estoicismo para la ansiedad
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Estoicismo para la ansiedad: 7 estrategias estoicas

Estoicismo para la ansiedad

La ansiedad es una experiencia común que, cuando se vuelve crónica o desproporcionada, puede afectar seriamente la calidad de vida.

La mente se llena de pensamientos catastróficos, el cuerpo se tensa y la atención se paraliza frente a lo incierto.

En este contexto, surge una pregunta interesante: ¿puede el pensamiento estoico ayudarnos a manejar la ansiedad?

La respuesta es sí, si lo integramos de forma consciente, realista y terapéutica.

El estoicismo es una filosofía de vida que enseña a cultivar la serenidad, la claridad mental y la aceptación de aquello que no podemos controlar.

Aunque nació hace más de dos mil años, muchas de sus enseñanzas resuenan con los fundamentos de la psicología cognitivo-conductual.

Ambas comparten una idea esencial: el sufrimiento no solo viene de los hechos, sino de cómo los interpretamos.

En este artículo exploraremos cómo aplicar el estoicismo para la ansiedad, a través de siete estrategias prácticas que puedes incorporar en tu vida cotidiana o en tu proceso terapéutico.

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Estoicismo para la ansiedad: 7 estrategias estoicas

Entender la ansiedad desde la mente

La ansiedad, desde el modelo cognitivo-conductual, surge principalmente de pensamientos anticipatorios negativos.

Nos preocupamos por lo que podría pasar, por lo que no controlamos o por errores del pasado.

Este patrón mental genera respuestas fisiológicas como taquicardia, tensión muscular, dificultad para respirar y sensación de amenaza constante.

Aquí es donde el estoicismo ofrece una herramienta poderosa: distinguir entre lo que depende de ti y lo que no.

Epicteto afirmaba que la libertad comienza al reconocer que no todo está en nuestras manos.

Aplicado a la ansiedad, esto significa dejar de gastar energía mental en intentar controlar el futuro y comenzar a actuar desde el presente, con foco en lo que sí puedes hacer.

Desde la psicología, esta actitud reduce la sobrecarga cognitiva, aumenta la sensación de autoeficacia y fortalece el autocuidado.

1. Distinguir control y no-control

Esta es la base de cualquier enfoque estoico: separar lo que depende de ti (tus pensamientos, tus decisiones, tus acciones) de lo que no (el clima, la opinión de otros, lo que ya pasó).

La ansiedad suele alimentarse de la ilusión de control, del esfuerzo por prever y evitar todo lo negativo.

Entrenar la mente para aceptar lo incontrolable —como una reunión que no puedes evitar o una situación social incierta— y enfocarte solo en lo que sí puedes hacer, reduce significativamente la rumiación ansiosa.

Puedes practicar esto diariamente con el ejercicio de “las dos columnas”: en una escribes lo que puedes cambiar, y en la otra lo que debes aceptar.

Desde lo cognitivo-conductual, este hábito se alinea con la aceptación activa y la exposición gradual a eventos inciertos sin necesidad de evitarlos.

2. Reestructurar el pensamiento catastrófico

El estoicismo enseña a revisar nuestros juicios.

Marco Aurelio decía: “Si estás angustiado por algo externo, el dolor no se debe a la cosa en sí, sino a tu juicio sobre ella”.

Esta frase se parece mucho al modelo ABC de Albert Ellis: A (evento) → B (creencia) → C (consecuencia emocional).

En la ansiedad, las creencias suelen incluir ideas como “no podré”, “será terrible”, “me va a pasar algo malo”.

Cuestionar estos pensamientos, buscar evidencia y generar interpretaciones más realistas reduce la intensidad emocional.

En terapia, se usa la reestructuración cognitiva y la técnica de la flecha descendente para llegar a los pensamientos raíz.

La reinterpretación estoica no busca negar los riesgos, sino responder con sabiduría y templanza.

3. Visualización estoica (premeditatio malorum)

Una de las técnicas estoicas más potentes para reducir la ansiedad es la visualización de escenarios difíciles, no para generar miedo, sino para prepararse emocionalmente.

La “premeditatio malorum” consiste en imaginar lo peor que podría pasar, y luego preguntarse: “¿Qué haría yo? ¿Cómo respondería?”

Desde la psicología, esta técnica se asemeja a la exposición imaginaria o al entrenamiento en afrontamiento.

Visualizar con realismo —no desde el catastrofismo— permite ensayar mentalmente respuestas efectivas, reducir la incertidumbre y aumentar la sensación de competencia.

Por ejemplo, si tienes ansiedad antes de hablar en público, puedes visualizar que te pones nervioso, olvidas algo… y luego te recuperas.

Prepararte para lo difícil no elimina el malestar, pero reduce su impacto.

4. Entrenamiento en virtud: actuar con valores, no con miedo

La ansiedad a menudo conduce a evitación: dejamos de hacer cosas que valoramos por miedo a sentirnos mal.

El estoicismo propone vivir según la virtud —coraje, sabiduría, templanza— como guía de acción, incluso cuando hay malestar.

Desde la terapia de aceptación y compromiso (ACT), esto se traduce en acción valórica: moverse hacia lo que importa, aunque duela.

Cuando decides actuar con valor, das un paso fuera de la ansiedad.

No porque desaparezca, sino porque eliges vivir en coherencia contigo, y no bajo las órdenes del miedo.

Esto se puede entrenar con pequeñas exposiciones graduadas a situaciones que evitas, acompañadas de una reflexión: “¿Qué tipo de persona quiero ser hoy?”

Vivir desde valores te ancla en el presente, te conecta con tu identidad y te aleja del piloto automático ansioso.

Sugerencias prácticas para el lector

Si quieres aplicar el estoicismo para la ansiedad en tu vida diaria, aquí van algunas estrategias simples y efectivas:

  • Ejercicio del círculo de control: Ante una preocupación, dibuja dos círculos: el interior contiene lo que puedes controlar, el exterior lo que no. Concéntrate solo en el primero.
  • Diario estoico de ansiedad: Escribe cada noche una situación ansiosa del día. Reflexiona: ¿qué interpreté? ¿Qué podría pensar distinto mañana?
  • Premeditatio breve: Cada mañana imagina una dificultad posible del día. Pregúntate: “¿Cómo respondería con sabiduría, no con ansiedad?”
  • Respiración con virtud: Cuando sientas ansiedad, respira profundamente y repite internamente una palabra que represente tu valor central: “serenidad”, “coraje”, “paciencia”.
  • Acción valórica diaria: Identifica una conducta que evitarías por ansiedad (hacer una llamada, salir solo, enviar un correo) y hazla, no por obligación, sino como acto de fortaleza.

Conclusiones

El estoicismo no es una solución mágica ni una receta para eliminar la ansiedad.

Pero cuando se entiende como una práctica de vida, puede convertirse en un aliado profundo para cultivar serenidad, reducir pensamientos catastróficos y actuar desde valores.

Desde la psicología cognitivo-conductual, estas enseñanzas encuentran respaldo y aplicación práctica, generando un puente entre la sabiduría antigua y la ciencia moderna.

Al aplicar estas estrategias de forma constante y acompañada (cuando sea necesario), puedes transformar tu relación con la ansiedad: pasar de evitar y controlar, a aceptar, actuar y crecer.

Como diría Epicteto: “No busques que las cosas pasen como tú quieres.

Desea que pasen como pasan, y tu vida será tranquila.”

Links de interés

Recursos externos:

Referencias bibliográficas

  1. Beck, A. T., & Clark, D. A. (1997). Anxiety and Depression: Cognitive Perspectives. Basic Books.
  2. Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (2011). Terapia de aceptación y compromiso. Ediciones Pirámide.
  3. Robertson, D. (2019). Cómo pensar como un emperador romano. Editorial Ariel.
  4. Ellis, A. (1994). Razonar para vivir: cómo cambiar nuestras emociones con el pensamiento racional. Ediciones Paidós.

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