tipos de estrés
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¿Cuáles son los tipos de estrés?

Tipos de estrés

El estrés es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones que percibimos como desafiantes o amenazantes.

Sin embargo, no todo el estrés es igual.

Existen diferentes tipos de estrés que pueden influir de forma distinta en nuestra salud física y mental.

Identificarlos correctamente es esencial para prevenir efectos negativos a largo plazo y aplicar estrategias efectivas de afrontamiento desde una perspectiva psicológica cognitivo-conductual.

A lo largo de nuestra vida, enfrentamos múltiples situaciones estresantes. Algunas nos motivan, otras nos paralizan.

Pero, ¿cómo distinguir entre un tipo de estrés funcional y uno que puede volverse patológico?

Desde la psicología cognitivo-conductual, comprender el tipo de estrés que experimentamos permite intervenir de forma más precisa en el comportamiento, en los pensamientos asociados y en la regulación emocional.

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Los 8 tipos de estrés

Estrés agudo: el más común y momentáneo

El estrés agudo es el tipo de estrés más frecuente y se presenta como una reacción inmediata ante una situación puntual.

Puede surgir, por ejemplo, frente a un examen, una entrevista de trabajo o una discusión. Generalmente, desaparece una vez que el estímulo estresante concluye.

Desde un enfoque terapéutico, este tipo de estrés no suele requerir intervención profesional, salvo que sea muy intenso o recurrente.

Técnicas de respiración, reestructuración cognitiva o estrategias de solución de problemas suelen ser suficientes para afrontarlo.

La clave es observar si se presenta de forma muy frecuente o si su intensidad impide el funcionamiento cotidiano.

Estrés agudo episódico: cuando la urgencia se vuelve constante

Algunas personas viven en un estado de estrés agudo episódico, caracterizado por estar permanentemente en situaciones que consideran urgentes o problemáticas.

Se sienten siempre apuradas, irritables o tensas, como si su vida estuviera en una constante carrera contra el tiempo.

Este patrón es más común en personas con una autoexigencia elevada, dificultades para delegar tareas o estilos de pensamiento disfuncionales, como el catastrofismo o la sobregeneralización.

En estos casos, es recomendable una intervención cognitivo-conductual que permita modificar esquemas mentales, promover hábitos de autocuidado y entrenar habilidades de afrontamiento emocional.

Estrés crónico: el desgaste que se acumula

El estrés crónico es, probablemente, el más dañino a largo plazo.

Surge cuando la persona se encuentra expuesta de manera sostenida a situaciones adversas sin la posibilidad de escapar o resolverlas.

Puede deberse a contextos como el maltrato laboral, la pobreza, relaciones disfuncionales o enfermedades graves.

Este tipo de estrés se asocia con problemas físicos (hipertensión, el insomnio, enfermedades cardiovasculares), emocionales (ansiedad, depresión) y conductuales (adicción a las drogas, aislamiento).

Su abordaje requiere un tratamiento terapéutico más profundo, en el que se exploren los factores de mantenimiento del malestar, las creencias nucleares asociadas y la activación de recursos personales y redes de apoyo.

Eustrés: el estrés positivo y necesario

No todo el estrés es perjudicial.

El eustrés es el tipo de estrés positivo o funcional que impulsa a la acción y al logro.

Se presenta ante retos que percibimos como alcanzables y que activan nuestra motivación, como preparar un proyecto apasionante, entrenar para una maratón o planificar unas vacaciones.

Desde la psicología cognitivo-conductual, es importante fomentar este tipo de estrés mediante una adecuada formulación de objetivos, tolerancia a la frustración y refuerzo positivo.

El eustrés fortalece la autoestima, mejora el desempeño y puede actuar como un factor protector frente al malestar emocional.

Estrés traumático: el impacto de lo extraordinario

Cuando una persona experimenta un evento altamente amenazante o devastador, como un accidente, un abuso o una catástrofe natural, puede desarrollar estrés traumático.

Este se manifiesta en síntomas como hipervigilancia, pesadillas, reviviscencias y evitación de estímulos relacionados con el evento.

Este tipo de estrés puede derivar en un trastorno por estrés postraumático (TEPT), por lo que es crucial su evaluación clínica.

El tratamiento más eficaz suele incluir técnicas de exposición gradual, reestructuración cognitiva, EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares) y psicoeducación sobre trauma.

Estrés laboral: el desgaste en el entorno profesional

El estrés laboral es una forma común de estrés crónico que se produce por la acumulación de presiones en el trabajo, ya sea por sobrecarga, falta de control, ambiente tóxico o desajuste entre las demandas del puesto y los recursos del trabajador.

Desde el modelo cognitivo-conductual, se interviene sobre los pensamientos intrusivos asociados al rendimiento, el miedo al fracaso o la inseguridad, así como sobre los hábitos de organización, descanso y autocuidado.

A largo plazo, si no se trata, puede derivar en burnout o síndrome de desgaste profesional.

Estrés académico: el peso del rendimiento escolar

El estrés académico es frecuente en estudiantes de todas las edades.

La presión por las notas, el temor al fracaso, la sobrecarga de tareas o la comparación constante pueden generar altos niveles de tensión emocional.

La terapia cognitivo-conductual ayuda a los estudiantes a desarrollar habilidades de planificación, técnicas de estudio, tolerancia a la frustración y autoinstrucciones positivas que les permitan afrontar los desafíos educativos con mayor confianza.

Estrés financiero: la inseguridad económica

El estrés financiero se relaciona con la preocupación constante por el dinero, la deuda o la inestabilidad laboral.

Puede generar síntomas de ansiedad, insomnio, irritabilidad o retraimiento social.

Este tipo de estrés puede abordarse trabajando sobre los pensamientos catastróficos, la activación del locus de control interno y la organización de metas económicas realistas.

En muchos casos, se combina con intervenciones prácticas en educación financiera y regulación emocional.

Caso práctico: Daniel y el estrés crónico laboral

Daniel, de 42 años, acudió a consulta tras experimentar fatiga constante, irritabilidad y dolores musculares.

En la entrevista, describió un entorno laboral en el que debía responder a múltiples jefaturas, sin pausas y con temor a ser despedido si no rendía al máximo.

Había perdido peso, tenía dificultades para dormir y empezaba a tener pensamientos negativos sobre su futuro.

Se le diagnosticó estrés crónico laboral.

El tratamiento incluyó identificación de creencias disfuncionales, entrenamiento en habilidades de afrontamiento, técnicas de relajación y redefinición de objetivos personales.

Tras tres meses, Daniel logró establecer límites, mejorar su calidad de sueño y disminuir su nivel de ansiedad, incluso consideró cambiar de empleo por uno más saludable.

Sugerencias prácticas para el lector

  1. Reconoce el tipo de estrés que estás experimentando: no todos los malestares emocionales son iguales. Ponle nombre a lo que sientes para poder abordarlo con claridad.
  2. No normalices el malestar constante: el estrés sostenido puede generar consecuencias graves si no se atiende. Si persiste por más de dos semanas, busca apoyo profesional.
  3. Incorpora técnicas de relajación diaria: respiración diafragmática, mindfulness o pausas activas pueden ayudarte a reducir la carga fisiológica del estrés.
  4. Cuestiona tus pensamientos automáticos: muchas veces, lo que nos estresa no es el evento, sino la interpretación que hacemos de él.
  5. Activa redes de apoyo: hablar con alguien de confianza puede ser el primer paso para sentirte acompañado y comprendido.

Conclusión

Comprender los distintos tipos de estrés es fundamental para proteger nuestra salud mental. No todos los tipos son iguales, ni todos requieren el mismo abordaje.

Desde la psicología cognitivo-conductual, identificar los factores que generan o mantienen el estrés permite intervenir de forma concreta y eficaz, previniendo complicaciones emocionales o físicas a largo plazo.

Si estás atravesando una etapa difícil, recuerda que el estrés es una señal del cuerpo que merece atención, no una condena inevitable.

Recursos a explorar

Referencias bibliográficas

  1. Lazarus, R. S., & Folkman, S. (1984). Stress, Appraisal, and Coping. Springer.
  2. American Psychiatric Association. (2022). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5-TR).
  3. Barlow, D. H. (2002). Anxiety and Its Disorders: The Nature and Treatment of Anxiety and Panic. Guilford Press.

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