ansiedad depresiva
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¿Existe la ansiedad depresiva?

Ansiedad depresiva

La ansiedad depresiva es un estado emocional complejo donde los síntomas de ansiedad y también, síntomas de depresión, se combinan, afectando profundamente la vida diaria.

Aunque no es un diagnóstico oficial en todos los manuales clínicos, muchas personas lo experimentan como una mezcla de preocupación constante, falta de energía y tristeza persistente.

En este artículo exploraremos qué es realmente la ansiedad depresiva, cómo identificarla y de qué forma puede abordarse desde la psicología cognitivo-conductual.

ansiedad depresiva
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¿Qué es la ansiedad depresiva?

La ansiedad depresiva es un término que puede generar confusión, ya que no se trata de un diagnóstico oficial dentro del DSM-V, pero sí describe un estado emocional real que muchas personas experimentan.

Se refiere a la coexistencia simultánea de síntomas de ansiedad y depresión, dos condiciones que con frecuencia se superponen, intensificando el malestar psicológico general.

Desde la psicología cognitivo-conductual, la ansiedad y la depresión comparten patrones de pensamiento distorsionados, como la ansiedad anticipatoria o la autocrítica excesiva.

Sin embargo, cuando ambos estados se presentan juntos, se produce una interacción compleja que puede afectar severamente la funcionalidad diaria de la persona.

En estos casos, se habla clínicamente de trastorno mixto ansioso-depresivo, aunque coloquialmente muchas personas lo llaman simplemente ansiedad depresiva.

¿Cómo se manifiesta la ansiedad depresiva?

La ansiedad depresiva se manifiesta a través de una combinación de síntomas ansiosos (hiperactivación, preocupación constante, inquietud) y depresivos (apatía, desesperanza, baja energía).

Algunas señales comunes incluyen:

  • Preocupación excesiva y persistente por el futuro.
  • Sensación de agotamiento físico y mental.
  • Alteraciones del sueño (insomnio o hipersomnia).
  • Dificultad para disfrutar actividades placenteras.
  • Pensamientos negativos repetitivos.
  • Labilidad emocional (pasar de la ansiedad al llanto con facilidad).
  • Sentimientos de inutilidad o desesperanza.

A diferencia de cuadros más puros de ansiedad o depresión, la ansiedad depresiva tiende a generar una oscilación emocional que deja a la persona atrapada entre la hiperactivación del sistema nervioso y la parálisis del desánimo.

Por eso, muchas personas que viven esta experiencia sienten que “no pueden más” y les cuesta encontrar una vía de salida clara.

¿Qué diferencia hay entre ansiedad y ansiedad depresiva?

La ansiedad por sí sola se caracteriza por una activación elevada del sistema nervioso: miedo anticipatorio, tensión muscular, pensamientos acelerados.

La depresión, en cambio, se centra en la pérdida de interés, el bajo estado de ánimo y la lentitud psicomotora.

En la ansiedad depresiva, ambas dimensiones se mezclan.

Esto significa que una persona puede sentir una profunda apatía y, al mismo tiempo, estar inundada por pensamientos ansiosos o de culpa.

En muchos casos, la ansiedad aparece primero, y con el tiempo, al no poder manejar el desgaste emocional, la persona entra en un estado depresivo.

¿Cuál es su origen psicológico?

Desde la perspectiva cognitivo-conductual, la ansiedad depresiva tiene raíces en múltiples factores:

  • Factores cognitivos: estilos de pensamiento rígido, expectativas perfeccionistas, interpretaciones catastrofistas del entorno.
  • Factores conductuales: evitación de actividades gratificantes, pérdida de rutinas, aislamiento social.
  • Factores contextuales: estrés laboral o familiar sostenido, duelos, problemas económicos, trauma emocional.

Estos elementos, combinados con una vulnerabilidad personal (como historial familiar o experiencias adversas en la infancia), pueden generar un círculo vicioso entre ansiedad y desesperanza.

Es decir, la persona se angustia por no poder cumplir sus expectativas, lo que aumenta la ansiedad, y al mismo tiempo se frustra y se deprime por no lograr sentirse mejor.

Ejemplo práctico: El caso de Diego

Diego, de 28 años, acude a terapia porque siente que todo le cuesta.

Dice que no tiene energía, pero tampoco logra relajarse.

Se preocupa constantemente por su rendimiento laboral, teme decepcionar a los demás y, al final del día, se siente emocionalmente agotado.

Por las noches no duerme bien y se siente irritable.

Aunque intenta salir con amigos, no disfruta nada.

Dice sentirse atrapado: “No tengo ganas de hacer nada, pero tampoco puedo dejar de pensar”.

Este caso ejemplifica una presentación clásica de ansiedad depresiva: el cuerpo pide pausa, pero la mente no deja de correr.

¿Cómo se diagnostica?

Aunque la ansiedad depresiva no es una categoría oficial en todos los manuales diagnósticos, el DSM-V reconoce el trastorno mixto ansioso-depresivo en ciertas circunstancias.

Para su diagnóstico, se deben presentar síntomas clínicamente significativos de ambos cuadros, sin que uno predomine claramente sobre el otro, durante al menos varias semanas.

Un psicólogo clínico entrenado en evaluación puede ayudarte a identificar este cuadro mediante entrevistas clínicas, escalas específicas y análisis del funcionamiento cotidiano.

¿Cómo se trata la ansiedad depresiva?

El tratamiento más eficaz, según la evidencia científica, combina psicoterapia cognitivo-conductual con, en algunos casos, farmacoterapia.

Entre las estrategias más utilizadas se encuentran:

La activación conductual

Se busca reintroducir actividades gratificantes o significativas en la rutina diaria, aunque al principio no se tenga motivación.

Esto ayuda a cortar la inercia depresiva.

Reestructuración cognitiva

Se trabaja sobre los pensamientos automáticos negativos que alimentan la ansiedad y la desesperanza, ayudando al paciente a desarrollar interpretaciones más flexibles y realistas.

Técnicas de regulación emocional

Se enseñan habilidades de autorregulación como respiración diafragmática, atención plena y exposición progresiva a situaciones temidas, para reducir la hiperactivación ansiosa.

4. Organización de rutinas y objetivos

La creación de hábitos estables, con objetivos realistas y progresivos, es clave para recuperar la percepción de autoeficacia.

En algunos casos, especialmente cuando hay alto nivel de sufrimiento o bloqueo funcional, el psiquiatra puede indicar un tratamiento farmacológico (antidepresivos o ansiolíticos), siempre supervisado.

Sugerencias para el lector

  • Si notas que alternas entre estados de ansiedad y abatimiento, es importante no minimizar tus síntomas.
  • Evita autoetiquetarte: buscar ayuda profesional es clave para un diagnóstico y tratamiento adecuado.
  • No esperes a “tocar fondo”: cuanto antes se interviene, mayor es la posibilidad de recuperación.
  • Establece pequeñas metas diarias. Recuperar el control sobre lo cotidiano es el primer paso.
  • Practica ejercicios de respiración y consciencia plena para reducir la rumiación mental.

Conclusión

Sí, la ansiedad depresiva existe, aunque no siempre bajo ese nombre formal.

Se trata de una experiencia psicológica compleja, intensa y real que afecta a muchas personas.

Afortunadamente, también es tratable.

Con el enfoque adecuado, el apoyo profesional y herramientas claras, es posible recuperar la claridad mental, la estabilidad emocional y el bienestar.

El primer paso para sanar es reconocer que algo no anda bien, y el segundo es atreverse a buscar ayuda.

La ansiedad y la depresión no definen quién eres: son estados que se pueden comprender, gestionar y transformar.

Recursos útiles a explorar

Referencias bibliográficas

  • Beck, J. S. (2011). Terapia cognitiva: Teoría y práctica. Desclée de Brouwer.
  • Barlow, D. H. (2002). Anxiety and its disorders: The nature and treatment of anxiety and panic. Guilford Press.
  • American Psychiatric Association. (2013). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V). Arlington: APA.

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