distorsiones cognitivas
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¿Cuáles son las distorsiones cognitivas?

¿Cuáles son las distorsiones cognitivas?

¿Alguna vez te has sorprendido pensando “todo me sale mal” o “si no lo hago perfecto, soy un fracaso”?

Estas frases, tan comunes como perjudiciales, son ejemplos de lo que en psicología cognitivo-conductual se conocen como distorsiones cognitivas.

Son formas inexactas y automáticas de interpretar la realidad que influyen directamente en nuestro estado emocional, comportamiento y bienestar mental.

Conocerlas es fundamental para aprender a cuestionarlas y transformarlas en pensamientos más equilibrados.

distorsiones cognitivas
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¿Qué son y cómo surgen las distorsiones cognitivas?

Las distorsiones cognitivas son errores sistemáticos en el procesamiento de la información.

No son simples pensamientos negativos, sino formas de pensar rígidas, automáticas y repetitivas que distorsionan la realidad de forma predecible.

Según Aaron Beck, pionero de la terapia cognitiva, estas distorsiones son el núcleo del pensamiento disfuncional que alimenta trastornos como la depresión, la ansiedad, y otros problemas emocionales.

Surgen a partir de nuestras creencias nucleares, muchas veces aprendidas en la infancia o reforzadas por experiencias vitales negativas.

Funcionan como filtros que interpretan el mundo de forma sesgada, y que activan emociones desagradables como culpa, tristeza, vergüenza o ansiedad.

La buena noticia es que, una vez identificadas, pueden ser modificadas a través del trabajo terapéutico.

Tipos comunes de distorsiones cognitivas

Identificar las distorsiones cognitivas más frecuentes nos permite tomar conciencia de cómo influyen en nuestro día a día.

Estas son algunas de las más comunes según la terapia cognitivo-conductual:

1. Pensamiento todo o nada:
Ver la realidad en extremos. Ejemplo: “O lo hago perfecto, o soy un fracaso”.

2. Sobregeneralización:
Sacar conclusiones amplias a partir de un solo evento.
Ejemplo: “Me rechazaron en esta entrevista, nadie me va a contratar nunca”.

3. Filtro mental:
Enfocarse solo en lo negativo, ignorando lo positivo.
Ejemplo: “Me felicitaron todos, menos una persona. Entonces lo hice mal”.

4. Descalificar lo positivo:
Rechazar las experiencias positivas como si no contaran.
Ejemplo: “Me fue bien por suerte, no por mis capacidades”.

5. Lectura de mente:
Asumir que sabes lo que otros piensan sin evidencias.
Ejemplo: “Seguro piensan que soy tonto”.

6. Adivinación del futuro:
Predecir que todo irá mal, sin fundamentos.
Ejemplo: “Voy a fracasar, así que ni lo intento”.

7. Catastrofismo:
Magnificar lo negativo y minimizar la capacidad para afrontarlo.
Ejemplo: “Si me equivoco, será un desastre irrecuperable”.

8. Razonamiento emocional:
Creer que algo es cierto solo porque lo sientes así.
Ejemplo: “Me siento inútil, por lo tanto lo soy”.

9. Deberías o tengo que:
Imponerse reglas rígidas y poco realistas.
Ejemplo: “Tengo que ser siempre fuerte, no me puedo permitir fallar”.

10. Etiquetado:
Colocarse a sí mismo o a otros una etiqueta negativa global.
Ejemplo: “Soy un perdedor”.

11. Personalización:
Atribuirse la responsabilidad de eventos externos.
Ejemplo: “Si mi pareja está triste, es por mi culpa”.

¿Cómo afectan estas distorsiones a nuestra vida emocional?

Las distorsiones cognitivas no son simples pensamientos erróneos, sino que tienen un impacto real sobre nuestras emociones y comportamientos. Son el combustible de muchos trastornos psicológicos.

En la depresión, por ejemplo, se activan distorsiones que refuerzan la autoimagen negativa (“soy inútil”) y la desesperanza (“nada va a mejorar”).

En la ansiedad, en cambio, son comunes la adivinación del futuro y el catastrofismo (“algo malo va a pasar y no podré manejarlo”).

Además, estas distorsiones afectan nuestras relaciones. Suponer lo que otros piensan, minimizar lo positivo o exigirse de forma irreal genera tensiones, frustración e incluso aislamiento.

A largo plazo, mantienen el círculo vicioso del malestar, ya que perpetúan emociones negativas y evitan el cambio conductual necesario para sentirnos mejor.

Desde la terapia cognitivo-conductual, se trabaja activamente para identificar estos patrones, cuestionarlos con evidencia objetiva y reemplazarlos por pensamientos más funcionales y realistas.

¿Cómo se corrigen las distorsiones cognitivas en terapia?

La intervención se basa en el principio de que no son los hechos los que nos afectan emocionalmente, sino cómo los interpretamos.

A través del registro de pensamientos intrusivos, el terapeuta ayuda al paciente a detectar distorsiones específicas, explorar su origen y aplicar técnicas de reestructuración cognitiva.

Un paso clave es preguntarse:

  • ¿Qué evidencia tengo de que este pensamiento es cierto?
  • ¿Hay otra forma más realista de ver esta situación?
  • ¿Cómo lo vería si se tratara de un amigo?

Además, se utilizan herramientas como el diario de pensamientos, las tablas ABC (Acontecimiento – Belief – Consecuencia) y experimentos conductuales.

Estas técnicas permiten comprobar si las creencias distorsionadas se sostienen en la práctica o si pueden ser reformuladas de manera más útil para la persona.

El objetivo no es pensar “positivo” sin más, sino desarrollar una mirada más objetiva, flexible y compasiva hacia uno mismo y el entorno.

Esta habilidad se entrena y fortalece con el tiempo, y tiene un efecto preventivo ante futuras recaídas emocionales.

Sugerencias prácticas para el lector

  1. Registra tus pensamientos intrusivos: Cuando te sientas mal, anota lo que pensaste en ese momento. Es el primer paso para identificar distorsiones.
  2. Busca evidencia a favor y en contra: ¿Qué datos reales respaldan ese pensamiento? ¿Estás viendo solo una parte del panorama?
  3. Pregunta a otros: A veces, una visión externa ayuda a poner en perspectiva tus pensamientos.
  4. No te castigues por pensar así: Las distorsiones son automáticas y comunes. La clave está en reconocerlas, no en evitarlas.
  5. Practica la autocompasión: Reemplaza los juicios severos con afirmaciones más amables. Pregúntate: ¿le hablaría así a alguien que quiero?
  6. Considera la terapia cognitivo-conductual: Un psicólogo online puede ayudarte a trabajar de forma estructurada y personalizada sobre tus patrones de pensamiento.

Conclusión

Las distorsiones cognitivas son atajos mentales que usamos para interpretar el mundo, pero que, cuando se vuelven rígidos y negativos, nos dañan emocionalmente.

Identificarlas y corregirlas es uno de los pilares de la psicología cognitivo-conductual, y una habilidad clave para el bienestar psicológico.

Aprender a pensar de forma más equilibrada no es solo un ejercicio mental: es una forma de cuidar tu salud mental y emocional, tus relaciones y tu calidad de vida.

El cambio comienza al darte cuenta de cómo piensas.

Links de interés

Referencias bibliográficas

  • Beck, A. T., Rush, A. J., Shaw, B. F., & Emery, G. (1979). Terapia cognitiva de la depresión. Paidós.
  • Burns, D. D. (1999). Feeling Good: The New Mood Therapy. Harper.
  • Clark, D. A., & Beck, A. T. (2010). Cognitive Therapy of Anxiety Disorders: Science and Practice. Guilford Press.

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