Técnicas para manejar el estrés
Aquí aprenderás 7 técnicas para manejar el estrés, el cual hoy es parte inevitable de la vida moderna.
Lo enfrentamos al cumplir plazos, tomar decisiones, resolver conflictos o simplemente al intentar equilibrar la rutina diaria. Aunque no siempre se puede evitar, sí es posible aprender a gestionarlo de forma saludable.
La psicología cognitivo-conductual ofrece herramientas prácticas y comprobadas que permiten disminuir la tensión emocional y recuperar el equilibrio interno.
Explorar técnicas para manejar el estrés no solo mejora la salud mental, sino que fortalece nuestra capacidad de afrontar los desafíos cotidianos con mayor claridad y bienestar.

Desarrollo del tema
Respiración consciente y control del cuerpo
Una de las primeras puertas de entrada para regular el estrés es el cuerpo.
Cuando estamos tensos, el sistema nervioso simpático entra en acción: el corazón se acelera, los músculos se contraen y la respiración se vuelve superficial.
La respiración consciente, especialmente la respiración diafragmática, permite activar el sistema nervioso parasimpático, promoviendo una respuesta de relajación.
Practicar 5 minutos diarios de respiración lenta y profunda ayuda a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés.
Este ejercicio sencillo se puede realizar en cualquier momento del día, especialmente en situaciones de alta demanda emocional, y permite interrumpir la cadena de activación física asociada al distrés.
Revisa aquí otros ejemplos de ejercicios de respiración.
Reestructuración cognitiva: cambiar la forma de pensar
Desde la psicología cognitivo-conductual, uno de los pilares para el manejo del estrés es la reestructuración cognitiva.
Esta técnica consiste en identificar y cuestionar los pensamientos automáticos que generan angustia, como “no puedo fallar”, “todo depende de mí” o “esto va a salir mal”.
Al reconocer estas creencias disfuncionales y reemplazarlas por interpretaciones más realistas y útiles, se reduce significativamente la carga emocional.
No se trata de “pensar en positivo”, sino de pensar con evidencia. Esta técnica requiere práctica, pero con el tiempo fortalece una mentalidad flexible y resiliente que favorece la adaptación al estrés sin sobrerreaccionar ante las dificultades.
Planificación y resolución de problemas
Una fuente común de estrés es la sensación de estar desbordado.
La organización del tiempo y el desarrollo de habilidades de resolución de problemas son técnicas clave para reducir esta percepción.
Planificar actividades, establecer prioridades y dividir tareas grandes en pasos pequeños disminuye la sobrecarga mental y aumenta la sensación de control.
Además, cuando se enfrentan situaciones complejas, aplicar un enfoque estructurado —definir el problema, generar alternativas, evaluar consecuencias y elegir la mejor opción— permite tomar decisiones con mayor eficacia y disminuir la ansiedad.
Esta habilidad cognitivo-conductual se entrena con la práctica y fortalece la capacidad de afrontamiento.
Exposición gradual a situaciones temidas
Muchas personas evitan situaciones que les generan ansiedad, lo que a largo plazo aumenta su sensibilidad al estrés.
La técnica de exposición gradual consiste en enfrentar de forma progresiva esas situaciones, comenzando por las menos desafiantes hasta llegar a las más complejas. Este entrenamiento disminuye la evitación y fortalece la autoeficacia.
Aplicada correctamente, la exposición permite desensibilizar el sistema nervioso ante estímulos que antes resultaban abrumadores.
A largo plazo, reduce el estrés anticipatorio y mejora la confianza para afrontar situaciones difíciles.
Activación conductual y placer programado
El estrés puede llevar al aislamiento, la pasividad y la pérdida de interés por actividades placenteras.
La activación conductual busca romper este círculo, programando acciones agradables y significativas en la rutina diaria.
Caminar, escuchar música, conversar con alguien querido o practicar un hobby no son distracciones superficiales: son intervenciones terapéuticas para restablecer el equilibrio emocional.
Al realizar actividades gratificantes, el cerebro libera serotonina y dopamina, lo que contribuye a disminuir la tensión y aumentar el bienestar.
Esta técnica se basa en la premisa de que la acción puede preceder a la motivación, especialmente en momentos de estrés elevado.
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Mindfulness y aceptación del momento presente
Otra técnica ampliamente respaldada es el mindfulness o atención plena.
Esta práctica invita a observar el momento presente con apertura, sin juicios y con aceptación.
En lugar de luchar contra lo que sentimos, aprendemos a habitarlo con conciencia. Esto reduce la rumiación mental —una de las principales fuentes del estrés crónico— y mejora la regulación emocional.
Incorporar ejercicios breves de mindfulness en la rutina diaria, como body scan, observar la respiración o comer con atención plena, entrena la mente para responder en vez de reaccionar, disminuyendo el impacto de los estresores cotidianos.
Comienza a practicar con estos ejercicios para la atención plena.
Autoafirmaciones y autocompasión
Frente al estrés, muchas personas se critican duramente a sí mismas.
Las autoafirmaciones realistas y la autocompasión son estrategias poderosas para cultivar un diálogo interno más amable.
En lugar de exigirse perfección, se aprende a reconocer el esfuerzo, validar las emociones y ofrecerse apoyo interno.
La autocompasión no es resignación, sino una forma efectiva de cuidar la salud mental en contextos difíciles.
Cuando tratamos a otros con comprensión, generamos calma; cuando aprendemos a tratarnos igual, cultivamos resiliencia.
Sugerencias prácticas para el lector
- Haz una pausa de respiración consciente al iniciar y cerrar tu día.
- Cuestiona al menos un pensamiento disfuncional cada día, usando preguntas como: “¿tengo evidencia de esto?”
- Planifica tres tareas clave por día, priorizando lo importante sobre lo urgente.
- Incluye una actividad placentera semanalmente, aunque tengas poco tiempo.
- Dedica 5 minutos diarios a la práctica de mindfulness (puedes usar una app para guiarte).
- Crea una frase de autoafirmación para momentos de tensión, como “estoy haciendo lo mejor que puedo”.
Conclusiones
Manejar el estrés no implica evitar todo lo que nos incomoda, sino aprender a responder de forma más saludable y consciente.
Desde la psicología cognitivo-conductual, las técnicas para manejar el estrés se enfocan en regular tanto los pensamientos como las conductas, integrando el cuerpo y la mente en un enfoque activo y preventivo.
Adoptar estas estrategias no solo reduce el malestar inmediato, sino que mejora la calidad de vida a largo plazo.
El estrés puede ser una señal de que algo requiere atención, y aprender a escucharlo —sin miedo ni juicio— es el primer paso para vivir con mayor equilibrio y bienestar.
Links de interés
Referencias bibliográficas
- Beck, J. S. (2011). Terapia cognitiva: Teoría y práctica. Ediciones Paidós.
- Barlow, D. H. (2002). Anxiety and its disorders: The nature and treatment of anxiety and panic. Guilford Press.
- Kabat-Zinn, J. (1990). Full Catastrophe Living. Bantam Dell.
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