Tipos de autismo
Hablar de los distintos tipos de autismo implica comprender que nos referimos a un espectro de condiciones del neurodesarrollo, donde cada persona experimenta desafíos y fortalezas únicas.
En el pasado, existían diagnósticos separados dentro de los trastornos generalizados del desarrollo, como el síndrome de Asperger o el autismo infantil.
Sin embargo, con la llegada del DSM-5, se consolidó una visión integradora que agrupa estos cuadros dentro del llamado Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Este artículo tiene como propósito aclarar cuáles eran esos tipos de autismo tradicionalmente reconocidos, cómo se entienden actualmente y cómo la psicología cognitivo-conductual puede ayudar en su evaluación e intervención.

¿Cuáles son los tipos de autismo?
Evolución del concepto: de tipos separados a un espectro
Antes de 2013, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-TR) clasificaba el autismo en varios subtipos clínicos:
- Trastorno Autista (Autismo clásico)
- Síndrome de Asperger
- Trastorno Desintegrativo Infantil
- Trastorno Generalizado del Desarrollo No Especificado (PDD-NOS)
Cada uno tenía criterios específicos, pero compartían alteraciones en la comunicación, la interacción social y comportamientos repetitivos o restrictivos.
La falta de consistencia entre evaluadores, sumado a la variabilidad en la evolución de los síntomas, motivó la reformulación del concepto.
El DSM-5, vigente desde 2013, los unificó bajo una sola categoría: Trastorno del Espectro Autista, con niveles de gravedad y características especificadoras.
Aun así, en la práctica clínica y educativa, sigue siendo útil conocer los “tipos de autismo” anteriores para entender mejor los diferentes perfiles.
Tipos de autismo tradicionales y su correspondencia actual
1. Autismo clásico o de Kanner
Este es el tipo más conocido y también el más severo en cuanto a sintomatología.
Las personas presentan dificultades notorias en la comunicación verbal y no verbal, comportamiento repetitivo, resistencia al cambio y un bajo interés en las interacciones sociales.
Hoy en día, este cuadro se incluye dentro del TEA de nivel 2 o 3, según la intensidad del apoyo requerido.
Puede coexistir con discapacidad intelectual y alteraciones del lenguaje.
2. Síndrome de Asperger
Las personas con síndrome de Asperger mostraban habilidades lingüísticas dentro de la norma, pero enfrentaban serias dificultades para comprender las sutilezas sociales, ironías o normas no explícitas.
Suelen tener intereses muy intensos y específicos, y un lenguaje a veces formal o pedante.
Actualmente, se considera parte del TEA de nivel 1, con buen funcionamiento cognitivo y lenguaje fluido, aunque con importantes desafíos en habilidades sociales y flexibilidad conductual.
3. Trastorno Desintegrativo Infantil
Este tipo se caracteriza por un desarrollo aparentemente normal durante los primeros 2-3 años, seguido de una regresión significativa en múltiples áreas: lenguaje, juego, habilidades motoras, control de esfínteres, etc.
Hoy, estos casos se diagnostican como TEA con pérdida de habilidades adquiridas, y suelen requerir apoyo intensivo.
La regresión del desarrollo también obliga a evaluar condiciones neurológicas o médicas subyacentes.
4. Trastorno Generalizado del Desarrollo No Especificado (PDD-NOS)
Este diagnóstico se utilizaba cuando los síntomas no cumplían del todo los criterios para los otros subtipos, pero igualmente había dificultades notorias en el desarrollo social y comunicacional.
Actualmente, muchos de estos casos son clasificados como TEA leve, y el diagnóstico se acompaña de especificadores que describen la presentación clínica (con o sin alteración del lenguaje, con o sin discapacidad intelectual, etc.).
¿Por qué es importante esta clasificación en los tipos de autismo?
Aunque el DSM-5 optó por un enfoque dimensional en lugar de categorías rígidas, hablar de distintos tipos de autismo sigue siendo relevante.
Ayuda a:
- Comprender la variabilidad clínica del espectro.
- Personalizar las intervenciones educativas y terapéuticas.
- Orientar mejor a las familias sobre el pronóstico y apoyos necesarios.
- Evitar errores diagnósticos, especialmente en niñas, mujeres y personas con perfiles atípicos.
Desde una mirada cognitivo-conductual, se reconoce que cada persona con TEA posee un repertorio conductual distinto, lo que exige una evaluación funcional y un diseño terapéutico adaptado a sus necesidades reales, más allá de etiquetas rígidas.
Caso clínico: Andrea, 11 años
Andrea fue evaluada por dificultades para relacionarse con sus compañeras y una marcada obsesión con los sistemas de trenes.
Su lenguaje era avanzado para su edad, pero le costaba entender bromas, gestos y metáforas. Tras una evaluación integral, se diagnosticó TEA nivel 1, correspondiendo al perfil anteriormente conocido como síndrome de Asperger.
El trabajo terapéutico se centró en mejorar sus habilidades sociales, desarrollar mayor flexibilidad cognitiva y entrenar a los padres para apoyar su adaptación escolar.
Con una intervención cognitivo-conductual estructurada y práctica, Andrea pudo mejorar sus relaciones y su autoestima.
Sugerencias prácticas para familias y profesionales
- Evita encasillar. El diagnóstico es una guía, no una etiqueta. Cada persona del espectro tiene su propio perfil.
- Observa el entorno. Las dificultades no siempre están en la persona, sino en la falta de adaptación del contexto.
- Prioriza lo funcional. Más allá de si un niño habla o no, lo importante es que logre comunicarse y participar.
- Incorpora apoyos visuales. Son fundamentales para estructurar la rutina y reducir ansiedad.
- Consulta a tiempo. Una evaluación temprana puede marcar una gran diferencia en el pronóstico.
Conclusión
Comprender los tipos de autismo desde una perspectiva evolutiva y actualizada permite ampliar nuestra mirada sobre la neurodiversidad.
Aunque hoy el DSM-5 hable de un espectro, los perfiles clínicos como el síndrome de Asperger o el autismo clásico siguen siendo referencias útiles para personalizar los apoyos.
Desde la psicología cognitivo-conductual, el desafío es acompañar a cada persona en su camino hacia una mayor autonomía, bienestar y calidad de vida.
Identificar necesidades concretas, intervenir sobre los contextos y no solo sobre la conducta, y fomentar relaciones de apoyo y aceptación, son pilares de un abordaje terapéutico eficaz y humano.
Recursos a explorar
- Autism Speaks – Guía para familias
- Federación Autismo España
- Técnica de solución de problemas
- ¿Cómo identificar un cuadro de somatización?
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association. (2013). DSM-5: Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (5ª ed.).
- Volkmar, F. R., & McPartland, J. C. (2014). From Kanner to DSM-5: Autism as an evolving diagnostic concept. Annual Review of Clinical Psychology, 10, 193–212.
- Happé, F., & Frith, U. (2020). Annual research review: Looking back to look forward – changes in the concept of autism and implications for future research. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 61(3), 218–232.