descalificación de lo positivo
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¿En qué consiste el sesgo del Descalificación de lo positivo?

Descalificación de lo positivo

En la vida cotidiana solemos recibir estímulos positivos: un halago, un logro alcanzado, un reconocimiento, una pequeña muestra de afecto o incluso un gesto amable de un desconocido.

Sin embargo, para muchas personas, estos gestos no tienen valor porque su mente los descarta de inmediato.

Cuando alguien dice: “Ese cumplido no cuenta, lo dijo solo por compromiso” o “Este logro no es gran cosa, cualquiera podría hacerlo”, estamos frente a un fenómeno que la psicología cognitivo-conductual denomina Descalificación de lo positivo.

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¿En qué consiste el sesgo del Descalificación de lo positivo?

Este sesgo cognitivo consiste en rechazar, ignorar o minimizar sistemáticamente las experiencias, logros o atributos positivos, interpretándolos como irrelevantes, casuales o inmerecidos.

A nivel clínico, es un patrón que contribuye al mantenimiento de trastornos emocionales como la depresión y la ansiedad, ya que refuerza creencias disfuncionales sobre la propia valía y el futuro.

Pero ¿qué hay detrás de este sesgo mental? ¿Por qué es tan frecuente? ¿Y qué estrategias podemos aplicar para reconocerlo y transformarlo?

A lo largo de este artículo exploraremos en detalle el origen y el impacto de la Descalificación de lo positivo, analizaremos cómo se manifiesta en la vida diaria, revisaremos un caso práctico y finalmente entregaremos estrategias concretas desde la terapia cognitivo-conductual para empezar a desafiarlo.

El origen de la Descalificación de lo positivo

Desde la perspectiva de la psicología cognitivo-conductual, los sesgos cognitivos no aparecen de manera espontánea, sino que se forman a partir de esquemas mentales: estructuras de pensamiento profundamente arraigadas que organizan la manera en que interpretamos el mundo.

En el caso de la Descalificación de lo positivo, suele estar vinculada a esquemas relacionados con la baja autoestima, la autoexigencia extrema y la necesidad de perfección.

Una persona que ha internalizado creencias como “no soy suficiente”, “si me va bien es suerte, no mérito” o “debo ser perfecto para valer algo” tenderá a interpretar cualquier éxito o reconocimiento como irrelevante, mientras amplifica los errores o dificultades.

Este sesgo se refuerza además por mecanismos emocionales. La depresión, por ejemplo, distorsiona la percepción de manera que las emociones negativas dominan la experiencia.

La ansiedad, por su parte, mantiene la atención enfocada en riesgos y amenazas, lo que lleva a ignorar cualquier aspecto positivo que no encaje en esa narrativa de peligro.

Manifestaciones cotidianas del sesgo

El sesgo de Descalificación de lo positivo puede pasar desapercibido porque se esconde en frases aparentemente inofensivas o racionalizaciones rápidas.

Algunos ejemplos comunes son:

  • Cuando alguien recibe un elogio y responde: “No fue nada, cualquiera lo haría mejor”.
  • Un estudiante que aprueba con nota sobresaliente y piensa: “El examen estaba demasiado fácil, por eso lo logré”.
  • Una persona que recibe afecto y lo interpreta como: “Lo dicen solo para que no me sienta mal”.
  • Un trabajador que recibe reconocimiento de su jefe y concluye: “Lo hizo porque tenía que hacerlo, no porque lo mereciera”.

Este patrón, repetido de manera constante, no solo resta satisfacción al presente, sino que genera una profecía autocumplida: al ignorar lo positivo, la persona refuerza la idea de que su vida carece de logros y de valor, aumentando síntomas depresivos y ansiosos.

El impacto en la salud mental

El impacto de la Descalificación de lo positivo es profundo y transversal.

Desde la terapia cognitivo-conductual, se reconoce que este sesgo contribuye a mantener varios problemas emocionales:

  • En la depresión, impide reconocer los propios avances y logros, alimentando sentimientos de inutilidad y desesperanza.
  • En la ansiedad, refuerza el foco en los riesgos y amenazas, dejando fuera de la atención cualquier indicador de seguridad o éxito.
  • En la autoestima, erosiona la confianza personal al invalidar los aspectos positivos de la propia identidad.
  • En las relaciones interpersonales, dificulta aceptar el cariño, el reconocimiento y la valoración de los demás, lo que genera distancia y sensación de aislamiento.

En resumen, se trata de un sesgo que empobrece la experiencia vital al cerrar la puerta a las emociones positivas, debilitando los recursos internos de afrontamiento.

Caso práctico: Sofía y la descalificación constante

Para ilustrar cómo opera este sesgo, imaginemos el caso de Sofía, una joven de 27 años que trabaja como diseñadora gráfica.

En su último proyecto, logró que una campaña publicitaria obtuviera gran éxito y su jefe la felicitó públicamente.

En lugar de disfrutar el reconocimiento, Sofía pensó: “Lo dicen porque me quieren motivar, en realidad no fue tan creativo”.

Un par de días después, una amiga le comentó que admiraba su estilo de trabajo y le pidió consejos. Sofía, nuevamente, desestimó el comentario pensando: “Solo me lo dijo para quedar bien, no porque realmente lo crea”.

Con el tiempo, este patrón la llevó a sentirse cada vez más insegura y desmotivada, convencida de que nunca hacía nada realmente valioso.

Este caso muestra cómo la Descalificación de lo positivo no es un simple hábito de modestia, sino un sesgo que deteriora la autopercepción y se convierte en un obstáculo para la salud emocional.

Estrategias cognitivo-conductuales para superarlo

Superar la Descalificación de lo positivo requiere un proceso consciente de identificación, cuestionamiento y reemplazo de los pensamientos distorsionados. Algunas estrategias efectivas desde la terapia cognitivo-conductual son:

  1. Registro de pensamientos: anotar las situaciones en las que se recibe un comentario o logro positivo, junto con la interpretación automática y una alternativa más realista.
  2. Reestructuración cognitiva: desafiar los pensamientos del tipo “No cuenta porque fue suerte” con preguntas como: “¿Qué evidencia real tengo de que no fue mérito mío?”.
  3. Aceptación de cumplidos: practicar responder con un simple “gracias” a los halagos, en lugar de justificarlos o minimizarlos.
  4. Diario de logros: escribir cada día tres aspectos positivos, por pequeños que sean, ayuda a entrenar la atención en lo constructivo.
  5. Técnicas de atención plena: la práctica de mindfulness permite observar los pensamientos sin dejarse arrastrar por ellos, lo que facilita cuestionar la descalificación automática.
  6. Tareas conductuales: asumir pequeños retos y luego evaluar los resultados de manera objetiva, para comprobar que los logros son propios y no simples casualidades.

Sugerencias prácticas para el lector

Si al leer este artículo reconoces en ti la Descalificación de lo positivo, puedes comenzar con pequeños pasos:

  • La próxima vez que recibas un cumplido, evita justificarlo y responde solo con un “gracias”.
  • Dedica cinco minutos al día para registrar algo que hayas hecho bien.
  • Reflexiona sobre si tratas a tus logros con la misma dureza con la que tratarías los de un ser querido.
  • Practica detenerte cuando aparezca el pensamiento “no fue nada”, y cámbialo por “sí, fue algo y lo logré”.

Estos simples cambios, aplicados de manera constante, pueden abrir un espacio para valorar más la experiencia positiva y fortalecer tu autoestima.

Conclusión

La Descalificación de lo positivo es un sesgo cognitivo que puede parecer una simple actitud de modestia, pero que en realidad constituye un mecanismo poderoso que alimenta la depresión, la ansiedad y la baja autoestima.

Reconocerlo es el primer paso para desmontarlo, y la terapia cognitivo-conductual ofrece herramientas prácticas para reemplazarlo por una mirada más equilibrada y justa de la realidad.

Aceptar que los logros y las muestras de cariño tienen valor es también aceptar que nuestra vida contiene elementos valiosos que merecen ser reconocidos.

En lugar de descalificar lo positivo, el desafío es aprender a integrarlo, porque es allí donde se encuentran las bases de una autoestima sana y de una vida emocional más plena.

Recursos útiles a explorar

Referencias bibliográficas

  • Beck, A. T. (1976). Cognitive Therapy and the Emotional Disorders. International Universities Press.
  • Clark, D. A., & Beck, A. T. (2010). Cognitive Therapy of Anxiety Disorders: Science and Practice. Guilford Press.
  • Dobson, K. S., & Dobson, D. J. (2018). Evidence-Based Practice of Cognitive-Behavioral Therapy. Guilford Press.
  • Burns, D. D. (1999). Feeling Good: The New Mood Therapy. HarperCollins.

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