Factores de riesgo del alcoholismo
El alcoholismo no surge por casualidad.
Aunque puede parecer que algunas personas desarrollan dependencia de forma inesperada, la ciencia psicológica y médica ha identificado múltiples factores de riesgo del alcoholismo que aumentan la probabilidad de desarrollar esta adicción.
Desde elementos biológicos hasta contextos sociales, entender estos factores permite prevenir de manera más eficaz y ofrecer intervenciones personalizadas.
En este artículo abordaremos cuáles son los principales factores de riesgo del alcoholismo, cómo interactúan entre sí y por qué la psicología cognitivo-conductual ofrece herramientas para intervenir antes de que el problema se agrave.

Factores de riesgo del alcoholismo
Factores biológicos y genéticos
Uno de los factores de riesgo más estudiados es la predisposición genética.
Diversos estudios han demostrado que las personas con antecedentes familiares de alcoholismo tienen una mayor probabilidad de desarrollar la misma adicción.
Esto no significa que estén condenadas, pero sí que tienen una vulnerabilidad mayor, especialmente si no se interviene en etapas tempranas.
Desde la perspectiva neurobiológica, se han identificado alteraciones en el sistema dopaminérgico y GABAérgico en personas con mayor riesgo, lo que puede facilitar la búsqueda de sustancias que alteren el estado de ánimo.
En este sentido, los factores genéticos no actúan solos, sino en interacción con el ambiente.
Conoce los tipos de alcoholismo para saber si tienes alguna predispoción genética en tu familia.
Factores psicológicos y emocionales
Las personas con trastornos de ansiedad, depresión o problemas de regulación emocional presentan un riesgo aumentado de recurrir al alcohol como una forma de automedicación.
Desde el enfoque cognitivo-conductual, esta conducta se analiza como una estrategia de evitación: el consumo de alcohol sirve para reducir temporalmente el malestar, pero refuerza el problema a largo plazo.
Además, los estilos de pensamiento disfuncionales, como el catastrofismo, la autocrítica constante o la baja autoestima, pueden favorecer el uso del alcohol como una vía de escape.
También lo hacen las habilidades sociales deficitarias o la dificultad para manejar conflictos.
Factores sociales y culturales
El entorno social tiene un enorme peso en el desarrollo del alcoholismo.
Las personas expuestas a modelos de consumo frecuente, como familiares que beben diariamente o culturas donde el alcohol es parte de todos los rituales sociales, tienen más probabilidades de desarrollar dependencia.
La presión de grupo, especialmente en adolescentes, también constituye un riesgo clave.
En contextos donde beber es una forma de aceptación social o un rito de paso, es más difícil desarrollar un consumo saludable.
Además, vivir en comunidades con alta disponibilidad de alcohol o escaso acceso a servicios de salud mental agrava el panorama.
Factores del desarrollo y experiencias tempranas
Las experiencias en la infancia y adolescencia influyen notablemente.
Haber crecido en un hogar con violencia, negligencia o abuso puede dejar una huella emocional profunda que, en la adultez, se manifieste en conductas autodestructivas como el consumo problemático de alcohol o el trastorno por consumo de alcohol.
Asimismo, los adolescentes con bajo rendimiento académico, poca supervisión parental y dificultades para establecer relaciones estables están en mayor riesgo.
El inicio temprano del consumo también se considera un predictor fuerte del desarrollo posterior de alcoholismo.
Caso clínico
Camila, de 28 años, consultó porque sentía que estaba perdiendo el control de su consumo de alcohol.
Había empezado a beber a los 15 años, en fiestas escolares, como parte de un grupo muy unido que normalizaba el exceso.
En su casa, su padre era alcohólico funcional. A los 21 años, Camila ya bebía sola en su habitación para calmar su ansiedad.
La terapia cognitivo-conductual permitió identificar que sus patrones de consumo estaban ligados a su historia familiar, a un estilo de pensamiento evitativo y a la falta de estrategias emocionales sanas.
Con un plan terapéutico individualizado, logró reducir su consumo y generar herramientas para afrontar el malestar sin recurrir al alcohol.
Sugerencias prácticas para el lector
- Reflexiona sobre tu entorno: ¿Tu familia o círculo social ha normalizado el consumo excesivo?
- Evalúa tus emociones: ¿Bebes para aprender a como calmar la ansiedad, tristeza o soledad?
- Detecta pensamientos disfuncionales: Frases como “me lo merezco” o “así se me pasa” son señales de alerta.
- Busca ayuda profesional: Un psicólogo puede ayudarte a prevenir o intervenir a tiempo.
- Fomenta entornos saludables: Si tienes hijos o adolescentes cerca, promueve conversaciones abiertas y sin tabúes sobre el alcohol.
Conclusión
Los factores de riesgo del alcoholismo son múltiples y complejos, pero conocerlos es el primer paso para prevenir.
Desde la perspectiva cognitivo-conductual, se hace énfasis en identificar las creencias, emociones y conductas que favorecen el consumo, así como en promover habilidades de afrontamiento saludables.
Nadie está completamente libre de riesgo, pero todos podemos tomar medidas concretas para reducirlo.
El acompañamiento terapéutico no solo es útil para quienes ya enfrentan una adicción, sino también para quienes quieren evitar que el problema avance.
Recursos a explorar
- ¿Cómo prevenir el alcoholismo?
- 10 consecuencias del alcoholismo
- OMS – El alcohol y sus riesgos para la salud
- Instituto Nacional sobre el Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAAA)
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association. (2013). DSM-5: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.
- Sher, K. J. (1991). Children of Alcoholics: A Critical Appraisal of Theory and Research. University of Chicago Press.
- Marlatt, G. A., & Witkiewitz, K. (2005). Relapse Prevention for Alcohol and Drug Problems: That Was Zen, This Is Tao.
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