Ansiedad y somatización
La ansiedad y somatización están profundamente entrelazadas, tanto en la experiencia cotidiana como en la práctica clínica.
Muchas personas acuden a consulta psicológica debido a síntomas físicos sin causa médica aparente, sin saber que detrás puede haber un trastorno de ansiedad.
Desde la psicología cognitivo-conductual, apoyada en los criterios diagnósticos del DSM-5 y la CIE-11, este fenómeno se entiende como una manifestación corporal del malestar emocional no reconocido o no expresado de forma consciente.
Comprender esta relación es clave para abordar eficazmente ambas problemáticas y mejorar el bienestar integral del paciente.

¿Cómo se relacionan ansiedad y somatización?
¿Qué es la somatización y cómo se manifiesta?
La somatización es el proceso mediante el cual una persona expresa su malestar psicológico a través de síntomas físicos de la ansiedad.
Esto puede incluir dolores musculares, molestias gastrointestinales, palpitaciones, mareos o fatiga persistente.
Lo característico es que, tras una evaluación médica, no se encuentra una causa orgánica clara que explique tales síntomas.
Según el DSM-5, este patrón puede constituir un trastorno de somatización cuando genera malestar significativo y afecta la vida diaria del individuo.
La somatización no significa que los síntomas sean “imaginarios” o fingidos; por el contrario, el dolor y el malestar son reales, aunque su origen se vincule a factores emocionales.
La persona sufre, y ese sufrimiento merece ser atendido con el mismo respeto que cualquier otro síntoma de enfermedad.
Ansiedad como origen o consecuencia de la somatización
La ansiedad es una emoción básica que se activa ante amenazas, reales o percibidas.
En niveles clínicos, se manifiesta como inquietud constante, ansiedad anticipatoria, dificultades para concentrarse, tensión muscular o el insomnio.
Pero además de estos síntomas psicológicos, la ansiedad tiene una fuerte expresión corporal.
El sistema nervioso autónomo se activa generando taquicardia, sudoración, temblores, molestias gástricas o hiperventilación.
Cuando una persona no reconoce su ansiedad o no sabe cómo expresarla verbalmente, su cuerpo se convierte en el canal principal de expresión.
En estos casos, los síntomas físicos predominan, y puede hablarse de somatización como una vía indirecta de expresión emocional.
De esta manera, la somatización puede ser tanto un efecto directo de la ansiedad como un factor que incrementa la preocupación, generando más ansiedad en un ciclo vicioso.
Pensamientos disfuncionales y percepción del cuerpo
Desde la terapia cognitivo-conductual, se reconoce que muchas personas que somatizan presentan estilos de pensamientos catastróficos respecto a su cuerpo.
Pueden interpretar una simple palpitación como un inminente infarto o un dolor de estómago como signo de una enfermedad grave.
Estos pensamientos intrusivos distorsionados alimentan la ansiedad, que a su vez intensifica los síntomas físicos, reforzando la somatización.
Además, existe una hipervigilancia corporal, donde la persona está constantemente pendiente de cualquier señal fisiológica, amplificándola en su mente.
Esto interfiere con la vida cotidiana y puede llevar a consultas médicas innecesarias, aislamiento o consumo excesivo de medicamentos sin supervisión psicológica.
Tratamiento desde la perspectiva cognitivo-conductual
La relación entre ansiedad y somatización se trabaja de forma eficaz mediante intervenciones estructuradas desde la terapia cognitivo-conductual.
Primero, se educa al paciente sobre el funcionamiento del cuerpo ante el estrés y la ansiedad.
Luego, se identifican y cuestionan los pensamientos distorsionados respecto a los síntomas físicos.
Posteriormente, se entrenan habilidades de regulación emocional y se incorporan prácticas como la relajación muscular progresiva, respiración diafragmática y atención plena, que ayudan a reducir la activación fisiológica y promueven una mayor conexión cuerpo-mente sin juicio.
En algunos casos, se enseña a reinterpretar las sensaciones físicas sin catastrofismo, favoreciendo una experiencia más realista y funcional.
Caso clínico ilustrativo
Laura, una mujer de 36 años, comenzó a experimentar dolores de pecho y sensación de ahogo sin explicación médica.
Acudió a distintos especialistas sin obtener un diagnóstico concluyente.
Finalmente, fue derivada a psicología, donde identificamos que estos síntomas aparecían en contextos de alta presión laboral y conflictos interpersonales.
A través del trabajo cognitivo-conductual, logró reconocer que lo que vivía era ansiedad no verbalizada que su cuerpo manifestaba como somatización.
Tras identificar sus pensamientos intrusivos, entrenar nuevas formas de afrontamiento y practicar técnicas de respiración consciente, sus síntomas físicos disminuyeron considerablemente.
Sugerencias prácticas para el lector
- Aprende a observar tu cuerpo sin juzgarlo ni interpretarlo catastróficamente.
- Si sientes malestares físicos persistentes, considera la posibilidad de que haya emociones no expresadas detrás.
- Registra los momentos en que aparecen tus síntomas y trata de vincularlos con eventos estresantes o pensamientos recurrentes.
- Practica a diario técnicas de relajación o atención plena al cuerpo, incluso unos pocos minutos pueden hacer la diferencia.
- Consulta con un profesional en salud mental si los síntomas interfieren con tu vida cotidiana.
Conclusión
La relación entre ansiedad y somatización es una de las expresiones más complejas e interesantes de la conexión mente-cuerpo.
Comprender que muchas veces el cuerpo grita lo que la mente no puede decir es el primer paso hacia la sanación.
Desde la psicología cognitivo-conductual, existen herramientas claras y eficaces para romper este ciclo y recuperar la armonía emocional y física.
Prestar atención a nuestros pensamientos, emociones y sensaciones es una forma poderosa de autocuidado y prevención.
Recursos a explorar
- Organización Mundial de la Salud – Trastornos mentales
- Asociación Americana de Psicología – Guía sobre la ansiedad
- ¿ Qué significa somatización ?
- ¿Cuál es el trastorno de somatización?
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). Arlington, VA: American Psychiatric Publishing.
- World Health Organization. (2022). International Classification of Diseases 11th Revision (ICD-11).
- Taylor, G. J. (2008). Somatization and depression: the value of listening. The British Journal of Psychiatry, 193(6), 405–406.
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