depresión hormonal
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¿Existe la depresión hormonal?

¿Existe la depresión hormonal?

Es común escuchar que alguien se siente irritable, decaído o emocionalmente inestable “por las hormonas”.

Esta explicación aparece con frecuencia cuando se habla del ciclo menstrual, del embarazo, la menopausia o incluso de la adolescencia.

Pero ¿qué tan cierto es esto desde una mirada científica? ¿Puede una alteración hormonal provocar síntomas de depresión? Y si es así, ¿cómo se diferencia de una depresión de base psicológica?

En este artículo abordaremos la existencia y características de la depresión hormonal, entendida no como un mito, sino como un fenómeno real, complejo y tratable desde una perspectiva cognitivo-conductual.

depresión hormonal
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¿Existe la depresión hormonal?

Hormonas y estado de ánimo: ¿cómo se relacionan?

Las hormonas son mensajeros químicos que regulan procesos fundamentales del cuerpo humano:

  • El sueño.
  • El apetito.
  • La energía.
  • La sexualidad.
  • Las emociones.

Algunas, como el estrógeno, la progesterona, el cortisol -la hormona de estrés– o la tiroides, tienen una relación directa con los neurotransmisores cerebrales implicados en la regulación del ánimo, como la norepinefrina, dopamina y serotonina.

En ciertas etapas vitales —como la pubertad, el embarazo, el posparto, el ciclo menstrual, la menopausia o la andropausia—, los niveles hormonales fluctúan de forma natural.

Estas variaciones pueden afectar temporalmente el equilibrio emocional, generando irritabilidad, llanto fácil, apatía o ansiedad.

Cuando estos síntomas son intensos, prolongados o afectan la funcionalidad diaria, es legítimo hablar de una depresión hormonal.

Desde la perspectiva cognitivo-conductual, esto no significa que el problema esté exclusivamente “en el cuerpo”.

Al contrario: se reconoce que las alteraciones biológicas pueden influir en el estado de ánimo, pero también se analiza cómo la persona interpreta, enfrenta y se adapta a esos cambios.

Así, el componente hormonal es solo una parte del cuadro.

¿Cuándo una alteración hormonal puede causar depresión?

Existen varias condiciones médicas en las que se ha identificado una fuerte relación entre cambios hormonales y síntomas depresivos.

A continuación, se describen algunas de las más relevantes:

1. Trastorno disfórico premenstrual (TDPM):
Mucho más severo que el síndrome premenstrual común, el TDPM afecta al 3-8% de las mujeres en edad fértil.
Se caracteriza por síntomas emocionales intensos —tristeza, irritabilidad, desesperanza— que aparecen en la fase lútea del ciclo y desaparecen con la menstruación.
Su origen está en la sensibilidad anormal del cerebro a las variaciones hormonales.

2. Depresión pos-parto:
Tras el parto, se produce una caída abrupta de los niveles de estrógeno y progesterona, lo que, junto al estrés físico y emocional del puerperio, puede desencadenar una depresión severa en algunas mujeres.
Se estima que entre un 10 y un 20% de las madres la experimentan.

3. Trastornos tiroideos:
Tanto el hipotiroidismo como el hipertiroidismo afectan el metabolismo y el funcionamiento cerebral.
El primero, en particular, puede causar síntomas casi idénticos a los de la depresión: fatiga, lentitud mental, pérdida de interés y tristeza profunda.

4. Menopausia y andropausia:
Durante la transición hacia el climaterio, los niveles de hormonas sexuales disminuyen progresivamente, lo que puede impactar en el estado de ánimo, la calidad del sueño y la motivación.
Si no se interviene, puede derivar en signos de depresión persistentes.

5. Uso de anticonceptivos o tratamientos hormonales:
En algunos casos, el uso de hormonas sintéticas puede generar efectos secundarios emocionales.
Aunque esto no ocurre en todas las personas, es una posibilidad que debe evaluarse clínicamente.

Estas condiciones muestran que sí puede existir una depresión hormonal, entendida como un episodio depresivo que tiene un componente biológico como desencadenante o amplificador.

Pero como veremos, la clave está en cómo se interpretan y manejan esos cambios.

Lo que también es seguro, es que los temas hormonales pueden ser uno de los factores de riesgo de la depresión.

La visión cognitivo-conductual: más allá de lo biológico

Desde la terapia cognitivo-conductual, se reconoce que los síntomas depresivos pueden tener múltiples causas, y que las alteraciones hormonales son una de ellas.

Sin embargo, lo central es entender que lo que realmente mantiene el malestar en el tiempo no son solo las hormonas, sino la forma en que la persona interpreta sus sensaciones, enfrenta sus dificultades y organiza su vida cotidiana.

Por ejemplo, una mujer con TDPM puede experimentar tristeza intensa algunos días del mes, pero si además cree que “no sirve para nada”, se aísla de su entorno, deja de realizar actividades gratificantes y se juzga duramente por sentirse así, es probable que esos síntomas se amplifiquen y cronifiquen.

Lo mismo puede ocurrir con una madre con depresión posparto que se culpa por “no estar feliz” o se exige ser perfecta.

El modelo cognitivo propone que nuestras emociones están mediadas por pensamientos automáticos, esquemas y creencias.

Cuando esos pensamientos son negativos, catastrofistas o rígidos, potencian el impacto emocional de los cambios hormonales.

Por eso, una intervención eficaz incluye tanto la estabilización médica como el trabajo psicológico.

En este sentido, la TCC se enfoca en:

  • Identificar y cuestionar pensamientos disfuncionales.
  • Fortalecer habilidades de afrontamiento.
  • Restablecer rutinas de autocuidado y ejercicios de relajación.
  • Fomentar conductas activas y significativas.

Todo esto permite que la persona recupere un sentido de control y autonomía, aun cuando haya un factor hormonal involucrado.

¿Cómo se trata la depresión hormonal?

El tratamiento de la depresión hormonal requiere una mirada integradora, que combine atención médica y apoyo psicológico.

Dependiendo del caso, pueden ser necesarias intervenciones farmacológicas (como estabilizadores hormonales, antidepresivos o tratamiento tiroideo) junto con terapia cognitivo-conductual.

Desde la TCC, se trabaja con técnicas como:

  • Psicoeducación: para comprender cómo las hormonas afectan el estado de ánimo sin asumir que “todo es químico”.
  • La Activación conductual: para combatir la apatía y recuperar el placer en actividades cotidianas.
  • Reestructuración cognitiva: para modificar pensamientos automáticos negativos asociados a los cambios hormonales.
  • Regulación emocional: especialmente útil en TDPM y menopausia, donde la irritabilidad o la tristeza aparecen sin causa aparente.
  • Entrenamiento en habilidades sociales y comunicación asertiva, si la depresión afecta las relaciones interpersonales.

Además, es recomendable complementar el tratamiento con estrategias de estilo de vida que impactan directamente en la regulación hormonal: alimentación saludable, ejercicio moderado, higiene del sueño y reducción del estrés.

Sugerencias prácticas para el lector

  1. Registra tus síntomas. Llevar un diario emocional y hormonal te ayudará a detectar patrones mensuales, relacionar tus emociones con tu ciclo o tus hábitos, y anticipar momentos críticos.
  2. Evita la autoetiqueta. Sentirse mal algunos días no significa que “eres débil” o que “no tienes solución”. Evita la culpa y practica la compasión contigo mismo.
  3. Consulta con un especialista. Un chequeo médico puede descartar trastornos hormonales como hipotiroidismo o deficiencias nutricionales.
  4. Prioriza tu autocuidado. Duerme al menos 7-8 horas, aliméntate de manera equilibrada, hidrátate bien y realiza ejercicio aeróbico suave (como caminatas o yoga). Practica el hábito de la gratitud.
  5. Busca apoyo terapéutico. Si tus síntomas interfieren con tu vida cotidiana, la ayuda profesional es clave. Un psicólogo cognitivo-conductual puede ayudarte a comprender lo que ocurre y desarrollar herramientas efectivas.

Conclusiones

La depresión hormonal no es un mito ni una excusa.

Es una manifestación legítima del impacto que pueden tener ciertos desequilibrios endocrinos en la salud mental. Pero no es una condena.

Desde la perspectiva cognitivo-conductual, comprender el origen biológico del malestar no significa rendirse ante él.

Al contrario: es una oportunidad para intervenir desde múltiples frentes y recuperar el bienestar.

Lo importante no es solo lo que ocurre en el cuerpo, sino cómo lo interpretamos, lo enfrentamos y lo transformamos.

Links de interés

Referencias bibliográficas

  • Yonkers, K. A., O’Brien, P. M., & Eriksson, E. (2008). Premenstrual syndrome. The Lancet, 371(9619), 1200-1210.
  • Bloch, M., Schmidt, P. J., Danaceau, M., Murphy, J., Nieman, L., & Rubinow, D. R. (2000). Effects of gonadal steroids in women with a history of postpartum depression. American Journal of Psychiatry, 157(6), 924-930.
  • Beck, A. T., Rush, A. J., Shaw, B. F., & Emery, G. (1979). Cognitive therapy of depression. Guilford Press.

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