Trastorno dependiente de la personalidad
Trastorno dependiente de la personalidad

Trastorno dependiente de la personalidad según DSM-V

Trastorno dependiente de la personalidad según DSM-V

El trastorno dependiente de la personalidad es una condición psicológica caracterizada por una necesidad excesiva y generalizada de ser cuidado, lo que conlleva comportamientos sumisos, adhesivos y temor a la separación.

Desde la perspectiva del DSM-V, este trastorno pertenece al grupo C de los trastornos de personalidad, conocidos por su ansiedad y temor.

Quienes lo padecen tienen grandes dificultades para tomar decisiones por sí mismos, dependen en exceso de otras personas y presentan un miedo profundo a perder el apoyo o aprobación del otro.

Desde un enfoque cognitivo-conductual, estas conductas pueden entenderse como intentos de evitar el rechazo y mantener la cercanía a través de estrategias aprendidas en el desarrollo temprano.

Trastorno dependiente de la personalidad
Trastorno dependiente de la personalidad

¿Qué es el trastorno dependiente de la personalidad?

El trastorno dependiente de la personalidad (TDP) es un patrón duradero de comportamiento en el que el individuo se siente incapaz de funcionar de manera autónoma.

Esta dependencia no se refiere únicamente a necesidades materiales o prácticas, sino también a la necesidad emocional de apoyo y guía constante.

Las personas con este trastorno suelen subordinar sus propios deseos a los de los demás, minimizan sus habilidades, y temen profundamente estar solos o sin una figura de apoyo.

Este trastornos de personalidad comienza en la adultez temprana y se manifiesta en diversos contextos.

Se estima que tiene una prevalencia de entre el 0.5% y el 1% de la población general, siendo más frecuente en mujeres, aunque esto puede estar influido por factores culturales que moldean los roles de género.

Criterios diagnósticos trastorno dependiente de la personalidad según el DSM-V

De acuerdo al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, quinta edición (DSM-V), el trastorno dependiente de la personalidad se diagnostica cuando existe una necesidad excesiva y generalizada de ser cuidado, lo que lleva a un comportamiento sumiso, apegado y temeroso de la separación.

Esta condición debe comenzar en la adultez temprana y manifestarse en diversos contextos. Para el diagnóstico deben cumplirse al menos cinco de los siguientes criterios:

  1. Tiene dificultades para tomar decisiones cotidianas sin el consejo y la reafirmación de los demás.
  2. Necesita que otros asuman la responsabilidad de la mayoría de las áreas importantes de su vida.
  3. Tiene dificultades para expresar desacuerdo con los demás por temor a perder su apoyo o aprobación.
  4. Tiene dificultades para iniciar proyectos o hacer cosas por sí mismo debido a una falta de autoconfianza.
  5. Va demasiado lejos para obtener apoyo y aceptación de los demás, hasta el punto de ofrecerse a realizar tareas desagradables.
  6. Se siente incómodo o indefenso cuando está solo, por temor exagerado a no poder cuidarse a sí mismo.
  7. Cuando termina una relación importante, busca urgentemente otra relación como fuente de cuidado y apoyo.
  8. Está preocupado de manera irreal por el miedo a ser abandonado y a tener que cuidarse solo.

Estos síntomas deben generar un deterioro significativo en el funcionamiento social, laboral u otras áreas importantes de la vida del individuo.

¿Cómo se diferencia el trastorno dependiente de la personalidad de otros trastornos?

El trastorno dependiente de la personalidad puede confundirse con otros trastornos, especialmente con el trastorno límite de la personalidad, la ansiedad social o incluso con patrones ansiosos sin estructura de personalidad.

La distinción clave está en la motivación principal del individuo: en el TDP, hay una necesidad central de mantener relaciones de dependencia, incluso a costa del propio bienestar.

En el trastorno límite de la personalidad, la relación con el otro suele ser más ambivalente y caótica, alternando entre idealización y devaluación.

En cambio, el paciente con TDP tiende a mantener una visión excesivamente positiva del otro, suprimiendo sus propias necesidades para no generar conflicto.

Asimismo, mientras que una persona con fobia social evita por temor al juicio negativo, quien padece TDP puede insertarse en relaciones incluso si son abusivas, con tal de no enfrentar el abandono.

Abordaje cognitivo-conductual del trastorno dependiente de la personalidad

Desde la terapia cognitivo-conductual (TCC), el tratamiento del trastorno dependiente de la personalidad se enfoca en modificar las creencias centrales que mantienen la dependencia, fomentar la autonomía y fortalecer la autoestima.

Algunas estrategias terapéuticas incluyen:

  • Psicoeducación:
    Es fundamental que el paciente comprenda el patrón dependiente como un estilo de afrontamiento aprendido y no como una debilidad personal.
  • Reestructuración cognitiva:
    Se identifican y modifican creencias disfuncionales como “no puedo valerme por mí mismo” o “si no estoy en una relación, no valgo”.
  • Entrenamiento en toma de decisiones:
    Se fomenta la capacidad del paciente para tomar decisiones cotidianas de forma independiente, reforzando cada paso con autovalidación.
  • Exposición gradual a la autonomía:
    Se planifican tareas que permitan al paciente probar nuevas formas de actuar por sí solo, como realizar trámites, iniciar actividades sociales sin compañía, o expresar su opinión.
  • Entrenamiento en habilidades asertivas:
    Muchas personas con TDP no saben cómo decir que no o expresar desacuerdo. Aprender a poner límites es clave para romper el ciclo de dependencia.
  • Prevención de recaídas y preparación para el cierre:
    Dado que la relación terapéutica puede convertirse en un nuevo vínculo de dependencia, es esencial preparar al paciente para el fin del proceso desde etapas tempranas.

Caso clínico: “Valentina, 29 años”

Valentina llegó a terapia tras una ruptura amorosa.

A pesar de llevar una vida funcional como diseñadora gráfica, se describía a sí misma como incapaz de tomar decisiones sin consultar a su expareja.

Sentía pánico ante la idea de quedarse sola, y en menos de dos semanas de terminar su relación, ya había comenzado una nueva, repitiendo el mismo patrón de sumisión.

Durante el proceso terapéutico, se trabajó la conexión entre sus primeras experiencias de invalidación emocional en la infancia y su creencia central de no poder cuidarse por sí misma.

Con reestructuración cognitiva, exposición a decisiones autónomas y entrenamiento en habilidades sociales, Valentina logró mantener una vida más independiente, elegir sus relaciones desde la valoración mutua y establecer límites por primera vez en su vida.

Sugerencias para el lector

  • Si te reconoces en muchos de los síntomas descritos, no lo tomes como un fallo personal. Es posible cambiar estos patrones con ayuda profesional.
  • Trabaja en pequeñas decisiones del día a día para fortalecer tu confianza: elegir tu ropa, planear tu día o decidir por ti mismo qué necesitas.
  • La autonomía emocional no significa desconectarse de los demás, sino aprender a relacionarse desde la seguridad, no desde el miedo.

Conclusión

El trastorno dependiente de la personalidad es una condición compleja, pero tratable.

Su origen suele estar relacionado con experiencias tempranas de inseguridad y sobreprotección, que generan una visión de sí mismo como incapaz e insuficiente.

Desde el modelo cognitivo-conductual, es posible intervenir en estos esquemas, promover la autonomía y ayudar al paciente a vivir relaciones más saludables y equilibradas.

Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino el primer paso hacia una vida con mayor libertad emocional.

Recursos a explorar

Referencias bibliográficas

  1. American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5ª ed.). Arlington, VA: American Psychiatric Publishing.
  2. Millon, T., & Davis, R. D. (1996). Disorders of Personality: DSM-IV and Beyond. New York: Wiley.
  3. Beck, A. T., Freeman, A., & Davis, D. D. (2015). Cognitive Therapy of Personality Disorders. New York: Guilford Press.

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