síntomas de autismo
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Los 4 principales síntomas de autismo

Síntomas de autismo

Identificar los síntomas de autismo es un paso fundamental para responder a la pregunta: ¿qué es autismo?

Comprender esta condición del neurodesarrollo que afecta a millones de personas en el mundo.

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) se manifiesta desde la infancia, aunque en muchos casos el diagnóstico puede demorarse debido a la variabilidad en la expresión de los síntomas.

Desde una perspectiva psicológica, conocer estos signos permite una intervención temprana, adaptada y respetuosa con la neurodiversidad.

Este artículo explora los síntomas principales del autismo según el DSM-5, su manifestación en distintas etapas del desarrollo y cómo pueden abordarse desde la terapia cognitivo-conductual.

síntomas de autismo
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Los 4 principales síntomas de autismo

Dificultades persistentes en la comunicación social

Uno de los pilares diagnósticos del autismo es la alteración en la interacción social.

Estas dificultades se manifiestan en distintos niveles y contextos.

Algunas personas pueden parecer desinteresadas por las relaciones sociales, mientras que otras desean interactuar pero no saben cómo hacerlo.

Entre los síntomas de autismo en este dominio destacan:

  • Escasa reciprocidad emocional o social (no compartir intereses, emociones o logros con otros).
  • Dificultades para iniciar o mantener una conversación.
  • Problemas para entender y usar gestos, expresiones faciales o lenguaje corporal.
  • Falta de juego simbólico o imaginativo en la infancia.

Estos síntomas no siempre se presentan de forma evidente.

En algunos casos, el niño puede hablar fluidamente, pero no capta los matices del lenguaje social, como el sarcasmo, las bromas o los dobles sentidos.

En la adultez, estas dificultades pueden generar aislamiento, ansiedad social o malentendidos frecuentes en el entorno laboral o familiar.

Comportamientos repetitivos y patrones restrictivos

Otro conjunto clave de síntomas de autismo son los intereses, actividades y comportamientos restringidos o repetitivos.

Esto puede observarse de varias formas:

  • Movimientos motores repetitivos (aletear con las manos, balancearse, girar objetos).
  • Insistencia en rutinas rígidas o rituales específicos.
  • Intereses muy intensos y enfocados en temas particulares (ej. horarios de trenes, dinosaurios, sistemas numéricos).
  • Hiper o hiposensibilidad a estímulos sensoriales (sonidos, luces, texturas, sabores).

Este tipo de conductas puede cumplir una función de autorregulación emocional o sensorial.

Por ejemplo, un niño que se balancea al sentirse ansioso puede estar intentando calmar su sistema nervioso.

Desde la psicología cognitivo-conductual, se trabaja en identificar la función de estos comportamientos, respetar su función adaptativa y, cuando es necesario, ofrecer alternativas más funcionales.

Manifestaciones tempranas en la infancia

Los síntomas de autismo en niños pequeños suelen notarse antes de los tres años, aunque algunos signos pueden observarse incluso en el primer año de vida.

Algunos ejemplos incluyen:

  • No responder al nombre a los 12 meses.
  • No señalar objetos para compartir interés (atención conjunta).
  • Falta de contacto visual sostenido.
  • No mostrar expresiones faciales sociales (como sonreír en respuesta).
  • Retrasos en el lenguaje o uso atípico del mismo (ecolalia, inversión de pronombres).

La detección temprana es clave para iniciar intervenciones eficaces que potencien las habilidades sociales, comunicativas y adaptativas del niño.

Un diagnóstico no implica una sentencia, sino una oportunidad para ofrecer los apoyos necesarios.

Presentación en la adultez: síntomas menos visibles

En personas adultas, los síntomas de autismo pueden pasar desapercibidos por años.

Muchos adultos en el espectro desarrollan estrategias de camuflaje para adaptarse a las exigencias sociales, lo que puede llevar a un desgaste emocional significativo.

Los síntomas comunes incluyen:

  • Sensación de no encajar o ser “diferente” desde siempre.
  • Dificultades para mantener relaciones sociales profundas.
  • Necesidad extrema de rutinas para reducir ansiedad.
  • Episodios de sobrecarga sensorial o emocional.
  • Intereses intensos en temáticas específicas, con conocimiento profundo.

En la adultez, un diagnóstico puede representar un alivio, al permitir entender aspectos de la propia historia vital.

La terapia cognitivo-conductual puede ayudar a gestionar la ansiedad, mejorar habilidades sociales y trabajar la autoestima desde un enfoque empático y adaptado.

Caso clínico: Diego, 9 años

Diego fue llevado a consulta porque sus profesores notaron que evitaba el contacto visual, hablaba muy poco y se angustiaba si cambiaban la rutina escolar.

Además, pasaba horas dibujando mapas y se molestaba si alguien modificaba el orden de sus lápices.

Durante la evaluación, se observaron dificultades en la reciprocidad social, lenguaje limitado y una alta sensibilidad a ciertos sonidos.

Se diagnosticó TEA nivel 2, y se diseñó un plan de intervención cognitivo-conductual enfocado en ampliar su repertorio comunicativo, tolerancia al cambio y habilidades adaptativas en el aula.

Tras varios meses de trabajo con psicólogo, familia y colegio, Diego logró integrarse mejor en su grupo, expresar emociones básicas y participar en actividades compartidas.

Sugerencias para padres, cuidadores y docentes

  • Observa sin prejuicios. Algunos comportamientos pueden parecer desafiantes, pero son formas de expresión.
  • Evita el sobrediagnóstico. No todos los niños tímidos o sensibles están en el espectro.
  • Consulta temprano. Cuanto antes se intervenga, más oportunidades hay de desarrollo positivo.
  • Fomenta rutinas visuales. Ayudan a organizar el entorno y reducir la ansiedad.
  • Refuerza conductas sociales. Premiar los intentos de interacción social puede aumentar su frecuencia.

Conclusión

Conocer los síntomas de autismo es esencial para comprender y acompañar a las personas dentro del espectro desde una mirada empática, basada en la evidencia y sin estigmas.

Cada persona autista presenta un perfil único, por lo que el diagnóstico debe ser individualizado y contextual.

Desde la psicología cognitivo-conductual, es posible diseñar intervenciones efectivas que respeten la neurodiversidad, promuevan la autonomía y mejoren la calidad de vida.

Más que cambiar a la persona, se trata de construir entornos más comprensivos, accesibles y humanos.

Recursos a explorar

Referencias bibliográficas

  1. American Psychiatric Association. (2013). DSM-5: Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales.
  2. Lord, C., Elsabbagh, M., Baird, G., & Veenstra-Vanderweele, J. (2018). Autism spectrum disorder. The Lancet, 392(10146), 508–520.
  3. Volkmar, F. R., & McPartland, J. C. (2014). From Kanner to DSM-5: Autism as an evolving diagnostic concept. Annual Review of Clinical Psychology, 10, 193–212.

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