se debe la crisis de pánico
A qué se debe la crisis de pánico

¿A qué se debe la crisis de pánico?

¿Por qué se activa una crisis de pánico?

Entender qué es una crisis de pánico permite enteder que ocurren cuando el sistema de alerta del cuerpo —el mismo que se activa ante amenazas reales— se dispara sin que haya un peligro objetivo.

Desde el modelo cognitivo-conductual, este fenómeno se explica por una interpretación catastrófica de sensaciones físicas normales.

Por ejemplo, notar una leve aceleración del ritmo cardíaco puede llevar al pensamiento “me va a dar un infarto”, lo que a su vez genera más ansiedad, cerrando un círculo de retroalimentación que culmina en una crisis.

La clave no está en la intensidad de las sensaciones, sino en cómo se interpretan.

Quienes tienen una alta sensibilidad a las señales corporales y una tendencia a pensamientos negativos suelen ser más propensos a desarrollar este tipo de crisis.

Factores psicológicos que explican la crisis de pánico

Desde la terapia cognitivo-conductual, las crisis de pánico se comprenden como el resultado de tres factores centrales:

  • Vulnerabilidad cognitiva: Algunas personas tienen creencias profundas sobre el peligro de las emociones o los síntomas físicos.
    Frases como “no puedo perder el control” o “si me mareo, algo malo va a pasar” predisponen a interpretar sensaciones normales como amenazas.
    Conoce las frases ansiosas más comunes que te pueden ayuda a identificar patrones ansiosos.
  • Condicionamiento interoceptivo: Si una persona ha tenido una crisis de pánico en el pasado, su cuerpo puede aprender a asociar ciertas sensaciones (como sudoración o taquicardia) con peligro.
    Así, cualquier activación física futura puede disparar una nueva crisis por mera anticipación.
  • Evitar la ansiedad: Paradójicamente, intentar evitar toda emoción intensa o situación estresante puede aumentar la vulnerabilidad, porque la persona no desarrolla tolerancia a la activación fisiológica ni confianza en su capacidad de afrontamiento.

En resumen, a qué se debe la crisis de pánico se relaciona más con el estilo de pensamiento y conducta que con causas médicas reales.

Desencadenantes comunes de la crisis de pánico y cómo reconocerlos

Aunque las crisis de pánico pueden parecer repentinas, muchas veces están precedidas por estresores específicos.

Algunos desencadenantes frecuentes incluyen:

  • Estrés crónico: Problemas familiares, laborales o personales que no se expresan ni se procesan emocionalmente.
  • Adicción a las drogas: El exceso de cafeína, tabaco, alcohol o drogas puede alterar el sistema nervioso y facilitar crisis.
  • Cambios fisiológicos: Dormir poco, no alimentarse bien o presentar desequilibrios hormonales también pueden aumentar la sensibilidad corporal.
  • Situaciones asociadas a experiencias previas: Lugares o circunstancias en los que la persona ha tenido una crisis antes.

Identificar estos factores ayuda a prevenir nuevos episodios y a aplicar estrategias de manejo más efectivas.

¿Qué mantiene el problema en el tiempo de la crisis de pánico?

Una vez que una persona ha tenido una crisis de pánico, puede desarrollarse un miedo intenso a que vuelva a ocurrir.

Esto se conoce como ansiedad anticipatoria.

En este punto, se evitan lugares, personas o actividades que se asocian a la crisis.

Esta evitación, aunque proporciona alivio momentáneo, mantiene el problema a largo plazo.

¿Por qué? Porque impide que la persona se exponga a la ansiedad de forma gradual y descubra que puede tolerarla sin consecuencias catastróficas.

Otra trampa frecuente es el chequeo constante del cuerpo: estar pendiente del pulso, la respiración o la presión puede aumentar la ansiedad y activar el círculo del pánico.

Desde la terapia cognitivo-conductual, se trabajan estas creencias disfuncionales, se entrena la exposición a las sensaciones temidas, y se fortalece la autoeficacia emocional.

Esto permite romper el ciclo del miedo y recuperar el control sobre la propia vida.

Sugerencias prácticas para el lector

  1. Lleva un diario emocional: Registrar situaciones, pensamientos y sensaciones ayuda a detectar patrones que preceden a las crisis. También te puede ayudar aprender a cómo llevar un diario de gratitud.
  2. Aprende técnicas de relajación: Entrenarlas fuera de las crisis permite aplicarlas cuando aparecen los primeros síntomas.
  3. Aprende ejemplos de ejercicio de respiración: Entrenarlas fuera de las crisis permite aplicarlas cuando aparecen los primeros síntomas.
  4. Cuestiona los pensamientos intrusivos: Pregúntate: “¿Qué evidencia tengo de que esto es peligroso?”, “¿Podría haber otra explicación?”
  5. No evites las sensaciones físicas: La exposición interoceptiva (por ejemplo, correr en el lugar para acelerar el pulso) permite desensibilizar el temor a las reacciones corporales.
  6. Busca apoyo profesional: La terapia cognitivo-conductual ha demostrado gran eficacia para tratar el trastorno de pánico. No estás solo en esto.

Conclusión

Comprender a qué se debe la crisis de pánico es fundamental para empezar a liberarse de su dominio.

Estas crisis no son señales de locura ni de debilidad, sino de un sistema de alarma que se ha desregulado por interpretaciones erróneas.

La buena noticia es que, con ayuda profesional y herramientas adecuadas, es posible reentrenar la mente y el cuerpo para que respondan con calma y no con terror.

La psicología cognitivo-conductual ofrece un camino claro y validado científicamente para superar este problema y recuperar la confianza en uno mismo.

Links de interés

Referencias bibliográficas

  • Barlow, D. H. (2002). Ansiedad y sus trastornos: La naturaleza y tratamiento de la ansiedad y el pánico. McGraw-Hill.
  • Clark, D. M., & Beck, A. T. (2012). Terapia cognitiva para trastornos de ansiedad. Desclée de Brouwer.
  • Craske, M. G., & Barlow, D. H. (2007). Mastery of Your Anxiety and Panic: Therapist Guide. Oxford University Press.

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