ansiedad reactiva
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¿Cómo identificar la ansiedad reactiva?

Ansiedad reactiva

La ansiedad no siempre se presenta de manera constante o sin explicación aparente.

En muchos casos, aparece como respuesta directa a un evento, una situación concreta o una amenaza percibida.

Cuando esto ocurre, hablamos de ansiedad reactiva: uno de los tipos de ansiedad que surge como reacción inmediata o diferida ante factores estresantes del entorno.

A diferencia de otros tipos de ansiedad, que pueden tener un origen más difuso o estar relacionados con patrones crónicos de pensamiento, la ansiedad reactiva se presenta de forma más clara y circunstancial.

Desde la psicología cognitivo-conductual, es fundamental identificar este tipo de respuesta para intervenir de manera específica y efectiva.

¿Pero cómo saber si la ansiedad que sentimos es reactiva o parte de un trastorno más generalizado? ¿Qué pistas nos da el cuerpo y la mente? ¿Y cómo manejarla cuando ya ha aparecido?

ansiedad reactiva
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¿Qué es exactamente la ansiedad reactiva?

La ansiedad reactiva es una respuesta emocional proporcional o desproporcionada a un estímulo externo percibido como amenazante.

Puede surgir tras un conflicto interpersonal, una pérdida significativa, un evento traumático, una presión académica o laboral, o incluso después de una discusión intensa.

En el modelo cognitivo-conductual, se entiende como el resultado de un esquema activado por un evento específico, seguido por pensamientos automáticos que disparan respuestas emocionales y fisiológicas.

Lo importante aquí es que el origen es identificable, aunque la reacción pueda ser intensa.

Por ejemplo, si una persona es reprendida en público por su jefe y luego experimenta sudoración, taquicardia y pensamientos de inutilidad, está mostrando un episodio de ansiedad reactiva.

La causa es clara y el cuerpo responde en consecuencia.

Señales para identificar la ansiedad reactiva

No toda reacción de ansiedad frente a una situación es patológica.

La ansiedad, en sí misma, es adaptativa.

Pero cuando la reacción es desproporcionada, persistente o interfiere con el funcionamiento diario, es importante prestarle atención.

A continuación, algunas claves para distinguirla:

1. Hay un detonante claro

En la ansiedad reactiva siempre hay un evento identificable que precede al malestar.

Puede ser inmediato (una discusión), reciente (una evaluación negativa), o incluso de días atrás (un conflicto no resuelto).

La persona puede decir: “Esto empezó después de…”.

2. Los síntomas son intensos pero situacionales

La ansiedad reactiva no suele mantenerse constante en el tiempo si no se repite el estímulo.

Sus síntomas pueden incluir:

Pero tienden a disminuir cuando el estímulo desaparece o se gestiona adecuadamente.

3. Hay conciencia del origen emocional

Muchas veces, quien la experimenta es consciente del motivo, aunque no sepa cómo manejarlo.

“Sé que me siento así por la pelea con mi pareja” o “desde que me dijeron esa noticia no puedo tranquilizarme”.

4. No necesariamente implica un trastorno de ansiedad

La ansiedad reactiva puede formar parte de un cuadro clínico, pero no siempre lo es.

Su presencia no implica automáticamente un trastorno, especialmente si la persona logra procesar la situación y retomar el equilibrio emocional.

Ansiedad reactiva vs. ansiedad generalizada: ¿en qué se diferencian?

Una de las principales confusiones que se presentan en la práctica clínica es diferenciar la ansiedad reactiva del trastorno de ansiedad generalizada (TAG).

Aunque ambos tipos pueden compartir síntomas físicos y cognitivos, hay elementos que los distinguen:

AspectoAnsiedad ReactivaAnsiedad Generalizada
OrigenReacción a evento específicoPreocupación constante y difusa
DuraciónTemporal, suele remitirPersistente (mínimo 6 meses según DSM-5)
Conciencia del motivoAltaPuede ser baja o cambiante
IntensidadVariable, según estímuloConstante o cíclica
ImpactoSituacionalGeneralizado en diversas áreas de la vida

Esta distinción es clave para el tratamiento.

Mientras la ansiedad generalizada requiere intervenciones sostenidas y trabajo en esquemas cognitivos de base, la ansiedad reactiva puede abordarse de forma más focalizada y breve, dependiendo de la magnitud del evento desencadenante.

Caso clínico: Catalina y la entrevista

Catalina, de 26 años, acudió a consulta luego de experimentar sudoración, palpitaciones, bloqueo mental y ganas de llorar al salir de una entrevista laboral.

No había antecedentes de ansiedad previa ni síntomas persistentes.

Durante la sesión identificamos:

  • Pensamientos intrusivos del tipo “no estoy preparada”, “voy a quedar en ridículo”.
  • Un historial reciente de críticas familiares sobre su desempeño profesional.
  • Evitación posterior de otras entrevistas por miedo a repetir la experiencia.

Se trabajó con técnicas cognitivo-conductuales:

En cinco sesiones, Catalina pudo presentarse a nuevas oportunidades con mayor seguridad y sin episodios de ansiedad intensamente.

Se concluyó que su malestar fue una manifestación de ansiedad reactiva frente al juicio evaluativo, pero no un trastorno de ansiedad.

Estrategias para afrontar la ansiedad reactiva

Si te reconoces en esta experiencia, estas estrategias desde la psicología cognitivo-conductual pueden ayudarte a gestionarla de mejor manera:

  • Identifica el disparador: anota qué situación o evento antecedió la ansiedad.
  • Registra tus pensamientos automáticos: ¿qué te dijiste justo antes de sentirte así?
  • Cuestiona tus interpretaciones: ¿hay otra forma de ver la situación? ¿Estás sobregeneralizando o anticipando catástrofes?
  • Acepta la emoción, pero no te quedes en ella: es válido sentir ansiedad, pero también es posible transitarla.
  • Practica técnicas de relajación: respiración abdominal, mindfulness, visualización calmante.
  • Habla sobre lo que sientes: compartirlo con una persona de confianza puede ayudarte a regular la carga emocional.

Conclusión

La ansiedad reactiva es una señal del sistema emocional ante eventos que percibimos como amenazantes.

No es un enemigo, sino una respuesta del cuerpo que busca protegernos, aunque a veces lo haga con exceso.

Lo importante es identificarla a tiempo, comprender su origen y aplicar herramientas para desactivarla o encauzarla.

Desde la psicología cognitivo-conductual, esta forma de ansiedad es tratable, abordable y muchas veces transitoria.

Lo clave es no ignorarla ni dejar que escale hasta afectar otras áreas de la vida.

Reconocerla es el primer paso hacia la recuperación y el bienestar.

Recursos útiles a explorar

Enlaces externos

Referencias bibliográficas

  • Beck, J. S. (2020). Terapia cognitivo-conductual: fundamentos y aplicaciones. Paidós.
  • Barlow, D. H. (2002). Anxiety and Its Disorders: The Nature and Treatment of Anxiety and Panic. Guilford Press.
  • Clark, D. A., & Beck, A. T. (2012). The Anxiety and Worry Workbook. Guilford Publications.

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